Hugo Delgado: El tren

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Venezuela  anda en un tren  terrible  y maravilloso, alucinante y absurdo como decía el extinto cantautor argentino, Facundo Cabral, asesinado el 9 de julio de 2011 en Guatemala. La versión señala que los sicarios -por equivocación- lo mataron, confundiéndolo con un  narco empresario. Entre revolucionarios y reaccionarios –advertía-  los sensatos quedan atrapados.  Huyeron o permanecen esperando el desenlace de un proceso loco  que  lleva 22 años, que se hace llamar soberano y “de los pobres y para los pobres”, mientras sus líderes ostentan finos relojes y prendas de oro y piedras preciosas, ropas y calzados de reconocidas marcas y se trasladan en carros de lujo. Todo al estilo del capitalismo.

Converso con un editor de un prestigioso medio digital caraqueño, busca con afán “la noticia del día”. Comenté, “de eso hay a diario en la Venezuela de la dimensión desconocida”, el reto es explicarlas en su contexto. Por ejemplo, la última semana se sacudió con el asesinato de la niña de nueve meses, Yaelvis Santoyo, en manos de la Guardia Costera de Trinidad y Tobago, justificada públicamente por su primer ministro, Keith Rowlye; la fiesta boliburguesa en el Kusary Tepuy y la muerte de Carlos Luis Revette.  Todas sintetizadas en una danza espectral que todos aceptan porque el miedo y la indiferencia las hacen posible.

La labor periodística se ve opacada por las redes por donde transitan, como el veloz tren, las informaciones verdaderas y falsas. Una amenaza para la humanidad que parece importar poco, porque las escuelas de comunicación social están más sumergidas en entender sus usos, sin precisar que lo importante es que quien construye el mensaje es el hombre y el debe leer, prepararse intelectualmente para poder elaborarlo y abrir espacio al entendimiento y al razonamiento que conduce a la verdad  y la justicia, fundamentos de la democracia.

Ahora, en tiempos de Carlos Luis Revette, alias El  Koki, y Carlos Enrique Gómez Rodríguez, apodado El Conejo, Venezuela evidencia que el chavismo liquida a sus propios hijos, cuando el poder  y los intereses económicos se complican.  A los dos los armaron y financiaron desde Miraflores. La comunidad de Tejerías conoce las razones y quién fue el verdadero autor del asesinato de uno y no del otro, y el régimen presionado por la falta de credibilidad publicó las fotos de la víctima y el informe de la necropsia para evidenciar su aparente éxito. Sin embargo, la mentira sigue cubriendo su praxis porque las razones de la masacre y la cantidad de muertos son poco claras,   más lo del peaje y la extorsión  exigida por el Tren de Aragua, que salió de boca del propio Nicolás Maduro, crea mayores sospechas porque los pobladores de esa localidad aragüeña lo saben. No es el presidente de Colombia, Iván Duque, son tus propios fantasmas los que ocasionan este tipo de dudas, Nicolás.

Revette (+) y Gómez  cumplieron roles importantes en tiempos de amenaza social, cuando los colectivos controlaron e intimidaron a los civiles que marchaban y  protestaban;  cuando se encargaron del control de las zonas de paz como la de la Cota 905 en Caracas, y del sindicato del famoso proyecto Tren de Aragua, obra inconclusa realizada por la corrupta Odebrecht, empresa aliada del entonces presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva,  socio político de Hugo Chávez; ellos también tienen nombres y emergieron de esos mundos violentos e ilícitos, amparados por una sociedad cómplice que veía esos actos como “normales” y de admiración al “vivo” que robaba los petrodólares  a “vox populi”.

