José Aranguibel: Un año de otra página en la historia del Zulia

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“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Nelson Mandela

A quién alguna vez no le han dicho aquello de que “quién quiere puede” y no es presa de la desalentadora frase del “no se puede” o “no puedo”. Eso es válido aquí y en cualquier lugar del mundo. Pasa cuando, sin ver la luz al final del túnel, decidimos emprender algún proyecto, una tarea o algo difícil, pero no imposible.


En el Zulia, cuatro años atrás, —pasado el 21N de 2021—, eso era  “vox populi” debido al desaliento, desánimo y al pesimismo en el que vivía la mayoría de la población.

Sin embargo el “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” igual es parte de nuestro prolífico refranero popular. Esa pertinencia existe en la reconstrucción que este servidor trata de hacer, porque los zulianos tenemos la tendencia —valga la expresión nada peyorativa— a olvidar muy pronto los hechos del pasado que en este caso es muy reciente y todavía no se ha borrado del disco duro cerebral. El gobierno que preside Manuel Rosales Guerrero está celebrando un año de haber asumido el timón de esa gran nave, llamada Gobernación del estado Zulia, que andaba a la deriva en las aguas del Coquivacoa. La más importante en territorio y responsable quien la dirija del destino de algo más de tres millones y medio de personas.

Los zulianos y zulianas no olvidan que la gestión oficialista que en mala hora “dirigió” a nuestro estado, antecediendo a la actual, llevó a convertir a esta tierra de gente alegre, noble y trabajadora en desconocidos, casi zoombies, teniendo como nunca los niveles de la autoestima en “off”, desasistidos en materia de salud, educación, programas sociales, seguridad y servicios públicos de competencia regional que terminaron por doblar el estado anímico, cuando para remate de un destino incierto, la llegada de la pandemia del Covid-19 terminó minimizando, pero no desapareciendo, la esperanza en la chispa de los nacidos en esta tierra por el Sol Amada. Lo cierto es que ese cuatrienio ha sido el peor accidente político de nuestra historia republicana regional. En el Zulia hemos tenido gobiernos buenos, regulares, malos, pero también malísimos.

Hoy es otra la página que reseña el libro de la historia del Zulia. Esa que a diario escribimos cada uno desde distintas trincheras. Ni el peor enemigo, adversario o rival político de Rosales Guerrero podrá tapar el Sol con un dedo y negar el antes y el ahora de la fotografía mental de la gente que ahora mayoritariamente apuesta por la esperanza. Así lo hizo el 21N del 2.021. Nadie ha dicho ni prentendo asegurar que todo es “color de rosa”. Que los problemas desaparecieron. Existen, continúan, pero el dirigente responsable con un equipo de hombres y mujeres capaces, que trabajan de Sol a Sol, busca solucionar lo olvidado, abandonado y dejado de hacer como tarea de gerencial entre tanto caos encontrado, no solo en el palacio de Los Cóndores, sino en una infinidad de dependencias convertidas más bien en agencias de empleo. Algo parecido hallaron los alcaldes en sus municipios, donde batallan para rendir cuentas cuando el calendario lo indique en medio de dificultades presupuestarias a las que no escapan.

Observar, ver o mirar lo que se hace en mejorar áreas del Hospiral General del Sur, en el Adolfo D’Empaire de Cabimas, en el Pedro García Clara de Ciudad Ojeda o en el Sur del Lago nos dice que algo bueno viene pasando. Además los Centros Clínicos Ambulatorios que son rescatados y despiertan del abandono, garantizan la salud gratuita de los zulianos. Eso “no tiene precio”, diríamos, en el mundo del lenguaje de los chamos de hoy.

Ir a escuelas adscritas a la Gobernación del Zulia y observar que los niños respiran en un ambiente de respeto a su enseñanza con comodidad, alimentados y provistos de las herramientas tecnológicas del saber, es signo de una mejor calidad de un futuro ciudadano. Que decir del contagio de emoción que produce ver a los jóvenes optar por una beca del programa “Dr. Jesús Enrique Lossada” en las mejores universidades privadas. La clave del progreso sigue siendo la educación.

Poder caminar otra vez con la familia por el Parque Urdaneta, Parque La Marina, el Monumento a La Chinita y otros espacios públicos dejó de ser un sueño. Percibir el entusiasmo de las amas de casa o de los jefes de familia durante las jornadas de Mercados Populares es otro programa social que ha vuelto como palabra empeñada de cumplirle a la gente. En fin, otras y muchas son las acciones que son ejecutadas en favor de la gente. La misma que vive en el barrio, urbanización o en sectores populares del estado Zulia.

Otra verdad sea dicha y es que no “son todos los que están ni están todos los que son”,  los problemas resueltos en un año de gestión, pero es criterio de Rosales Guerrero que los que gobiernan en cualquiera de los tres niveles —nacional, regional y municipal— deben “cumplir con la palabra que empeñamos y los políticos buscar la solución de los problemas de la gente. No es sólo buscar una charretera y echarse discursos. Pelearse por los puestos. Buscar solo el poder. Es solucionarle los problemas a la gente. Yo estoy de acuerdo. Todos estamos pensando en las elecciones del 2024. En esas elecciones presidenciales.

“Después vienen las parlamentarias y nuevamente las de gobernadores, alcaldes, concejales y legisladores. Como no, pero ¿tenemos que esperar dos años, tres años para empezar a atender los problemas de la gente?. No, eso no lo acepta nadie. Los problemas hay que solucionarlos desde ya. Y no decirle a la gente no”.

“No se puede solucionar nada, porque eso beneficia al Gobierno (Nacional). No, eso no beneficia a ningún Gobierno. Eso beneficia a la gente. Si la gente no tiene energía eléctrica, eso no afecta en nada al Gobierno. Afecta es a quien está padeciendo el problema de la energía. Esa es la verdad, porque se vive mucho de la politiquería. De la mentira, del engaño. De decirle a la gente o hacerle ofrecimientos engañosos, buscando soluciones que jamás van a llegar o soluciones mágicas que nunca se van a concretar.


A la gente hay que decirle la verdad”.

José Aranguibel Carrasco