“El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Simón Bolívar
Dice el refranero popular que “soñar no cuesta nada”.
Los sueños vienen sólos, desaparecen así como llegan y no dañan a nadie. Todos en general tenemos sueños. Algunos cuando dormimos, aunque otros despiertos siempre se la pasan soñando. Lo único malo es que cuando despertamos nos damos muy duro, durísimo, al saber que la realidad es otra, muy distinta a la que vemos cuando estamos en los brazos de Morfeo, dueño de poderes de naturaleza telepática, según decía la mitología griega.
Algo así le comenzó a suceder al recién designado jefe del Psuv en el Zulia, Francisco Ameliach, al prometer, —no sabemos si despierto o dormido—que en unas próximas elecciones su conducción política llevará a derrotar al actual gobernador, Manuel Rosales. Guerrero.
Ameliach, llegó al Zulia hace pocos días. Lo mandaron al estado más importante del país a la hora de sumar los votos que deciden el destino político venezolano. Trajo sus maletas llenas de suficientes mudas para instalarse por un largo rato con la única misión de sustituir a Jackeline Faría. Su labor será hacer el trabajo que la dama no pudo de poner de acuerdo, unir y meter en cintura a sus camaradas por el desorden, desastre y caos que dejaron cuando gobernaron a esta tierra durante cuatro años, donde la marca del “Hecho en Socialismo”, significó destruir, paralizar y sepultar en el atraso a la tierra del Sol Amada. Jackeline Faría todavía es muy recordada por los caraqueños, porque en una oportunidad, ya lejana, les prometió que sanearía el río Guaire y las familias de la Sultana del Avila pasearían en botes en sus cristalinas aguas en la propia cuna de Simón Bolívar.
Lo cierto es que Francisco Ameliach formuló esa promesa a través de un Twitter que puso a circular como termómetro, buscando quizá, medir la temperatura en el ánimo de los zulianos que, lógicamente, tuvo demasiadas respuestas que en su mayoría son impublicables por sus contenidos. A menos que este dirigente oficialista sea amante de consultar una bola de cristal para saber qué futuro político tiene su misión en el Zulia, habría que preguntarle si su propósito de pintar de rojo rojito a nuestra región en algún momento, busca en primer lugar, reinvindicar a la Revolución Bonita que bastante ha maltratado al Zulia.
¿Será qué desea sorprendernos y en algún momento anuncie medidas sancionatorias, morales y penales, contra los responsables de haber destruido la confianza, los servicios de salud, educación, suministro de agua, electricidad, programas sociales, infraestructura pública o el parque automotor y bienes de la Gobernación y Alcaldías, cercanos inclusive, casi a llegar a expropiarnos la esperanza, alegría y manera de ser que los zulianos llevamos en el alma?. A lo mejor puede tratarse de eso o también que la impunidad de los delitos contra el patrimonio del Zulia “le echen más tierrita”.
Este dirigente nacional enarbola como bandera que
“hace 16 años fui jefe del comando de campaña del Cmdte Hugo Chávez que derrotó a Manuel Rosales @manuelrosalesg con una diferencia de 26 puntos porcentuales. En las próximas elecciones le volveremos a ganar”, pero no explicó que no era la Gobernación del Zulia la que estaba en juego. Era la silla de Miraflores cuando Rosales Guerrero intento —contra todo pronóstico— derrotar no solo al desaparecido expresidente Chávez Frías, sino a todo el aparato de poder del Estado venezolano al servicio de una campaña electoral donde el ventajismo, abuso y uso de los bienes públicos ha sido una constante.
Eran momentos cuando los venezolanos desanimados no querían saber, oler ni que les hablaran de elecciones. El mérito de Manuel Rosales Guerrero fue rescatar la ruta electoral que sigue vigente y no las aventuras radicales de algunos que sólo ha significado la pérdida de valiosas vidas jóvenes de hombres y mujeres.
En la agenda que tiene Francisco Ameliach deberá escribir en mayúscula la tarea que va a escudriñar, investigar y sancionar las responsabilidades individuales o grupales de sus camaradas que dirigieron la administración política y de gobierno en el Zulia, donde el legado dejado fue destrucción, abandono y un incierto destino de los dineros públicos que nunca vimos en obras que mejoraran la calidad de vida de la gente.
Le toca reinvindicar el daño causado. Muévase, gestione y consiga al menos una obra pública, digamos, culminar la malograda vía alterna al Lago de Maracaibo que permita trascender en la historia del Zulia a su “Revolución del Siglo XIX”. Allí está la diferencia en la manera de gobernar de Rosales Guerrero y lo que usted piensa. “Deseos no empreñan”. De todas maneras sea el señor Ameliach bienvenido a la tierra de Udón, Urdaneta, Yepez y Baralt embajadores de la zulianidad.
José Aranguibel Carrasco