En el mundo convulso actual, pocos se atreven a proyectar sus utopías en medio del caos y la anarquía predominante, presentado por los analistas, los medios informativos, las redes sociales, los gobernantes de distintas ideologías y características, los mentirosos, las amenazas naturales que afectan la existencia del hombre; en fin, escenarios escépticos, pragmáticos y apocalípticos que dejan poco espacio para la esperanza y el sueño.
La anarquía creada por el torrente de conocimiento jamás experimentado por la humanidad acorta los tiempos de respuesta de la ciencia ante los retos, la induce hacia el consumo desenfrenado y la mitificación del principio de la razón sobre lo espiritual. Pero en medio de ese mundo desconcertante, también existen tendencias que se abren paso, tal gota de agua que constantemente y con el tiempo fragmentan la roca para generar -en su trayectoria-, el cauce del riachuelo y posterior río que nutre las ricas praderas en donde crecen los cultivos que alimentan al hombre.
Ante esa realidad rica en información y conocimiento es interesante reflexionar sobre lo dicho por el pensador francés, Jean Francois Revel, en su obra “El pensamiento inútil”: “No parece, pues, el momento adecuado para hablar de una civilización común, cuando la humanidad se lanza de nuevo deliberadamente hacia la fragmentación, glorifica la incomprensión recíproca y voluntaria de las culturas”. La guerra de Ucrania reafirma su tesis de la no existencia de intereses, valores, visiones e instituciones universales, porque occidente atiende a sus intereses particulares y los principios humanísticos también demuestran su inexistencia. En el caso del Tercer Mundo –dice- su bandera de “reivindicación de su identidad cultural” solo sirve de herramienta para que su dirigencia política manipule su ignorancia, controlando la información para disimular sus desaciertos y fracasos, construyen discursos de acuerdo con la libertad con el que se hace y establecen los mecanismos de control y manipulación.
Más allá del llanto incontenible de madres y niños ucranianos que desde el 24 de febrero de 2022 sufren la arremetida genocida del oso ruso, cuyas garras ensangrentadas tratan de satisfacer las ambiciones más desalmadas del hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, esta guerra solo materializa el enfrentamiento de visiones del mundo: Democracia-Autoritarismo; tal como lo plantea Yuval Noha Harari (El País 6-01-2019) con respecto a sus grandes retos: “…La democracia liberal se enfrenta a una doble crisis: Los regímenes autoritarios, los nuevos descubrimientos científicos y desarrollos tecnológicos y su relación con el más profundo ideal básico liberal: la libertad humana”. Esta última es la mayor amenaza por el intento de las tecnologías de corroerla desde adentro. Se une a este complejo escenario, la concepción teológica y no científica del libre albedrío, del castigo y la recompensa al hombre por sus decisiones.
Lindsey Porter y Nigel Warburton (BBC Mundo 6-02-2021), señalan que hace 2400 años, en su libro VI de la «República», el filósofo Platón trató de descifrar la naturaleza de los regímenes y las razones por las cuales uno es superior a otro. Aupar la libertad individual, a la larga, genera confrontaciones y caos. Esta sociedad ideal estaría en constante peligro de derrumbarse por la posibilidad de corromperse con los privilegios y el ocio que se generaría en los hijos de los gobernantes, provocando -entonces- una oligarquía (gobierno de unos pocos) y acentuando las riquezas particulares y la desigualdad, lo que a su vez aumentaría el número de pobres, la posibilidad del colapso del Estado y el surgimiento de la democracia, una especie de “dulce anarquía”. Eso provocaría –entonces- la caída de cualquier régimen. Luego vendría la tiranía. Votar por un líder es arriesgado –advertía- pues los electores son fácilmente influenciados por características irrelevantes; no se dan cuenta de que se requieren calificaciones para gobernar, así como para navegar.
Para Platón la libertad a cualquier precio se convierte en el único objetivo, su exceso origina una multiplicidad de perspectivas con intereses estrechos y la búsqueda ciega de la riqueza, lo cual ocasiona una sed de igualdad. Por otra parte, ocasiona una demanda de tiranía. Agrava la situación que el aspirante a líder intenta halagar a las distintas facciones, complaciendo sus pasiones y creando las condiciones para el surgimiento del tirano, manipulador de masas y dominador de la democracia. Al final, se genera histeria colectiva, atrofia la fe en la autoridad, estimula los miedos y la necesidad de buscar a un protector.
El miedo en sus diferentes formas también se convierte en otro factor que afecta la calidad de la democracia, explica el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, en su obra “Ataque a la razón”; mientras el papa Francisco (27-03-2020) al inicio de la pandemia china Covid19 destacaba la importancia de la fe, la esperanza y el aprovechamiento de la inteligencia y el conocimiento de la humanidad para responder con sabiduría a los retos.
José Luis Cebrian (El País 19-11-2018) se une al grupo de quienes estudian las amenazas a democracia, enfatizando en el efecto negativo de las redes sociales, de la corrupción, la crisis de sus instituciones, el cortoplacismo de los intereses electorales, la violación de los derechos individuales como base de los intereses colectivos y la mediocridad de sus líderes. Destaca los beneficios de Internet y su degeneración producto de su carácter anárquico e incontrolable, y la velocidad vertiginosa de los efectos que genera e inciden en los hábitos reflexivos y deliberativos de los principios que la soportan.
Harari –también- reconoce que el liberalismo ha construido su andamiaje de argumentos e instituciones para defender las libertades individuales. “Ha sobrevivido, hace siglos, a numerosos demagogos y autócratas. Pero ha tenido escasa experiencia, hasta ahora, con tecnologías capaces de corroer la libertad humana desde dentro”. La tecnología en la democracia utiliza el “método para pulsar los botones del miedo, el odio o la codicia que llevamos dentro. “Para sobrevivir y prosperar en el siglo XXI, necesitamos dejar atrás la ingenua visión de los seres humanos como individuos libres —una concepción herencia a partes iguales de la teología cristiana y de la Ilustración— y aceptar que los seres humanos son pirateables.
Cuando se presagia que el modelo chino será el dominante en un par de año, se obvia que sus fundamentos fusionan el libremercado capitalista y el gobierno comunista autócrata, contrario a lo que las democracias occidentales impulsan: La libertad individual responsable y comprometida con su entorno humano y natural. La experiencia de la guerra de Ucrania y la praxis despiadada de Vladimir Putin, puede llevarlo a una victoria militar producto de su poder de fuego y su estrategia de terror, pero su derrota humana es inminente, a pesar de la estratégica propaganda comunista mundial justificadora de este acto de barbarie, como antes lo hicieron con los genocidios de Stalin, Pol Pot o Mao. Estas lecciones históricas, colocan a la humanidad en una encrucijada decisiva con respecto a su destino, un sueño que implica decidir qué quiere.
@hdelgado10