Rusia, además de las dificultades militares en Ucrania, se enfrenta a las tensiones internas en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la alianza militar impulsada por Moscú para mantener su zona de influencia en el Cáucaso y Asia Central.
Durante una cumbre de la OTSC en Ereván (Armenia), el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, denunció la incapacidad de sus aliados de ayudar a su país en la guerra con Azerbaiyán, con quien se disputa el control de la región de Nagorno Karabaj.
Un artículo de la OTSC prevé que, cuando uno de los países miembros sufre una agresión, el resto interviene para defenderlo, una lógica parecida a la establecida por la OTAN.
Sin embargo, pese a sus reiteradas peticiones, Armenia no recibió ayuda militar por parte de sus aliados.
Pashinián denunció que esto supone “un daño enorme para la imagen de la OTSC, tanto en nuestro país como en el extranjero”.
Además de su no intervención en Armenia, el rol de Rusia como potencia regional y mundial se ha visto debilitado por las dificultades de su ejército en Ucrania, según sus aliados históricos.
“Creo que todos pensamos lo mismo: si Rusia se hunde –que Dios lo impida–, nuestro lugar será debajo de los escombros”, dijo el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, aliado de su homólogo ruso, Vladimir Putin.
“Rusia está perdiendo continuamente terreno. La confianza va debilitándose”, explica a la AFP Murat Aslat, investigador del centro de estudios Seta, con sede en Ankara.
En cambio, Turquía, que apoya a Azerbaiyán en la guerra con Armenia, avanza sus peones para reforzar su influencia en Asia Central.
“Dislocación”
Además de Rusia, Armenia y Bielorrusia, también forman parte de la OTSC Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
Muchos de estos países dudan, sin embargo, sobre el futuro de esta organización, aún más teniendo en cuenta las recientes tensiones territoriales entre Kirguistán y Tayikistán.
“Hay cada vez más competencia y vulneraciones en lugar de una verdadera cooperación y organización”, considera Murat, quien observa “una falta de identidad y consenso sobre los problemas comunes”.
Las autoridades rusas están, oficialmente, satisfechas sobre el resultado de la reciente cumbre de la OTSC.
Esta organización sirve para “garantizar la defensa de nuestros intereses nacionales y de la soberanía y la independencia de nuestros países”, dijo Putin.
Pero la prensa rusa se mostró menos satisfecha.
“Los aliados tienen prioridades distintas”, tituló el miércoles el diario Kommersant, y el rotativo Nezavissimaia Gazeta aseguró que “en Ereván intentaron salvar la alianza de una dislocación”, ante las preocupaciones e intereses divergentes y la falta de solidaridad entre los países miembros.
Richard Giragosia, director del grupo de reflexión Regional Studies Center, con sede en Ereván, rebautiza esta alianza con cierta sorna como “una organización del tratado de inseguridad colectiva”.
Este analista considera que Putin es el principal responsable de su declive.
El futuro de la OTSC no se puede predecir, pero la pérdida de influencia de Rusia abre la puerta a que otras potencias regionales o mundiales aumenten su influencia en Asia Central, como Turquía o China.
El gigante asiático basa su influencia geopolítica a través de la Organización de Cooperación de Shanghái y su proyecto de las “nuevas rutas de la seda”.
AFP