En estos tiempos donde creo ver una tenue luz en el túnel más oscuro que haya existido en la historia del país, debemos planificar en todos los ámbitos las características de la nueva democracia que forjaremos. En lo político, con la restauración de un fuerte estado de derecho donde las gestiones gubernamental, legislativa y judicial sean independientes y completamente despersonalizadas de las autoridades del momento. En lo social, donde la participación ciudadana en los asuntos públicos sea una praxis rutinaria, fórmula mágica para la resolución de muchos problemas políticos-sociales. En lo cultural, con una sociedad donde sus miembros, se hayan hecho cargo de sí mismos, convencidos que sus destinos dependerá de su propio y absoluto esfuerzo intelectual y laboral, con principios éticos y morales que sean una moda estadística. Y en lo económico, con un sistema de libre mercado, una blindada propiedad privada, un fuerte emprendimiento, y una característica que no existe ni ha existido en todos los sistemas económicos que hemos conocido, que es la compatibilidad con el ambiente, es decir, un sistema de inversión, producción, distribución y consumo, cuyos impactos ambientales estén perfectamente controlados. Condición necesaria para la preservación de esta clase de vida en el planeta.
Es falso, que el actuar del hombre destruye la tierra, nuestro planeta tiene su fin previsto de acuerdo con la dinámica del universo. El hombre con su actuar irracional, no destruye la tierra, lo que hace es crear las condiciones para que la tierra lo destruya a él, y luego esta seguirá girando sobre sí misma y alrededor del sol por miles de años mas, donde inclusive emergerán nuevas formas de vida. Me estoy refiriendo a serios estudios sobre la capacidad de regeneración del planeta tierra, donde se calcula, que una vez desparecida la especie humana y otras por acciones previas de ésta, pasados cien mil años, la regeneración de la tierra será de tal magnitud, que si un visitante de otra galaxia llegase a este planeta, no conseguiría ningún vestigio de que haya existido la raza humana. Cien mil años nos podrá parecer demasiado tiempo, pero desde el punto de vista cósmico es casi nada. Así que el gran reto de esta raza humana es el diseño de un sistema económico que cumpla intrínsecamente con dos condiciones, la primera; que sea sumamente productivo en términos de generar riqueza, y la segunda; que no dañe el ecosistema.
El gran reto del hombre es crear un sistema económico con esas dos características, posiblemente no exista, y se tiene que proteger el ecosistema mediante acciones político-legales como ha sido siempre. Pero siendo el caso, para que este sistema proteja el medio ambiente, se requiere de un estado de derecho incólume e inmune a las bajas pasiones de la clase gobernante. Es extremadamente triste los impactos adversos al ecosistema venezolano que genera la explotación en el denominado “arco minero”, no he leído estudios comparativos al respecto, pero estimo que el daño que la explotación del petróleo le hizo al Lago de Maracaibo, se está quedando corto con respecto a la depredación del medio ambiente como está ocurriendo en el sur del país.
Muchos han sido los sistemas económicos que han aparecido a lo largo de la historia de la humanidad, desde las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, Grecia, el Imperio Romano, Árabes, Persas, Chinas e Hindúes, hasta los Mercantilistas, basados en el principio de la acumulación de metales preciosos, los Fisiócratas centrados en la riqueza de la tierra, los Clásicos con la idea del libre mercado como forma natural del funcionamiento de la economía, los Marxistas, cuyo esfuerzo fue grande en la crítica al capitalismo y pequeño en propuestas económicas, los Neoclásicos con sus estudios sobre los precios relativos en función de la demanda agregada y el valor de los bienes en función de la utilidad marginal, los Liberales con sus propuestas para la asignación de los recursos y alcanzar el máximo desarrollo económico sin participación del Estado. En fin, toda una evolución de sistemas económicos, pero todos nefastos desde el punto de vista ambiental.
Nos queda entones formularnos la siguiente pregunta: ¿Cuáles serian las características de un sistema económico que sea amigable con su medio ambiente, es decir, que cumpla con las dos condiciones antes mencionadas? Indudablemente, tenemos que partir del liberalismo para llegar al ambientalismo. Se me ocurre otra pregunta: ¿Estará la respuesta en la Meta economía? Yo creo que por ahí va la cosa. Con el riesgo de pasar por iluso, me atrevo a sugerir que seamos nosotros los venezolanos, una vez salidos del “oscurantismo” contribuir con la ciencia y la humanidad, concibiendo ese nuevo sistema económico que elimine dos posibilidades, la que tiene que ver con los “cantos de sirena” del totalitarismo, y la más trascendental, la relacionada con el hecho que la tierra no destruya esta raza humana.
Alberto Barboza
Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad
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