Son hijos de la revolución. Ahora cuando el poder de los Al Capones de la revolución chavista quieren concentrar el poder de los negocios, leen la obra de Mario Puzzo  o ven la película –El Padrino-, para salir – de la mano de los cubanos que sí saben de eso-  a liquidar a quienes les restan poder, en una Venezuela segmentada por mafias y grupos delictivos controladores del mundo del crimen, la extorsión, el narcotráfico y el terrorismo. Es el tren terrible que marcha absurdo  y acelerado, que dejó a los  sensatos fuera del juego, en medio de una moribunda lucha honesta, o con la opción de una infinita huída.

Es el tren maravilloso para el chavismo que muestra a un país que es propiedad de su nomenclatura,  que destruye –sin inmutarse-, el Parque Canaima, el delicado equilibrio de la Amazonía o a los reservorios naturales Los Roques y Morrocoy. En él se montan los Amos del Valle de Francisco Herrera Luque y los enchufados, para disfrutar  sus oscuras fortunas, creando mundos que se expresan en la celebración del  cumpleaños 50 realizado en el Kusary Tepuy,  del boliburgués, Rafael Oliveros, junto –entre otros- a la diseñadora, Titina Penzini, el ex zar de la belleza, Osmel Souza, vestido con un traje verde Dolce Gabbana para combinarse con la naturaleza, modelos y otros colegas de negocios (según el ABC de España). Avalada por superfluas explicaciones de algunos asistentes y gente desprevenida que la ve como un hecho normal, creando la estela perfecta de la “sociedad cómplice”.

Es el tren terrible y absurdo controlado por un régimen responsable del empobrecimiento del país; de la desintegración de una soberanía entregada a Cuba, Rusia y China que deciden su destino; de militares postrados ante el yugo cubano (Fidel y Raúl Castro) y la guerrilla colombiana, cómplices de asesinatos y torturas de venezolanos, especialmente en las poblaciones fronterizas y  en el arco minero; del deterioro de su emblemática industria petrolera; de la diáspora que suma más de cinco millones y sufre humillaciones y la xenofobia en países que antes fueron acogidos sin distingo alguno; de la pérdida de valores y principios; de familias desintegradas y dispersas por todo el mundo; de la muerte de muchos ciudadanos y niños por hambre o falta de atención médica. La gran interrogante es cómo remediar tanto daño, tanta maldad.

El chavismo vive de la división social. Quienes andan con ellos son patriotas, honestos, buenos y están con los pobres, quienes no lo están son apátridas, vende patria e imperialistas. Lo que ellos no entienden es su marginalidad cultural y escaza creatividad, demostrada durante sus  22 años de  control del poder, aupado por el desinterés de una población que cedió su responsabilidad  a un liderazgo  corrupto e ineficiente   que  controla la decisión pública y el destino del país.

El tren maravilloso se expresa en aquellos que todavía guardan la esperanza de un mejor mañana; en quienes despertaron su creatividad y solidaridad en estos tiempos borrascosos; en quienes aprendieron la importancia de ser productivos, responsables y honestos en otras latitudes y sueñan con volver con una concepción de mundo diferente. La experiencia ganada hoy servirá para el mañana, aunque las circunstancias presentes en nada favorecen el cambio y eso sucede porque no es un simple brinco político y económico,  es una transformación profunda que implica pasar de un modelo petrolero a otro con una concepción diferente, tal como lo trato hacer en su segundo gobierno el ya fallecido  ex presidente Carlos Andrés Pérez.

Para el político actual el objetivo es el poder, por eso le cuesta ser honesto, creativo y cercano a la cultura. No comprende la necesidad de construir un tren maravilloso que conduzca al país hacia una sociedad unida, o lo impregne de ideas humanistas, lo haga productivo espiritual y materialmente, sustentable, comprometido con su conciencia  y capaz de armonizar las diferencias individuales. El paraíso no está perdido, solo está olvidado – decía Cabral-, porque la gente mala, con el miedo y la división lo diluyó,  envenenando el alma del  pueblo. Ese es el otro tren que augura el cantautor y el que necesita Venezuela.

@hdelgado10