Venezuela tiene su Nicaragua en Barinas. En el referente estado revolucionario se sintetizó una estrategia mundial que adelantan Rusia y Cuba, de la mano del agotado Foro de San Pablo del corrupto ex mandatario brasileño, Ignacio Lula da Silva (Brasil) y el fallecido genocida y dictador cubano, Fidel Castro, ahora oxigenado con el Grupo de Puebla, liderado por los grises mandatarios, Andrés Manuel López Obrador (México) y Alberto Fernández (Argentina), y sus aliados españoles, José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y Juan Carlos Modero (Podemos).
En las elecciones legislativas y presidenciales del 7-11-2021, al poder judicial controlado por el dictador nicaragüense, Daniel Ortega, se le ordenó descaradamente que detuviera a seis candidatos de la oposición, inhabilitara a uno, y presionara a otro hasta que renunciara, lo que le permitió al sandinista alcanzar su reelección con el 75,92%.
A estas elecciones le antecedieron una serie de actos represivos que se iniciaron en abril de 2018, contra los manifestantes cansados de los atropellos del dictador Daniel Ortega su esposa y vicepresidente, Rosario Morillo, su familia y sus amigos cercanos. El balance dejó centenares de muertos, incluyendo niños, cientos de heridos y numerosos presos políticos y exilados, entre ellos el escritor Sergio Ramírez (2021). Las organizaciones de derechos humanos internacionales y varios países protestaron por los actos violentos del régimen y de sus aliados, los grupos paramilitares encargados de asesinar a los opositores, pero el sandinista se salió con la suya.
Luego de la represión ocurrida en los últimos tres años, el dictador realizó sus elecciones presidenciales y garantizó su cuarta victoria, esta vez eliminando a sus adversarios. Al final recibió el apoyo y reconocimiento de sus aliados de Rusia, China, Cuba, Venezuela, Argentina, México, Osetia del Sur y Abjasia (dos territorios ocupados por Moscú sin reconocimiento mundial), y la solapada posición de Argentina y México.
Lo ocurrido en Nicaragua obedece a los lineamientos establecidos en los últimos años por el Foro de Sao Pablo, ahora disfrazado como Grupo de Puebla, cuya intención de fondo es la misma: Establecer zonas dominadas por gobiernos que engañosamente se hacen llamar progresistas, para ocultar su intención comunista. El guión indica aprovechar las ventajas de la democracia, en especial las que estimulan el revisionismo y el resentimiento social que arrastran estos pueblos, y una vez asumido el control del poder, aprovechar “la efervescencia inicial”, para cambiar la constitución y garantizar la reelección, utilizando la engañosa figura de la constituyente para destruir la institucionalidad y hacer el traje a la medida.
El problema de estos “gobiernos progresistas” es que son buenos criticando, despilfarrando las bonanzas de las materias primas (petrolera por ejemplo como el caso Venezuela), y hacer de la dádiva el fundamento de sus estrategias políticas y sociales, estableciendo –al final- enfermizas relaciones con los sectores menos favorecidos, para tratarlos como simples borregos electorales y explotar sus necesidades haciéndolos más dependientes y pobres.
El asunto es comprensible, dice Ricardo Hausmann, la teoría comunista sostiene que son la última fase del desarrollo de la humanidad, por lo tanto, “son la última Coca Cola del desierto” y no tienen que entregar el poder una vez ganado. No importan sus fracasos o la violación de los derechos humanos, tampoco los genocidios ejecutados por Fidel Castro (Cuba), José Stalin (Unión Soviética), Pol Pot (Camboya), Mao Tse Tung (China), Las Farc y el ELN (Colombia) o Sendero Luminoso (Perú). Todos esos inhumanos hechos tienen como justificación la causa.
El estado llanero Barinas es el reflejo del guión diseñado por el eje del Foro de Sao Pablo y ejecutado por la dictadura cubana. Esa estrategia está aplicándose sistemáticamente en Nicaragua y Venezuela, en este momento. Pero ya apunta sus armas para retomar el poder en Brasil, con Mr. Lava Jato, Lula da Silva, y hacia Colombia, con el ineficiente y corrupto ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Así se sumarían al control que ya tienen en Argentina, Bolivia, Perú, Honduras y México. La desgracia de estos pueblos es que sus problemas y resentimientos sociales se han agudizado, arrastrándolos con la violencia y venganza hasta el borde del abismo.
El régimen mafioso no puedo perder el territorio ícono de la revolución. El lugar del nacimiento del mito, Hugo Chávez, no debe ser gobernado por la oposición. Para Nicolás Maduro y sus cómplices, a la manera cubana o nicaragüense, utilizaron su poder para desconocer la victoria de Freddy Superlano, luego lo inhabilitaron, posteriormente hicieron lo mismo con su esposa Aurora Silva, a quien designaron candidata para representar a la oposición en la arbitraria elección del 9 de enero de 2022. También utilizaron los colectivos (Nicaragua y Cuba también lo hacen) para amenazar a los electores, presagiando la derrota, una práctica conocida por los venezolanos porque se realizó en todo el territorio nacional.
Lo ocurrido en Barinas mostró el endeble sistema jurídico y electoral de Venezuela. Las aberraciones no son nuevas, los atropellos y ventajismos del chavismo se practican hace dos décadas, solo que en las elecciones en las que participaba Hugo Chávez, la bonanza petrolera y el aparente carisma reducía los efectos del atropello; se unía a esa realidad, la hipocresía de los socios políticos y económicos internos y externos que callaron hasta que su perversa influencia comenzó a moverles el piso.
El 21N dio argumentos suficientes para los abstencionistas. También evidenció a la observancia internacional las debilidades de los sistemas político, judicial y electoral de Venezuela. Pero lo notorio es la capacidad del régimen de Nicolás Maduro de burlarse de la democracia mundial y alcanzar sus objetivos, tal como lo hicieron el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, la marioneta boliviana, Luis Arce, y los cubanos Fidel y Raúl Castro durante 60 años. De nada valen las presiones diplomáticas y económicas, total los cuestionados se mantienen en el poder y en la misma sociedad occidental se gestan los intelectuales, políticos y periodistas que los defienden.
El régimen agudizó aún más su naturaleza dictatorial. Acentuó más su deterioro institucional. Demostró que la marioneta cubana, Nicolás Maduro, fue la mejor elección, luego de la muerte del “comandante”, porque se plegó totalmente a sus intereses, sin importarle el daño causado a una sociedad con graves indicadores de pobreza y un agudo deterioro de su calidad de vida; oxigenado por el “efecto rebote” generado por la liberación obligada del dólar, el lavado de dinero, las remesas y unas importaciones exentas de impuesto que ocultan su incapacidad productiva interna y llenan los anaqueles para cubrir la demanda interna.
Luego del 21N, el régimen se salió con la suya. Se fortalecerá con la renovada alianza internacional y la “normalización” de una economía que aún con indicadores mediocres, mostrará una caída de su hiperinflación y un crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB), porque los 660 mil barriles de petróleo producidos en noviembre 2021 le permitirán obtener unos pocos ingresos y diseñar un presupuesto nacional 2022 de US $ 8.5 mil millones, proyectando así un país “milagroso y ejemplar para los socios del Foro de Sao Pablo”, que retomará el camino del bochinche, la corrupción y el festín petrolero.
@hdelgado10