Eugenio Montoro: Vuelven los estoicos

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            Los primeros estoicos aparecieron en Atenas tres siglos antes de Cristo. Formaron un grupo filosófico para guiar el comportamiento con bastante éxito y hasta Marco Aurelio, un Emperador romano, lo practicó y es hoy una de sus referencias importantes.

            Lo fundó un tal Zenón, que era comerciante y llevaba un barco cargado de mercancía cuando se le hundió cerca de las costas de Grecia y perdió todo y hasta de vaina no se ahogó. Pero llegó a Atenas y como no tenía mucho que hacer, y ni siquiera cobres, se empató con algunos filósofos de aquellos tiempos y luego, como hacen nuestros políticos criollos, fundó su propio movimiento.

            Altibajos ha tenido su aceptación durante la historia, pero, curiosamente, el estoicismo está tomando un aire nuevo en nuestro mundo actual y por eso nos pareció un tema pertinente y, además, es de aplicación directa en esta tierra de Gracia, con Colón, y de desgracia, con Maduro.

            Los estoicos no les dan muchas vueltas a las cosas. Somos seres racionales y esa es el arma que nos sirve para vivir de acuerdo a nuestra naturaleza. Nosotros somos los responsables de nuestras emociones y no el mundo exterior. Tenemos emociones que nos disgustan, por ejemplo, la ira y emociones que nos gustan, por ejemplo, la ternura. La idea es minimizar y controlar las emociones malas y maximizar las buenas. Otra cosa que promueven es el de esforzarse sinceramente en entender a los otros y conocer las razones de su sentir y comportamiento, una especie de empatía gigante.

            La felicidad para los estoicos depende de nosotros mismos. Nada del exterior importa ni los perturba y el esfuerzo es para alcanzar la virtud. Esa es la clave de su fortaleza. Sin duda el aumento progresivo en la racionalidad en la vida moderna hace cada vez más atractivo al estoicismo quien, además, promueve el no atiborrarse de peroles innecesarios. Para el hombre actual, sometido a una vorágine de presiones y exigencias, en especial en las grandes ciudades, el pensamiento de los estoicos es casi un refugio de paz.

            Quizás lo más atractivo del estoicismo es que se trata más de una aplicación práctica que de una larga reflexión filosófica y, además, cada quien mata sus piojos como quiera pues para controlar, por ejemplo, la ira algunos harán una cosa y otros una distinta, pero al gusto y la velocidad de cada quien.

            Es casi seguro que si le pusiéramos algo de estas cosas en el desarrollo de los acontecimientos políticos de la oposición venezolana posiblemente nos iría mejor. Dejaríamos de maximizar lo “maluco” que hacen los otros partidos (el nuestro nunca) y empezaríamos a escucharnos y no solo a oírnos. El clima de interacción mejoraría muchísimo pues trataríamos de entender las razones del otro.      Cuantas veces juzgamos solo por las apariencias sin conocer las raíces profundas del comportamiento del compañero. Cuan necesario sería tener la posibilidad de acercarnos y preguntárselo. Quizás saldríamos sorprendidos.

            Estamos frente a una probabilidad cierta de una transición política en Venezuela y un poco de estoicismo nos vendría bien. Nos daría la tranquilidad necesaria para enfrentar las enormes complejidades y nos ayudaría mucho a trabajar juntos sin que los naturales roces causaran problemas. El estoicismo en los gerentes de la recuperación de Venezuela va a ser imprescindible porque el país está vuelto zurullo y las presiones para arreglarlo rápidamente crearán enormes presiones sobre los dirigentes y los gerentes.

            Séneca, uno de los grandes del pensamiento estoico, tiene una buena frase  “La coherencia es lo fundamental para el estoico. Cuando el discurso y la acción concuerdan, la tranquilidad de espíritu llega”. Adecuada para el asunto de la Unidad opositora a Maduro. Casi todos los partidos se rompen las vestiduras cuando hablan emocionados de la necesaria Unidad, pero cuando vemos los resultados concretos, que al final es lo que importa, estos son muy pobres y eso lo que significa es que tenemos poca unidad. La unidad se mide no en lo que decimos sino en la cantidad de cosas que logramos juntos.

            Muchos retos tenemos por delante, primarias, condiciones electorales, acuerdo de gobernabilidad. Los estoicos al centrarse en su control interno hacen que lo externo no les produzca miedo. Posiblemente no hay mejor arma para combatir al régimen. El arma ya está a la venta y es gratis.

            Y cerramos con una de las frases favoritas de los estoicos “¿Quién es el hombre rico?” preguntaron y Epicteto respondió: “El que está contento”. Así que pronto seremos todos ricos cuando salga esta lacra roja.

                                                                           Eugenio Montoro

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