En Venezuela la corrupción ha jugado el rol, en una buena parte de su historia, de mediación organizadora del hecho estatal. Es decir, de lejos dejó de ser “un acto (individual) inapropiado y desviado de acuerdo a ciertos parámetros o valores sociales relativamente aceptados en una sociedad” es un fenómeno social, que algunos actores califican de muy denso.
Y es que el Estado es una relación social y por supuestos la corrupción, también lo es.
Chávez en su momento repetía una y otra vez que el Estado venezolano estaba lleno de corruptos, y juzgaba a cuanto funcionario se le ocurría mencionar en sus largas cadenas de radio y televisión, por ejemplo, Carlos Andrés Pérez es un corrupto, Manuel Rosales es un ladrón de siete suelas, etc. e inmediatamente gritaba que el los sacaría a patadas de donde estuvieran y los encarcelaría y a algunos, especialmente a los adecos les freiría la cabeza en aceite hirviendo.
Esta es una apreciación de la corrupción como un acto individual y, no es que el Estado venezolano no sea una organización en la que se han incorporado en su seno a individuos corruptos.
Estos pueden, y de hecho están repartidos por toda la estructura material burocrática del Estado. Pero, ha sido con el chavismo, la fuerza que nació como propuesta anticorrupción, donde el Estado devino una organización corrupta.
Esto quiere decir, que, con el chavismo, la corrupción, ha trascendido el problema estrictamente individual. No hay un chinito de Recadi. No es una manzana que está podrida. Es toda la estructura estatal la que esta horadada por la corrupción como parte de la naturaleza del Estado que de hecho la ha naturalizado, la ha normalizado. Es por eso que Alex Saab no es el tipo que alguna vez vendió llaveros en un semáforo de Barranquilla, sino que forma parte de la estructura del Estado venezolano como pieza fundamental del dispositivo de la corrupción.
Veamos el caso de Claudia Patricia Díaz Guillen. Ella es una militar retirada con el rango de sargento técnico, luego se formó como enfermera y pasó a formar parte del equipo médico de Chávez. Yo no sabría cómo explicarlo, pero allí comenzó la telaraña de relaciones ente el comandante, que siempre hablaba en tono moralista, y la Sra. Claudia Patricia Díaz Guillen. Chávez que lo sabía casi todo convierte a la Sra. Claudia Díaz, sin tener preparación para ello, en secretaria ejecutiva del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) , es decir la colocó donde había, que le permitió hacer sus primeros dineritos.
Mas tarde, el mismo año 2011 la convirtió en subtesorera de nación y ese mismo año la llevó al cargo de Tesorera Nacional. Fue la catapulta que la llevó, junto con su esposo, a crear un dispositivo corrupto que la llevó a lavar una considerable cantidad de millones de dólares, convirtiendo solo una parte, en 250 lingotes de oro.
Sargento técnico de la armada, enfermera, tesorera, millonaria y ahora presidiaria. Esta es la historia de vida de Claudia Díaz Guillen, alias “la enfermera de Chávez”, como se le conoce, ahora mundialmente.
Parece toda una vida, pero NO. Sus ascensos fueron fulgurantes de la mano de Chávez, el que iba a freír la cabeza de los corruptos y terminó por normalizar y rutinizar la corrupción, pues es imposible, que él que lo sabía todo no estuviera enterado de la corrupción como un hecho organizativamente del Estado que el fundó.
Después todo, su muerte por medio, ese proceso lo consagró Maduro y ya podemos decir que no es que hay alguna manzana podrida. Es toda la estructura del Estado lo que apesta.
@enderarenas