El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) dieron este lunes el pistoletazo de salida a su reunión anual de primavera, que ambos organismos encaran con preocupación ante las perspectivas de una economía marcada por la alta inflación y la guerra en Ucrania.
En su presentación del evento, el presidente del BM, David Malpass, mostró su «profunda preocupación» por lo que la subida de precios representa para los países en vías de desarrollo, especialmente en sectores como la energía, los fertilizantes y los alimentos.
Malpass lamentó un escenario macroeconómico en que la inflación, unida a la guerra en Ucrania y a la persistencia de la pandemia de covid-19, están «rebajando todavía más las tasas de crecimiento económico y aumentando las cifras de pobreza».
En este sentido, su colega al frente del FMI, Kristalina Georgieva, ya adelantó la semana pasada en su tradicional discurso previo a la asamblea que el organismo ha rebajado las previsiones de crecimiento de 143 países, lo que supone un impacto sobre el 86 % del producto interior bruto (PIB) mundial.
Durante la jornada de este lunes, todas las intervenciones de economistas y altos funcionarios se percibieron empañadas de pesimismo con respecto al futuro de la economía, aunque las cifras específicas y detalladas por países no se conocerán hasta mañana.
Pese a la esperada caída generalizada de las previsiones, en el FMI aseguran que la mayoría de países seguirán en territorio positivo.
EFE