Alberto Barboza: La direccionalidad empresarial

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De acuerdo con el artículo anterior “El Triangulo del Éxito Empresarial” quede comprometido en desarrollar cada uno de los cuatro elementos conformantes; la direccionalidad, gobernabilidad, confiabilidad de los procesos y el liderazgo trascendental. En esta entrega abordare la direccionalidad que se encuentra en el vértice superior del triángulo, ella representa la orientación empresarial de cara al futuro, expresada en el plan estratégico de la corporación que contiene la visión, los objetivos, metas, los medios para materializarlos y los indicadores de gestión necesarios para monitorear el curso de los acontecimientos.

No recuerdo el autor de un pequeño cuento, sobre un caminante que al final del camino se encuentra que éste se bifurca y justamente en esa división sentado en una roca se encuentra un viejo descansando, a quien el caminante le pregunta: ¿Señor hacia dónde conducen los dos caminos? Y este le responde con otra pregunta: ¿Hacia dónde va usted? Cuya respuesta fue: la verdad que no sé, y acto seguido el viejo le recomienda: entonces tome cualquiera. Eso es justamente lo que sucede cuando las organizaciones no cuentan con direccionalidad, con un destino trazado, cualquier camino que se tome resulta indiferente y todos los caminos tomados al azar son los peores. 

La direccionalidad significa el acoplamiento de toda la comunidad organizacional, de todos los esfuerzos, proyectos, programas, políticas, creencias, en suma, de todas las intenciones y acciones en torno a una meta y a una trayectoria definida y establecida por la alta dirección de cualquier organización en todo el planeta.

El tema de la direccionalidad ni siquiera debe generar discusión, los actores que dirigen organizaciones deben establecer un sentido de dirección y la misma debe ser sagrada por todas las partes interesadas en el negocio. Caso contrario, ante la ausencia de direccionalidad las empresas serán víctimas, no solo de las fuerzas del destino, sino también de la emocionalidad y sentir de esas partes interesadas, siendo el peor ambiente que cualquier organización pudiera enfrentar, lo que sin duda amenaza su propia existencia.

Dependiendo del grado de direccionalidad empresarial nos encontramos con varios escenarios: En primer lugar, tenemos lo que hemos llamado “Escenario anárquico”, resultado de que la alta dirección no ha definido y establecido una direccionalidad, y por ende, todos los integrantes, al no tener un rumbo oficial definido forjan su propia agenda. Este es el escenario más propicio para el peor desempeño operativo y el más pobre en resultados.

En segundo lugar está el “Sabotaje”, caracterizado porque existen dos tipos de agendas, una de ellas, es la direccionalidad oficial establecida por la alta dirección, y la otra, es la agenda consensuada por parte de los trabajadores que está totalmente opuesta a la primera. Esta es otra situación de suma entropía, quizás más peligrosa para los intereses de la dirección que la anterior. Este escenario podría ser el resultado de una ausencia de liderazgo, donde no existe el mínimo de credibilidad por parte de la comunidad hacia su clase gerencial, o existe un liderazgo en las bases que es capaz de aglutinar esfuerzos contrarios a los intereses organizacionales.

El tercer escenario se caracteriza por la presencia de consenso que representa un “Acoplamiento”, es decir, existe una direccionalidad oficial establecida y es pertinente a los intereses de la organización, también existe un liderazgo efectivo que ha sido capaz de vender esa direccionalidad como el mejor camino hacia el éxito y la comunidad progresivamente ha supeditado su agenda particular a la oficial. Sin embargo, existe desorganización que amerita esfuerzos por parte de la dirección hasta lograr el acoplamiento perfecto.

El cuarto escenario es la “Sinergia”, representa la situación ideal, donde existe una sola direccionalidad oficial, donde la empresa y su gente están perfectamente sincronizadas, todos comparten la misma visión, los mismos principios y la misma forma de ver el negocio. Todo ello producto de un liderazgo efectivo que ha sido capaz de definir un rumbo, un destino y ha logrado que cada quien haya asumido esa meta y ese rumbo como suyo. En esta situación todos los miembros de la comunidad organizacional se encuentran remando en la misma dirección y los resultados esperados serán definitivamente espectaculares.

Para lograr la direccionalidad empresarial sinérgica existen muchos métodos, técnicas y herramientas, algunos muy efectivos y otros menos, lo cual depende en buena medida del país y de la cultura. En nuestro medio latinoamericano, considero debemos innovar por los ambientes económicos, sociales y nuestra cultura organizacional muy particular. De allí que hemos desarrollado un enfoque de planificación estratégica a corto plazo apto para ambientes sumamente turbios y difíciles, que hemos denominado “Planificación Estratégica Acelerada – PEA”. ¿Por qué acelerada y a corto plazo? por la misma razón que motivó al célebre economista británico John Maynard Keynes, cuando le preguntaron el por qué sus teorías económicas estaban diseñadas para el corto plazo, a la cual respondió: “Porque en el largo plazo todos estaremos muertos”.

A grosso modo el método consiste en cuatro fases: la primera, realizar un diagnostico estratégico para conocer la verdadera realidad de la organización, es decir, ¿Dónde se encuentra parada? La segunda, en función de la realidad conocida, proyectarse en el futuro, justamente con la visión y objetivos estratégicos derivados de esta. La tercera fase consiste en la elaboración de los planes de acción, la cual es muy peculiar, ya que en ésta se aplican técnicas y herramientas de optimización de procesos y solución de problemas, cuyo fin es eliminar las debilidades encontradas para convertirlas en fortalezas y hacer frente a las amenazas, así como también aprovechar las oportunidades. Aquí se desentrañan en su genética los grandes problemas existentes en los procesos del negocio, para viajar hacia el futuro sin cargas demasiado pesadas. La última fase es la ejecución de los diferentes planes de acción que conforman justamente el plan estratégico y el seguimiento mediante indicadores de gestión para ir controlando la ejecución de los planes y la transición hacia el futuro.  

Esa es la diferencia de nuestro método con los tradicionales, donde hemos fortalecido la disciplina de la planificación estrategia con herramientas de “Gestión de la Calidad”, que le impregnan al conocimiento estratégico elementos de mejora y reingeniería de procesos. Pudiéndose afirmar que la Planificación Estratégica Acelerada es en realidad un método de Planificación Estratégica de la Productividad para un Futuro Cercano.

Señores, la gran verdad, es que con la planificación estratégica se vencen las fuerzas nefastas del destino, ya que, cuando las organizaciones, los propios individuos y el mismo país, al no contar con un plan para forjar una realidad deseada, serán victimas del destino, quien siempre tiene reservado el peor de los escenarios para quienes no planifican.

Alberto Barboza

Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad

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