El papa Francisco oró este viernes en Roma por la paz en el mundo durante el sugestivo Viacrucis nocturno alrededor del Coliseo romano, marcado este año por la guerra entre Ucrania y Rusia.
«Señor (…) desarma la mano armada del hermano que se levanta contra otro hermano, para que donde haya odio florezca la concordia», clamó el papa al término de la ceremonia.
El pontífice argentino llegó hacia las 21H00 locales (19H00 GMT) al célebre monumento romano, en donde miles de personas, turistas y religiosos, la mayoría con antorchas, lo esperaban.
Después de haber sido suspendida dos años por la pandemia de coronavirus, el papa argentino volvió a presidir la ceremonia, que suele ser transmitida en directo por televisión a numerosos países.
Francisco, de 85 años, vestido con un abrigo blanco, asistió al tradicional rito desde la terraza del Palatino, bajo un toldo instalado frente al imponente anfiteatro romano y no recorrió a pie las 14 estaciones que conmemoran el calvario de Cristo hasta su crucifixión.
La redacción de las meditaciones fueron encargadas a varias familias, debido a que la Iglesia católica celebra el año de la Familia.
En ellas se habló de las enfermedades, de los ancianos, de la soledad, de la precariedad laboral, de los padres que adoptan hijos.
El papa escuchó concentrado las meditaciones que hablaban también de los males que aquejan el mundo de hoy.
La meditación preparada por dos mujeres de Ucrania y Rusia, invitadas a llevar la cruz en la penúltima estación, generó polémicas en la comunidad ucraniana y fue sustituida por un largo silencio.
«Ante la muerte el silencio es más elocuente que las palabras. Oremos en silencio y cada uno rece en su corazón por la paz en el mundo», pidió el orador.
«Estar hoy aquí era importante (…) El mensaje es excepcional», dijo a la AFP la italiana Stefania Cutola, de unos 50 años.
En lágrimas, la joven ucraniana Anastasia Goncharova, de 18 años, rechazaba la idea de que las dos mujeres, una de Ucrania y la otra de Rusia, recorrieran juntas las estaciones del Viacrucis como gesto de reconciliación.
«Nuestras naciones no son más hermanas. Matan, violan, roban. Es disgustoso. La guerra debe terminar», comentó conmovida.
Pocas horas antes, el pontífice había reconocido en una entrevista a la televisión pública italiana «que el mundo está en guerra» y lamentó que se haya elegido como modelo «el cainismo, es decir matar al hermano», explicó.
La víspera, Jueves Santo, Francisco volvió a reiterar su mensaje de solidaridad y misericordia con los que sufren y se desplazó a una cárcel a 80 kilómetros de Roma para lavar los pies a doce detenidos, en una ceremonia que rememora la última de cena de Jesús con los doce apóstoles.
El domingo culminará las celebraciones de Semana Santa con la misa de Resurrección y el mensaje «Urbi et orbi», a la ciudad y al mundo.