Copio, como introducción, algunos párrafos de un trabajo de la fundación La Salle, publicado en 2012.
“La primera concesión para la explotación de petróleo en Venezuela fue otorgada el 24 de agosto de 1865 por Jorge Sutherland, Presidente Constitucional del Estado soberano del Zulia, al ciudadano norteamericano Camilo Ferrand para taladrar, sacar y exportar petróleo o nafta en todo el estado Zulia” (63.000 Km2)
“En diciembre de 1909, comenzando el gobierno de Juan Vicente Gómez, John Allen Tregelles y N.G. Burch, apoderados de la empresa británica The Venezuelan Develoment Co., recibieron una concesión de 27 millones de hectáreas que incluía a los estados Sucre, Delta Amacuro, Monagas, Anzoátegui, Carabobo, Zulia, Falcón, Táchira, Mérida, Lara, Trujillo” (270.000Km2).
En Venezuela el dar concesiones enormes no es nada nuevo y por esta razón no debería extrañarnos que, a estos dictadores, que en desgracia hoy tenemos, se les ocurra, sin preguntarle a nadie, darles, bajo la sombra de algún acuerdo, un millón de hectáreas a Irán (10.000Km2) para que, aparentemente, las utilicen para un desarrollo agrícola. Juan Vicente Gómez y Nicolás, como rancios dictadores, han coincidido de nuevo. Gómez dio concesiones para sacar petróleo y Maduro hace algo parecido para que los extranjeros saquen los nutrientes del suelo venezolano.
La primera reacción de muchos conocedores de estos asuntos, y que observamos a través de algunos medios de comunicación y por las redes sociales, es que el acuerdo con Irán viola la Constitución ya que “el territorio nacional no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado”. A mis apreciadísimos paisanos que hacen referencia a esta violación de la Constitución les quiero recordar que la banda de delincuentes comunistas que nos tortura, hace tiempo que se pasó la Constitución por donde te conté y les importa un carajo lo que esté escrito pues lo supraconstitucional es mantenerse en el poder a como dé lugar y haciendo cualquier cosa.
Uno de los puntos interesantes es que nos enteramos del asunto del millón de hectáreas no por boca de Maduro o algunos de sus cómplices sino por un funcionario de Irán al que no le da pena decirlo. Desde allí todos son preguntas. ¿Qué van a hacer con esto? ¿Cuánto es “pa ellos y cuánto pa nosotros”? “Van a poner mezquitas? Posiblemente ni los firmantes del convenio saben las respuestas y tal vez comiencen ahora a desarrollarlas.
Lo cierto es que se trata de uno de esos acuerdos entre mochos que se juntan para rascarse ya que los dos están sancionados y, seguramente, también como para decirle a los gringos “por aquí de cerquita andamos los persas, los que hablamos farsi, tus enemigos a muerte”.
A Bolívar ni en sus mejores delirios, además del Chimborazo y envuelto en el manto de Iris, se le ocurrido que en su querida patria iba a poner la bota insolente el persa por cuanto los mandones rojos ya no saben qué hacer para que no los saquen. Y no les dieron un pedacito, el millón de hectáreas es casi del tamaño del estado Táchira, o sea, pareciera que vamos a tener un nuevo estado en Venezuela, pero islámico.
Los curas católicos y los pastores cristianos andan también preocupados con este asunto, pues los persas son fanáticos de su religión islámica y sin lugar a dudas tratarán de ir convirtiendo a los “infieles” venezolanos.
Lo cierto es que el mundo parece se mueve hacia algún nuevo sitio. Las tensiones entre China Y USA por el caso Taiwán pueden cambiar las cosas principalmente relacionadas con el comercio entre las dos potencias. Tal vez es el momento para que USA reduzca el creciente poder chino en la economía mundial. En Europa está ya claro, después de que los rusos les cerraran las válvulas del petróleo y el gas, que tener autosuficiencia energética es un imperativo. Así las cosas, pareciera que la ilusión de la globalización donde “se produce donde sea más barato” pudiera estar cambiando radicalmente por el nuevo paradigma de “primero la seguridad en casa”.
En Venezuela también estamos en un proceso de cambio. Muchos están trabajando para salir de Maduro y sus cómplices mediante un método civilizado. No es fácil y es largo, pero tenemos que hacerlo. Para que ocurra los ciudadanos tenemos que ayudar a nuestros líderes de oposición. Todos ellos tienen sus muchos cuentos malucos y sus muchos defectos, pero esos son los que tenemos y hay que apoyarlos con total energía.
En contra de algunas opiniones, creemos realmente que todos los líderes de oposición quieren que salga Maduro y ese es el mejor estandarte para la necesaria unidad.
Eugenio Montoro