Dado que la resistencia ucraniana ha superado las expectativas y las sanciones occidentales han azotado la economía rusa, es posible que la reevaluación del campo de batalla lleve al Kremlin a aceptar un premio de consolación.
Con las tropas rusas ya sobrecargadas en la lucha contra una Ucrania desafiante pero maltrecha, tanto Moscú como Kiev afirman que la perspectiva de una solución negociada es cada vez mayor. Sin embargo, puesto que el Kremlin busca el fin de Ucrania como nación soberana, y Ucrania todavía reclama tierras perdidas a las fuerzas prorrusas hace casi una década, ¿podría haber realmente un punto medio?
La respuesta corta es: es posible.
Abundan las sospechas sobre las intenciones del presidente ruso, Vladimir Putin, y se teme que la apertura diplomática rusa sea una trampa para ganar tiempo y reunir refuerzos para una segunda fase del asalto. Desde luego, Putin no habla como un hombre de paz. Esta semana, calificó de «traidores» y «escoria» a los rusos que se oponían a la invasión, al tiempo que intentaba presentar la guerra como nada menos que una lucha por la supervivencia de Rusia.
Pero con la tenaz resistencia ucraniana superando las expectativas frente a una fuerza rusa muy superior – y con las sanciones occidentales golpeando la economía rusa – existe la posibilidad de que al reevaluar el campo de batalla, el Kremlin busque un premio de consolación. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, habló esta semana de la «esperanza de alcanzar un acuerdo mutuo». El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, dijo en un discurso por video que los rusos están siendo «más realistas» en la mesa de negociaciones.
Pero con las dos partes todavía tan alejadas, ¿cómo sería un acuerdo?
– Los principales puntos de fricción.
1. Neutralidad: Para Rusia, la insistencia en la neutralidad de Ucrania es probablemente la exigencia más importante. La guerra tiene su origen en el deseo de Ucrania de unirse a Occidente, aspirando a la prosperidad y a la autodeterminación mediante su incorporación a la OTAN y a la Unión Europea. Una democracia próspera en la frontera rusa vinculada a Occidente -especialmente una con tantos ruso parlantes como Ucrania- podría servir de modelo tentador para el pueblo ruso, poniendo en peligro el control autocrático de Putin. Sin embargo, públicamente, Putin afirma que el bandazo de Kiev hacia Occidente supone una amenaza para la seguridad de Moscú, a pesar de que Washington y sus aliados han puesto la incorporación de Ucrania a esos clubes en la vía lenta.
2. Garantías de seguridad occidentales: Para Ucrania, cualquier promesa de neutralidad, mientras aún se mantiene en el campo de batalla, debería ir acompañada del compromiso, reconocido por Rusia, de que las potencias occidentales acudirían en su ayuda si Kiev se viera amenazada de nuevo. Este es quizá el punto con mayor fricción para Moscú, ya que equivale a aspirar a la aceptación táctica de que las potencias aliadas, si no la propia OTAN, participaran en la futura defensa de Ucrania. Una forma de hacer esto más aceptable para los rusos podría ser una cláusula que limitara los tipos de armas que se mantienen dentro del territorio de Ucrania.
3. Crimea, Luhansk y Donetsk: La guerra en Ucrania comenzó realmente hace casi una década, cuando, tras una revuelta pública que expulsó a un presidente en funciones, Ucrania firmó un acuerdo de asociación con la Unión Europea y rechazó un acuerdo de endeudamiento con Rusia. El furioso Kremlin respondió invadiendo y anexando la península de Crimea, al tiempo que patrocinaba y enviaba apoderados para tomar Luhansk y Donetsk en Dombás, una región del este de Ucrania.
Como preludio a la invasión, Putin reconoció oficialmente la independencia de esas dos provincias separatistas. Como condición para el acuerdo, Rusia puede exigir que Kiev y la comunidad internacional reconozcan su anexión de Crimea, así como el control ruso de facto sobre el este de Dombás, cosas que los ucranianos han jurado que nunca harían.
– Cómo podría Ucrania comprar la paz.
Los académicos Arvid Bell y Dana Wolf explican en el sitio “Russia Matters” de la Universidad de Harvard que Ucrania podría ceder en los puntos más importantes sin dejar de lado su soberanía. En primer lugar, tendría que aceptar la neutralidad autoimpuesta, es decir, renunciar oficialmente a su sueño de pertenecer a la OTAN, que está consagrado en su constitución. Zelensky ya ha dado a entender que está dispuesto a ceder en este punto clave, admitiendo públicamente esta semana que el ingreso en la OTAN no está previsto. Los rusos querrán esto por escrito y podrían requerir una enmienda constitucional para eliminar las ambiciones de Kiev respecto a la OTAN.
En el peor de los casos, afirman Bell y Wolf, Ucrania podría tener que reconocer también a Crimea como parte de Rusia y la independencia de Luhansk y Donetsk. Es posible que las «fuerzas de paz» rusas deban permanecer en Dombás, contrario a la insistencia de Kiev de que Rusia debe retirar a todos los soldados de sus fronteras. A pesar de su oposición declarada, algunos observadores consideran que Ucrania podría estar dispuesta a negociar un acuerdo sobre Crimea y el este, siempre que ello suponga una mayor retirada de las tropas rusas y garantías de seguridad internacionales.
