Hugo Delgado: Peñaflorida

566

“A las memorias eternas de Antonio Marcano y Pablo Bassim, verdaderos periodistas venezolanos”.

Venezuela celebra cada 27 de junio, el Día del Periodista. El motivo recordar la emisión del primer ejemplar  del Correo del Orinoco  en 1818, ordenada por el libertador Simón Bolívar. Influenciado por la Revolución Francesa entendió la importancia de los medios impresos para divulgar las ideas transformadoras y libertarias en la gesta americana. Este proceso social y político –por ejemplo-  se convirtió  en el soporte para la democracia de Estados Unidos de América (EUA) porque difundía ideas, propiciaba sus discusiones y materializaba las propuestas que le permitieron construir su sistema.

Finalizando la década de los 90 del siglo pasado, un sábado en la mañana mi amigo y periodista, Jairo Lugo, me invitó a Peñaflorida, la casa de su abuelo José Tomás Ocando ubicada entre  la calle 72 y la Plaza de la República de Maracaibo. Ahí se dio el primer encuentro con el señor Antonio Marcano. Iniciamos el día con una gran discusión de temas profundos sobre economía, política, el mundo militar y sociales, los lineamientos de los asuntos que analizaríamos en los próximos años hasta su muerte.

 La gran casona tenía un  patio lleno de árboles de mango, testigos de la dinámica intelectual que sagradamente realizamos cada sábado. El señor Antonio extraía el tema semanal y definía el análisis. Siempre buscó la profundidad del pensamiento, de la correlación de hechos, de vinculación entre la teoría y la práctica, definitivamente nos marcó la forma de hacer periodismo. Insistió en leer lecturas densas como Deutsch, Horowitz, Jung, Military Rewiw, Betancourt, Herrera Luque,  Sun Tzu, Zweig, asuntos jurídicos, etc. Fueron años de intensa discusión que reafirmó la importancia de la formación del periodista.

Más allá de los modismos tecnológicos, la descalificación vía etiquetas y la réplica de teorías sin sentido, el señor Antonio  exigía reflexión e interpretación. Su sólida formación como periodista y filósofo egresado de la Universidad Javeriana de Bogotá, su experiencia como director de Relaciones Públicas en Venezuela de la compañía Shell, de asesor de la Oficina Central de Información y director de la consultora Interconsult, le permitió orientarnos con gran experiencia y sabiduría, porque a pesar de su preparación nunca perdió el brillo de la humildad.

Su legado marcó la huella del periodismo no del futuro, sino del buen periodismo, del que enfatizaba en la formación del periodista, de aquel que iba más allá de las simples enseñanzas de las aulas de clase y se adentraba en la lectura densa, del análisis de las variables sobre los hechos y de la formación constante.  En estos tiempos de tecnología y redes, de polémicas sobre el futuro del profesional, el legado de Antonio Marcano es el de reflexionar y definir los lineamientos y retos que encara la profesión, no con fines lapidarios sino de cómo responder a los violentos cambios que van más allá de las redes y modismos tecnológicos que si bien generaron cosas positivas, también están produciendo daños a la sociedad.

Meses después de iniciar el periplo intelectual entre el señor  Antonio Marcano y Jairo, tuvimos el privilegio de relacionarnos con el diplomático y periodista, Pablo Bassim. Vivía en Caracas con su esposa Ana, en la populosa Candelaria, en donde él disfrutaba de sus tascas e infinitas amistades. Su estilo directo y franco iban de la mano de sus grandes ojos azules y espesa barba. Había logrado fusionar su formación intelectual desarrollada en la Universidad de Harvard cuando cursó su maestría y doctorado en estudios soviéticos, por eso entendió bien la amenaza comunista y advertía que no se debía bajar la guardia, con su experiencia diplomática y periodística. Era un fiel creyente de la verdad y la honestidad como fundamentos de una sociedad democrática.

En nuestros numerosos viajes a Caracas establecimos conversatorios con Pablo Bassim, relacionados con el mundo del periodismo y diplomático. Refería a sus amistades con Juan Pablo Pérez  Alfonso, Ramón  J. Velásquez, Rómulo Betancourt, sus vínculos estudiantiles en Harvard con personajes como David Rockefeller y otros líderes empresariales y políticos del mundo, su enemistad con Rafael Caldera, su experiencia en periódicos, emisoras y agencias internacionales de noticias, su capacidad de obtener información a pesar de su limitación física (sufrió de poliomielitis). Era un libro de historia abierto. Un personaje increíble.

Fusionar las experiencias de dos personajes del periodismo venezolano con dimensiones totalmente diferentes a lo tradicional, como lo fueron Antonio Marcano y Pablo Bassim,  es  uno de los mayores privilegios que Jairo Lugo, Gustavo Valdivieso, Alirio Rodríguez y mi persona, entre otros, tuvimos para entender la otra dimensión de la profesión. La que permitirá que sobreviva a la tempestad tecnológica. La que abrirá las puertas para tratar los asuntos que hoy sacuden al mundo desde lo humano hasta lo científico-tecnológico.  Es comprender que los valores, la ética, el respeto a la naturaleza y  los principios humanos no pueden ser suplantados.. Ambos insistían en ver más allá del momento y ya a finales de los 90 nos advertían sobre la debilidad institucional de las democracias en Latinoamérica y sus inestabilidades, de los peligros del comunismo y de la amenaza cubana, referían a la inestabilidad del liderazgo político y económico en Venezuela, de su corrupción, su falta de valores soberanos en todos los estamentos de la sociedad. Mostraban un futuro nada promisorio para el continente. El tiempo les dio la razón.   

@hdelgado10