Rusia ataca un teatro de Mariúpol que servía de refugio a miles de civiles.

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A Ukrainian serviceman guards his position in Mariupol, Ukraine, Saturday, March 12, 2022. (AP Photo/Mstyslav Chernov)

Se desconoce el número de víctimas pero voceros aseguran que entre 1000 y 1200 ucranianos, mujeres y niños, se encontraban resguardados en el refugio bombardeado por el Ejército de Putin

La tercera semana de la guerra arrancó este miércoles con el habitual sonido de las sirenas antiaéreas sonando en las grandes ciudades, la novedad del ataque desde el mar sobre la costa de Odesa y el bombardeo de un teatro de Mariúpol que habitualmente suele ser utilizado como de refugio. «El avión soltó una bomba sobre el edificio que albergaba a centenas de civiles. Resulta imposible establecer un balance inmediato, porque los bombardeos en esa zona residencial prosiguen», indicó la alcaldía en Telegram.

El Ministerio de Defensa ruso se apresuró a negar la acción y atribuyó la explosión al batallón Azov. Moscú ya había acusado a esa unidad militar ucraniana del bombardeo la semana pasada de un hospital pediátrico y maternidad de Mariúpol. Sea como fuere, la ciudad, que sumaba 400.000 habitantes antes de la invasión, es una de las más castigadas desde el inicio de los ataques. Sus edificios de viviendas han quedado arrasados y la población que aún sigue dentro soporta unas condiciones humanitarias dramáticas, según han denunciado Médicos sin Fronteras o Save the Children.

Allí a última hora del martes las fuerzas rusas habrían entrado en un hospital y habrían tomado 400 rehenes, según denunció Sergei Orlov, teniente de alcalde. En una publicación en Facebook, el gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kirilenko, informó de que un trabajador del centro sanitario logró alertar a las autoridades sobre la situación. A lo largo de la jornada los retenidos pudieron salir de centro. Además, los soldados invasores también dispararon fuego de artillería contra un convoy de civiles que huían en dirección a Zaporiyia, hiriendo al menos a cinco personas, incluido un niño.


Durante la noche del miércoles, Kiev informó de que una flota de al menos catorce barcos rusos lanzó «cohetes y artillería» contra la costa de Odesa. La toma de la conocida como la perla del Mar Negro dejaría sin salida marítima al país que preside Volodímir Zelenski. «Dispararon una gran cantidad de municiones desde una larga distancia. Querían probar el sistema de defensa costera. No lograron ningún resultado», aseguraron las mismas fuentes.

Por tierra, los militares enviados por el Kremlin siguieron sin poder doblegar a Mikolaiv, la ciudad cuya caída despejaría su camino hacia Odesa pero que resiste intensos bombardeos y tiroteos. Varios medios occidentales visitaron una de sus morgues y confirmaron que el elevado número de muertos obliga a dejar los cadáveres al aire libre, entre la nieve. Envueltos en bolsas de plástico esperan para ser trasladados a un lugar de entierro. «Nunca vi algo parecido. Pensábamos que lo peor que nos podía pasar aquí eran los accidentes de coche. Desde el inicio de la guerra, recibimos 120 cuerpos, entre ellos 80 soldados y 30 civiles», explicaron los trabajadores de la desbordada instalación a la agencia AFP.


Aunque Rusia asegura que solo actúa sobre objetivos militares, la jornada del miércoles volvió a dejar denuncias de ataques sobre civiles. Uno de los más dramáticos habría tenido lugar en Cherníhiv. Allí, según las autoridades ucranianas, las tropas invasoras habrían disparado indiscriminadamente contra «un grupo de personas que hacían cola para comprar el pan. Hay al menos diez muertos».

Envío de ayuda
Los centros sanitarios se han convertido en uno de los objetivos en el avance ruso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que ha verificado 43 ataques contra el sistema de sanidad ucraniano, donde se han identificado 900 instalaciones ubicadas en zonas de muy alto riesgo. Según el director de Emergencias, Mike Ryan, el organismo internacional está haciendo todo lo posible para desplegar equipos médicos sobre el terreno para apoyar los esfuerzos de los servicios locales, pero los ataques que se están registrando contra las instalaciones amenazan este plan.