Un acuerdo así podría ser difícil de digerir para el pueblo ucraniano. Pero Zelensky -que es considerado un héroe en Ucrania y fuera del país- tiene la estatura necesaria para vender un acuerdo desagradable. Si los rusos estuvieran dispuestos a reconocer el derecho de Ucrania a existir y a permitir las garantías de seguridad occidentales, conseguiría un nuevo contrato para el futuro de su país.
Benjamin Haddad, director principal para Europa Central en el Atlantic Council, declaró a Today’s WorldView que algo importante que Ucrania podría exigir es cerrar la puerta a la OTAN a cambio de que se abra otra a la Unión Europea. El principal negociador de Moscú, Vladimir Medinsky, dijo que Moscú citó esta semana a Austria y Suecia como ejemplos para Ucrania. Ambos son países neutrales fuera de la OTAN y prósperos miembros de la Unión Europea. Pero sigue sin estar claro si Putin, el responsable de la toma de decisiones en Rusia, quien ha expresado una línea maximalista, consideraría seriamente permitir la existencia de una democracia floreciente a las puertas de Rusia.
«Rusia ha dicho no a los bloques, tanto a la UE como a la OTAN. Pero si se lograra desvincular esto, y decir que no entrarán en la OTAN, – para, a cambio, no tener la dimensión militar -, se podría iniciar un proceso hacia la UE», dijo Haddad. «No creo que eso fuera aceptable para Rusia antes de la guerra, pero creo que ahora estamos en una situación quizá más dinámica».
El Financial Times informó el miércoles sobre un acuerdo de 15 puntos en el cual está mediando en gran medida el primer ministro de Israel, Naftali Bennett. Incluye disposiciones según las cuales Ucrania no entraría en la OTAN ni permitiría la presencia de tropas extranjeras en su territorio, pero podría conservar sus fuerzas armadas. Los ucranianos, sin embargo, han restado importancia al documento considerándolo «un borrador» que representa las exigencias rusas. Los funcionarios de EEUU han acogido con satisfacción las señales diplomáticas positivas, pero dicen que no han visto indicios de que Putin se tome en serio el cambio de rumbo.
– La pesadilla de Putin.
El peor escenario para Rusia es aquel en el cual Putin deba aceptar efectivamente la derrota. Según Bell y Wolf, esto podría suponer un acuerdo para que Rusia retire todas sus tropas de Ucrania, incluidas las que se encuentran en Dombás, y un retroceso en el reconocimiento por parte de Moscú de la independencia de Donetsk y Luhansk. Crimea seguiría formando parte de Rusia pero, sería desmilitarizada. Ucrania podría aspirar a entrar en la UE, pero no ingresaría a la OTAN, algo que, incluso en la derrota, Putin considera una línea roja.
A cambio, Occidente levantaría todas las sanciones a Rusia y aceptaría mantener conversaciones con Moscú en cuanto al futuro de la seguridad y la defensa en Europa. Sin embargo, muchos observadores consideran que es poco probable que Putin ceda tanto, dado el impacto que tendría sobre su imagen doméstica. Después de todo, ¿qué es un hombre fuerte cuando deja de serlo? Ha adoptado una línea extrema, pidiendo un cambio de régimen e insistiendo en que Kiev está dirigida por nazis, a pesar de que Zelensky es judío y su familia murió en el Holocausto.
Pero si se lee el trasfondo de las palabras de Putin, podría haber una sutil señal de cambio.
Rose Gottemoeller, diplomática estadounidense que fue vicesecretaria general de la OTAN entre 2016 y 2019, dijo esta semana en el podcast Rachman Review del Financial Times que Putin se ha abstenido notablemente de reiterar las exigencias de cambio de régimen en Ucrania en los últimos días.
«El Kremlin no lo admite, pero ahora han empezado a modificar algunas de sus exigencias», dijo Gottemoeller. «No hemos oído al Sr. Putin decir, por ejemplo, ‘desnazificación’ durante la última semana».
– Cuáles serían las razones para que no se diera un acuerdo.
La perspectiva de un acuerdo de paz depende de que Putin comprenda que ha mordido más de lo que puede masticar, y eso es una gran incógnita en este momento. Algunos han argumentado que incluso recurriría a las armas nucleares de baja potencia antes de arriesgarse a la derrota en Ucrania.
John Herbst, ex embajador de EEUU en Ucrania, me dijo que está escéptico, señalando que, aunque Lavrov ha sugerido una apertura, Putin no lo ha hecho. Pero no descarta un acuerdo, sobre todo si los rusos son llevados hasta el límite en el campo de batalla, y si Occidente mantiene la determinación en el plano de las sanciones y aumenta su apoyo a través de equipos militares para Ucrania.
«Todo se reduce a esto, Putin sigue pensando que ésta es una invasión que puede ganar en el campo de batalla», dijo Herbst. «Si alguna vez es capaz de reconocer que eso no es posible, entonces quizá empiecen a negociar seriamente».
Washington Post – Anthony Faiola