“La justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostienen la igualdad y la libertad”, Simón Bolívar
Cuánto no desearían los médicos venezolanos poseer una varita mágica y abastecer de insumos, equipos y medicamentos las emergencias y los principales servicios donde laboran, pero como la realidad no es ficción ni se trata de ningún show de arte de magia, —menos que esa esa su misión—, lo seguro es que seguirán trabajando con las uñas y rogándole a papá Dios que haga el milagro y le de una “ayudita” al Gobierno desde donde a los hombres y mujeres de blanco la malsana intención no resulte en pasar de convertirlos de héroes a villanos por la crisis del sector público de la salud.
Cualquier similitud en otro país del mundo dudo que exista con los profesionales sanitarios venezolanos, identificados por la prenda de vestir blanca que usan cuando cumplen en los centros hospitalarios su sagrada misión de salvar vidas y preservar la salud de la población. Son hombres y mujeres de carne y hueso. Egresados de las mejores universidades públicas del país después de 5, 6, 10 o más años de preparación y no en cursos expres. No son magos ni brujos, sin herramientas mínimas, mal pagados, a quienes el absurdo, irrespeto y la intolerancia oficial llega al extremo de perseguirlos, maltratarlos o detenerlos, acusándolos de ladrones como sucedió en el Zulia, donde los médicos María Inés Elías y Rafael Briceño, residentes de urgencias del HUM, fueron arrestados el 6 de junio cuando encontraron dos kits de cirugía en sus vehículos que habían sido adquiridos por familiares de un paciente que sería sometido a cirugía. A ellos, según la Federación Médica de Venezuela, FMV, se suma una lista de más de 40 profesionales de la salud detenidos en todo el país.
Otro caso absurdo, persecutorio y de abuso de autoridad fue la detención más recientemente de la profesional María Suárez, jefa de enfermería del Hospital “Dr. Pastor Oropeza Riera”, de Carora, estado Lara, por el simple hecho de exigirle el uso del tapabocas a un funcionario policial. El fiscal general de la República, Tarek William Saab, si bien no impidió el bochornoso acto abusivo del funcionario, procedió al menos a ordenar su detención y la de otros oficiales que lo secundaban. Claro mensaje que no debe quedarse en el aire, sino que advierta a quien vista uniforme, —sin importar color o rango—, que no sólo en el papel debe existir el Estado de Derecho. Y que si creen que el papel lo aguanta todo, ningún venezolano cerrará su boca para no denunciar cualquier práctica abusiva. Es en otra dirección y no contra los hombres y mujeres de blanco donde deben los órganos contralores y de fiscalización buscar a los responsables del deterioro del sector salud. Eso debería ser lo serio.¿Cuáles son las cuentas administrativas y patrimoniales de los exministros de Salud, exdirectores de IVSS, de hospitales y centros médicos del sector público?
¿Por qué no hay insumos, equipos y medicamentos? ¿Adónde ha ido a parar el recurso económico millonario que por años los venezolanos no vemos en un excelente, bueno o regular servicio de salud que garantiza la Constitución de diciembre de 1999?
La misión de cumplir es a diario. A cada instante, en cada emergencia, quirófano o consulta. Tratar de salvar vidas a pesar de que el Estado mienta, no cumpla y evada su responsabilidad. Este ejército de héroes anónimos en Venezuela contra toda precariedad, insuficiencia y escasez de insumos no ha dejado de atender la pandemia Covid-19. Muchos a propio sacrificio de sus vidas no están entre nosotros. El juramento hipocrático es para ellos como el faro que guía en la noche oscura el camino de los navegantes. En el Zulia la estadística registra la pérdida de valiosos profesionales de la medicina, enfermería, bionalisis, odontología y camilleros. En fin, hombres y mujeres de blanco que lucharon y perdieron esa batalla, pero no la guerra porque otros ocupan sus puestos quizá con las mismas o peores desventajas de pertrechos para darle caza a un enemigo microscópico que convive todavía entre nosotros.
Dice una verdad escrita en piedra que los hombres pasan y las instituciones quedan. Esa verdad seguirán diciéndola millones de venezolanos. Ningún burócrata podrá ocultarla, borrarla o desaparecerla. La institución de los hombres y mujeres de blanco venezolanos continuará siendo de héroes y nunca de villanos. Amanecerá y veremos.
Por:
José Aranguibel Carrasco