Eugenio Montoro: La integridad, el alfa y el omega

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Yo soy el Alfa y la Omega–dice el Señor Dios– el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. Apocalipsis 1:8.

El alfa es la primera letra en el alfabeto griego y la omega la última y se ha utilizado en multitud de escritos para significar lo eterno, lo importante o lo trascendente, tal como lo expresa esta frase que hemos copiado del Apocalipsis. Pero la idea también nos puede ayudar a razonar sobre otra multitud de facetas de la vida y en estas líneas nos referiremos a la necesaria integridad en relación a las aventuras de la política y de los gobiernos.

“Piensa el triple, haz el doble y habla la mitad”. El viejo refranero nos conecta a uno de los puntos más sensibles de quehacer humano como lo es la coherencia entre el pensar, el decir y el hacer y que usualmente se asocia con la integridad. La integridad también se mide en nuestra capacidad de ser honestos y de estar en sintonía con las creencias que afirmamos mantener.

Centenares de frases sobre la integridad se han escrito. “Es cierto que la integridad por sí sola no te convertirá en un líder, pero sin integridad nunca lo serás”. “La integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie nos está mirando”. “La cualidad suprema del liderazgo es la integridad. Sin ella ningún éxito es posible”.

Si algún ejemplo de falta de integridad existe en este planeta, el campeón, sin lugar a dudas, es el régimen de los mandones rojos que tenemos en Venezuela. Un día persiguen y ofenden a los empresarios y les expropian sus negocios y luego los alaban como factor de progreso y se reúnen con ellos “de pipí agarrao” con fotos y risas. Un día amenazan con cárcel al que hable del dólar Today y luego aceptan al dólar como moneda circulante y hasta le inventan impuestos. Pasan años con un severo control de precios a centenares de artículos y de pronto, sin siquiera reformar la ley, se olvidan de eso.

Un día hablan pestes de los gringos y al otro los reciben con bombos y platillos. El Super Bigote jura a cuatro cruces que el metro de Guarenas estará funcionado en pocos meses y allí sigue cogiendo telarañas. Sale el ministro de electricidad diciendo que otra vez se fue la luz por un sabotaje y ni el mismo ya se lo cree pues han llevado al robusto sistema eléctrico del pasado, a uno agarrado por alfileres. Dice el tontorro mayor del petróleo que elevará la producción a una cantidad y a los pocos días dice que no será tanto.

Esta inconsistencia entre el hablar y el hacer muestra una evidente falta de integridad. No sabemos qué es lo que piensan pues no somos adivinos, pero no sería de extrañar que piensen A, digan B y hagan C, cuando lo coherente del hombre íntegro es usar las mismas letras para el pensar, el decir y el hacer.

El mentir repetidamente no solo crea el repudio de la gran mayoría de los ciudadanos, sino que, además, agrieta a la propia estructura del partido de los mandones que tratan de remendarla con el cemento del soborno. El simular ser una democracia con separación de poderes y, al mismo tiempo, liberar a varios presos con una llamada telefónica del ejecutivo a los jueces, como ocurrió recientemente, es una sinfonía de la mentira más grosera. El simular ser una democracia teniendo a casi todos los partidos políticos inhabilitados o convertidos en alacranes mediante divisiones logradas con dinero y decisiones jurídicas ilegales, es parte del tremendo jaleo de las inconsistencias.

La repetición de mentiras y la pérdida evidente de la integridad debilita progresivamente al liderazgo en el régimen y seguros estamos que la permanencia en el poder del Super Bigote solo se explica por la necesidad de comer de muchos empleados públicos, por el dinero y favores repartidos a sectores diversos y por los negocios ilícitos que le son permitidos a muchos altos funcionarios.

La integridad del régimen no existe y eso lo va a llevar a su autodestrucción y, por eso, es que andan con el desespero de tratar de animar la economía que, mucho antes de las sanciones, ya había caído en 80% cosa que según los entendidos ni siquiera en las naciones en guerra sucedió.

La oposición venezolana que intenta recuperar la democracia tiene una espectacular oportunidad de hacerlo porque el enemigo está muy débil y si logramos tener una única dirección política nacional producto de algún acuerdo de gobernabilidad, estos tipos no nos aguantan ni un round.

El alfa y la omega es la libertad de los pueblos que debe ser eterna

Es la hora de buscarla. Es la hora de la Patria.

                                                                Eugenio Montoro