José Aranguibel: ¡Esa carta no es la de Gualberto!

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“La verdad es tan oscura y las mentiras tan bien establecidas, que a menos que amemos la verdad, jamás las reconoceremos”. Blaise de Pascal

Muchas, demasiadas y tantas veces la escuché en mi casa o en la radio que olvidarla no podría, por ser Gualberto Ibarreto un icono del folclor nacional cuando interpretando musicalmente a todo pulmón, describe la carta que de puño y letra de su amada, Soledad, ella le responde y el despecho y la amargura le producían a él penas y dolores porque la que quería que fuera su costilla no le paraba ni bolas. Esa carta en nada se parece a la misma que hace días llegó a las puertas de la Casa Blanca, donde unos 25 opositores nacidos en la tierra de Simón Bolívar, le piden al presidente Joe Biden que suavice o deje sin efectos las sanciones económicas contra el gobierno de Miraflores, pero en ambos casos —como el papel lo aguanta todo— al cantante nacido en el Oriente venezolano seguramente el desamor le provocó despecho, lloriqueos y más de una resaca etílica, mientras que a la mayoría de los   venezolanos, dentro y fuera del país, la polémica misiva nos agarró fuera e’ base alimentando el desconcierto de buscar razones para creerle aunque sea una vez al gobierno revolucionario.

Lo cierto es que la carta de puño y letra rubricada por 25 personas de distintas procedencias de la vida nacional, ha provocado resquemor y suspicacias, desconfianza o rechazo en sectores distintos al gobierno de la Revolución Bonita. Sin embargo, donde
la carta ha caído como anillo al dedo es dentro del oficialismo, dándoles un fresquito, un respiro profundo por aquello que ha sido de las filas de los  opositores “escuálidos”, “apátridas” y “vende patria” donde a alguno se le prendió el bombillo y la idea fluyó con la velocidad de la luz para armar una carta que ya firmaron los primeros 25 que más temprano que tarde el propio líder del “imperialismo mismo”, Mister Biden, seguramente a esta hora ya habrá leído, donde sobre la base que el pueblo venezolano en un 75 por ciento desaprueba las sanciones, según la encuestadora Datanálisis,
—allí debemos estar metidos usted amigo lector y quien esto escribe— cuando habríamos respondido imaginariamente en algún momento una consulta y aseguramos no estar de acuerdo con ningún tipo de bloqueo económico en la Tierra, Marte, la Luna o en alguna galaxia por tratarse de otra “agresión” de las que nos tienen hasta la coronilla los “malvados gringos”.
De acuerdo con esa empresa consultora los ciudadanos rechazan las sanciones, porque creen que afectan su vida sin provocar cambios políticos relevantes.

Y como de compromisos es de lo que se trata porque las palabras se las lleva el viento, lo mejor es que cualquier negociación sea por escrito “porque lo escrito, escrito queda”. Esta debería ser una petición a partir de hoy clara, segura, nada ambigua. Es, digamos, un tiro al piso, convirtiéndose en la excusa del momento político de más de un dirigente de los gremios de educación, salud, universidades, transportistas, condominios, ganaderos, empresarios, comerciantes y hasta los maltratados pensionados y jubilados venezolanos, cuando comiencen a buscar y a desempolvar las cartas y comunicaciones enviadas al alto gobierno, ministerios, organismos descentralizados, gobernaciones y alcaldías pidiéndole respuestas al rosario de quejas que durante años y años han consignado esperando una respuesta rápida y oportuna por la carencia de eficientes servicios públicos, carestía de la vida, matraqueo de uniformados y sin uniforme, contrataciones colectivas, abusos o ausencia de crédito para reanimar el arruinado aparato económico, amparándonos ahora en la consideración que los 25 “opositores” le piden públicamente a los “malvados gringos” que igual tengan con el gobierno venezolano por aquello de que lo que es bueno para el pavo lo debe ser para la pava. Veremos entonces, largas colas, —no buscando la caja Clap con productos vencidos—, sino a mujeres y hombres de cualquier edad frente a despachos oficiales pidiéndoles respuesta a los funcionarios acerca de que ha pasado con sus cartas. En el Zulia, por ejemplo, las colas serían kilométricas frente a Hidrolago, donde las respuestas duermen el sueño de los justos esperando por un mejor servicio. ¿Tanta incapacidad será causa de las sanciones? Pues no, porque es un servicio que retrocedió en calidad de servicio desde donde, actualmente, pretenden obligar a condominios empresariales, comerciales o familiares a pagar deudas de años anteriores cuando la situación de ausencia de agua es similar a la de hoy.

Qué decir del servicio eléctrico con los consabidos apagones, fluctuaciones y daños a la propiedad patrimonial de las familias venezolanas y zulianas. ¿Culpa de las sanciones económicas? Pues tampoco lo son. Su deficiencia actual nació desde 2009 cuando comenzó este vía crucis nacional que en el Zulia es donde hemos pagado la peor parte. ¿Qué camino tomaron los dineros públicos anunciados para este sector antes o después de las sanciones?. Obras inconclusas hoy convertidas en cementerios, ausencia de gerencia, planes de expansión olvidados y recursos que mejoraron la calidad de vida y las cuentas bancarias de funcionarios, pero no el servicio a los suscriptores. Otro dolor de cabeza es surtir gasolina en este y otros estados de la maltratada nación venezolana, donde las cartas, quejas y malos ratos de la gente son similares a las largas hileras de vehículos de todo tamaño, colores, marcas y modelos.

En fin, otras y variadas noticias seguro seguirán sorprendiéndonos a los venezolanos en la búsqueda de superar la “tranca” política que detiene el derecho que todos tenemos de disfrutar una mejor calidad de vida, regresen hijos, hermanos, padres y amigos que un día debieron huir del país, encienda máquinas el aparato económico y haya oportunidades sin maquillajes y más mentiras de un gobierno agotado, desfasado y cansado que niega una realidad que le explotó en sus manos. También deberán caer caretas de Judas opositores que acomodan sus muy personales intereses al de todo un país. No podemos esperar escribir otra carta, esta vez al Niño Jesús, esperando ver espejismos sino verdaderas soluciones a la gravísima situación del país que este martes 19 de abril conmemoró 212 años del Grito de Independencia.

José Aranguibel Carrasco