“En su forma actual, la democracia no sobrevivirá a la fusión de la biotecnología y la infotecnología, o bien se reinventa a sí misma con éxito y de una forma radicalmente nueva, o bien los humanos acabarán viviendo en dictaduras digitales.” Yuval N. Harari.
Por ese camino andamos en el mundo con la adquisición de Twitter por una sola persona, por ejemplo, aunque en Venezuela estamos transitando hace más de veinte años en la más grande oscuridad de la ignorancia. Frente a ese grave problema que nos revela Harari en la que está envuelta la humanidad toda, los venezolanos, en las actuales circunstancias, tenemos que enfrentar, además, los peligros del ejercicio profesional, es decir, los peligros del ejercicio del conocimiento, ya que resulta bien difícil determinar cuál de ellos se ha convertido en el más peligroso.
En el caso de la medicina, ahora resulta que las clínicas privadas son las culpables de los altos índices de mortalidad y morbilidad nacional debido a los elevados precios que cobran. En tanto los hospitales públicos, cuya responsabilidad de funcionamiento es del Estado, se encuentran en deplorables condiciones físicas, sin dotación de equipos ni medicamentos, y vergonzosas remuneraciones a su personal, lo cual hace que el ejercicio de la profesión hipocrática apele a los milagros divinos para obtener buenos resultados.
La psicología y la psiquiatría han colapsado debido a los frecuentes cambios de personalidad generalizados en la población, sobre todo por la adulancia y el acomodo, y por la sociopatía observada en funcionarios de los distintos niveles de gobierno. El culto a la personalidad, el engaño y la mentira compulsiva puesta en práctica desde la Presidencia usurpada hasta el más lejano jefe civil, así como la nueva categoría de narcisistas leninistas, pone en peligro el ejercicio de estas nobles profesiones.
Las cifras ocultas, amañadas, afeitadas y distorsionadas que presentan los organismos y empresas del Estado como PDVSA, BCV, el INE y toda la estructura de gobierno, hoy usurpada, hacen bien complicado cualquier estudio serio de carácter socio económico y muy riesgosa cualquier recomendación de inversión en el país. Sólo a los contadores Públicos parece facilitarse el registro del desastre económico mediante la eliminación de los ceros que vaya acumulando la inflación.
Una de las profesiones cuyo ejercicio profesional parece impracticable ahora, es el Derecho. Sencillamente porque no existe ya que ninguna ley es tomada en cuenta, ni siquiera la Constitución, por que sólo cuenta el derecho dizque revolucionario donde la dama ya no es tan ciega y la balanza está inclinada más de un lado que de otro.
Los profesionales de la Odontología y los Comunicadores sociales la tienen bien difícil, ya que no se puede abrir la boca, mucho menos si es para denunciar, criticar o protestar contra el régimen. Las extracciones, la ortodoncia y la periodoncia habrá que practicarlas por otras vías ya que en boca cerrada, no entran moscas.
En un país donde la claque militar, deshonrando su profesión, ya no manda divisiones ni batallones sino que dirige negocios, que no cuenta cañones ni fusiles sino el dinero mal habido, es una evidente demostración de lo extenso y profundo de la descomposición moral que corroe el alma nacional y donde nadie, en las alturas del poder está pensando, ni mucho menos se está ocupando de que el mundo se está volviendo cada vez más complejo y que la gente no se está dando cuenta de lo poco que sabe de lo que está ocurriendo.
Como dice Harari, las decisiones que tomemos en los próximos años moldearán el futuro de la propia vida, y podemos tomar estas decisiones solo a partir de nuestra visión actual del mundo.
Neuro J. Villalobos Rincón