En un artículo anterior trate el tema de las cinco líneas estratégicas para la reconstrucción del país, convencido que son fundamentales e indispensables para desmantelar la estructura disfuncional y entropía de las últimas dos décadas en todos los órdenes de la vida nacional. Las mencionadas líneas se refieren a la restauración del estado de derecho, la configuración de una economía de mercado, el diseño de una política económica estratégica de desarrollo, la formación de líderes a todo nivel y la reconstrucción del tejido familia y social. Claro que se deben acometer otras acciones de estado y gobierno para reconstruir a Venezuela, pero estas cinco líneas no pueden faltar en el próximo plan del gobierno democrático.
En el marco de la segunda línea sobre la economía de mercado, donde la propiedad privada sea sagrada y el emprendimiento una moda, tenemos que fortalecer el sector productivo de acuerdo con lo que he denominado “El Triángulo del Éxito Empresarial”, término asumido por quedar convencido a lo largo de más de 35 años de experiencia, como analista, gerente, presidente, consultor, facilitador e investigador, en diferentes organizaciones privadas, públicas, mixtas, grandes, medianas, pequeñas, de manufactura y de servicios, donde la mayoría de los grandes problemas que se padecen, se circunscriben en alguno, o varios, de los vértices que conforman este triángulo, siendo éstos: la direccionalidad, la gobernabilidad, la confiabilidad de los procesos y el liderazgo trascendental como elemento central.
Tratar en estos momentos el tema del crecimiento y desarrollo empresarial pareciera ilusorio o fuera de lugar, lo que pasa es que percibo una tenue brisa de cambio a corto plazo, además, desde el punto de vista de la neurolingüística, se recomienda visualizar siempre los escenarios positivos. Así que vaya mi recomendación al sector empresarial del país, para que las buenas nuevas no lo consigan desprevenido.
Es bien sabido que la misión de cualquier organización es su razón de ser, es decir, el para qué existe, el qué vino a hacer en este mundo. Por su parte, la visión, es un estado de operación muy superior a la misión, es lo que se aspira a ser y que no se es. La visión es como una fotografía perfecta de uno en el futuro. Se puede afirmar que la misión es el nivel mínimo de operación aceptable y la visión el máximo. En este orden de ideas, en mis andanzas de consultor, nunca me he topado con empresas que hayan logrado y estén viviendo su visión, lo máximo que he visto son empresas que cumplen con su misión, pero la gran mayoría ni siquiera cumplen con ésta, es decir, se encuentran por debajo de su razón de ser, en un estado de gestión por debajo del porqué y para que existen. Se puede aceptar que el cumplimiento con la misión sea de la manera más imperfecta posible, pero que una empresa no cumpla con su propia razón de ser, es una situación de extrema gravedad.
Así que el éxito empresarial va a depender sobremanera del buen funcionamiento de cada uno de los cuatro elementos que conforman el triángulo del éxito; primero, que estén bien construidos; segundo, que estén exentos de problemas en su interior y tercero que interactúen de manera armónica. Veamos en qué consiste cada componente del triángulo del éxito empresarial.
En el vértice superior del triangulo se encuentra la direccionalidad, la cual representa propósito, futuro, con ella la empresa configura su destino deseado y diseña los dispositivos necesarios y suficientes para llegar a él. Entre los dispositivos más importantes está justamente la visión, que es el gran anhelo, la estrategia que representa el camino más idóneo para lograrlo, los objetivos estratégicos y el plan o conjunto de planes de acción que representan las calles y veredas de ese gran camino que es la estrategia hacia la visión. En suma, estamos hablando de un plan estratégico que le proporciona el porvenir y la direccionalidad a toda organización.
En el vértice de la izquierda está la gobernabilidad, que representa dominio sobre factores que son determinantes para el éxito del plan estratégico. Con ella la gerencia adquiere el control necesario de los recursos internos y externos requeridos para llegar al destino trazado. La gobernabilidad sugiere poder de maniobra sobre los diferentes recursos internos, tales como; las relaciones con los trabajadores, la procura, los insumos, y los recursos externos, como los clientes, proveedores, legales y reglamentarios por mencionar algunos.
En el vértice de la derecha se encuentra la confiabilidad de los procesos, aspecto de vital importancia que significa que éstos deben estar bajo el dominio gerencial y operativo, los procesos se deben ejecutar de la manera prevista, asegurando la calidad, en términos de eficacia y eficiencia, para generar los resultados esperados al menor costo posible, lo cual se traduce en productividad y la consecuente rentabilidad.
Por último, en el centro del triangulo esta el liderazgo trascendental, siendo, nada menos y nada más, que la enzima catalizadora que promueve el desarrollo de los tres elementos anteriores. El liderazgo es la fuerza del cambio y de la constante revisión de posturas ante los diferentes escenarios internos y del entorno a la organización. El liderazgo, le da a la alta dirección y al equipo de gerencia, la oportunidad de trascender y converger hacia realidades deseadas con la instauración de una cultura corporativa de confianza, éxito y prosperidad.
En definitiva, el triángulo del éxito, es un enfoque gerencial de 360 grados que direcciona, integra y potencia los diferentes niveles organizacionales, estratégicos, tácticos y operativos, identificando las oportunidades de mejora, a nivel de los procesos, estructuras y la cultura, donde se aborda el factor humano como ente impulsor de los cambios que se requieren para la agregación de valor a las partes interesadas. En las próximas entregas abordare por separado cada uno de estos elementos del triangulo a objeto de su profundización.
Estoy profundamente convencido, que el sector empresarial venezolano, trabajando en función del triangulo del éxito, creará tanto valor agregado a todos los actores involucrados; dueños de negocios, gerentes, trabajadores, clientes y relacionados, que jamás, pero jamás, la gente volverá a pensar en populismos, socialismos, comunismos y todos los “ismos” que existan en la política.
Alberto Barboza
Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad
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