The Economist: Las seis maniobras de Nicolás Maduro para permanecer en el poder

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Venezuelan President Hugo Chavez (L) and Venezuelan Minister of Foreign Affairs Nicolas Maduro applaud during the ceremony in which Uruguayan writer Mario Benedetti (out of frame) was decorated for his professional carreer, 18 December 2007, at the University building in Montevideo. Chavez was in Uruguay for the XXXIV Mercosur Heads of State Summit, which took place earlier on Tuesday. AFP PHOTO/Miguel ROJO (Photo credit should read MIGUEL ROJO/AFP/Getty Images)

El diario The Economist publicó el martes un extenso artículo en el que analiza cuáles han sido las maniobras de Nicolás Maduro para permanecer en el poder, incluso después de que analistas y adversarios predijeron su caída años atrás.


“No veo cómo Nicolás Maduro tendría la capacidad de permanecer por un tiempo prolongado en el gobierno”, dijo Henrique Capriles, ex candidato presidencial, en año 2013. “El final está cerca para Maduro”, concluyó Ian Bremmer, politólogo, en 2017. “Los días de Maduro están contados”, prometió Mike Pompeo, entonces secretario de Estado de Estados Unidos, en 2019.

Todos ellos, explica la publicación inglesa, estaban equivocados. Y ese error ocurrió incluso cuando Maduro es responsable de una de las peores recesiones en la historia del mundo.

“Bajo su gestión incompetente, la economía se ha contraído en un 75%. Aproximadamente 6 millones de personas han emigrado: más de una quinta parte de la población. Si se llevaran adelante elecciones presidenciales justas, es casi inconcebible que gane. Su apoyo en las encuestas de opinión ronda el 15%”, enumera para dimensionar el calibre de la crisis que atraviesa Venezuela en los últimos años.

Además, explica, en cinco años el régimen ha pasado de ser algo autoritario a “descaradamente autoritario”. De cara a las elecciones del 21 de noviembre, por su parte, el periódico anticipa que es “muy poco probable” que la oposición llegue demasiado lejos.

Así, enumeran los seis pasos que Maduro ha dado en el camino hacia convertir a Venezuela en una autocracia.

1- La más importante, mencionan, es que Maduro ha continuado y extendido la subversión de las instituciones que comenzó su predecesor, Hugo Chávez (1999-2013)

“Después de que el PSUV perdiera el control del parlamento en 2015 (en los que la mayoría de los observadores califican como la última elección remotamente justa), se pusieron en marcha varias medidas para evitar que la oposición logre algo. La Corte Suprema estaba repleta de jueces leales. En 2017, el parlamento electo fue disuelto y reemplazado por una asamblea constituyente que fue un sello de goma. El parlamento se restableció más tarde, con una mayoría socialista, después de una elección injusta. La autoridad electoral que supervisó todos estos cambios está flagrantemente sesgada”, explica The Economist.

2- En segundo lugar, el régimen ha reforzado el control sobre los medios de comunicación.

“Los canales privados están dirigidos por simpatizantes del régimen (…). El gobierno ha cerrado casi todos los periódicos. Aunque la oposición debería tener un acceso igualitario a los medios de comunicación antes de las elecciones, en la práctica están casi completamente excluidos. Un análisis reciente del principal canal de televisión estatal encontró que la oposición no fue mencionada en absoluto en tres de los nueve días examinados y se refirieron a ella sólo breve y despectivamente, como “radical” o “extrema”. Varios sitios web críticos con el régimen están bloqueados”, describe.

3- El apoyo y alineamiento del Ejército también se ha vuelto una pata fundamental del sostén de Maduro en el poder. Así como lo hizo Hugo Chávez antes que él, Maduro está dispuesto a evitar cualquier desagrado dentro de las fuerzas, y recibe ayuda de espías cubanos para encontrar y purgar a oficiales potencialmente problemáticos. “Créame, puede ser totalmente despiadado si es necesario”, dijo un ex funcionario del gobierno citado por The Economist.

“Se encerró a decenas de agentes. Al parecer, algunos han sido torturados. El mes pasado murió el general Raúl Baduel en un centro de detención. Baduel era ex ministro de Defensa, que ayudó a Chávez como presidente después del complot golpista de 2002, comenzó a estar en desacuerdo con su ex jefe en 2007. Durante la mayor parte del resto de su vida fue encarcelado por cargos de corrupción no comprobados, a pesar de las súplicas de su familia por piedad. Su hija dice que fue asesinado, mientras que el gobierno dice que murió de COVID-19?, relata el semanario sobre cómo el chavismo lidia con los críticos dentro del Ejército.

4- Por el contrario, los oficiales que apoyan al régimen tienden a prosperar. “Inexplicablemente, las fuerzas armadas tienen el control informal de la extracción de oro y los diamantes. Desde que la industria petrolera de Venezuela no es tan lucrativa como solía ser, debido a las sanciones y a la mala gestión, el régimen ha encontrado otras formas de recompensar la lealtad. Una de ellas es otorgar permiso a los compinches para construir casas en parques nacionales. Se cree que oficiales y funcionarios se encuentran entre los propietarios de lujosas mansiones que han surgido en áreas supuestamente prohibidas para la construcción, incluido el archipiélago caribeño de Los Roques y una montaña supuestamente protegida sobre Caracas”.

Aunque algunos especularon con que cuando Maduro arruinara la economía se produciría un levantamiento masivo contra su régimen, lo cierto es que esto no ha sucedido aún. Por el contrario, muchos de los venezolanos más enojados y enérgicos huyeron al extranjero y ahora envían dinero en efectivo que ayuda a sus familiares a sobrevivir. “Los que se quedaron, se han vuelto cada vez más dependientes del Estado. Temen que, en caso de rebelarse, se los deje morir de hambre. En 2016, Maduro introdujo repartos de alimentos bimensuales. Para calificar, los destinatarios deben tener una tarjeta de identidad que se emite a los votantes en los baluartes progubernamentales. El mensaje es claro: con la lealtad viene la comida”, añade la publicación.

5- El reconocimiento y la aceptación por parte de Maduro al dólar estadounidense es, según The Economist, uno de sus movimientos más sorprendentes.

“Habiendo denunciado anteriormente la moneda como una herramienta imperialista, ahora agradece ‘a Dios’ que exista. El cambio ocurrió en 2019, durante un corte de energía de seis días que imposibilitó los pagos electrónicos. Eso obligó a la gente a aceptar el dólar, técnicamente en violación de la ley. Desde entonces, el régimen abandonó los controles de precios y un tipo de cambio fijo y, en cambio, adoptó el dólar. Hasta junio, alrededor del 70% de las transacciones se realizaban en dólares, una política que ha reducido la inflación anual de un máximo de más de 2.000.000% en 2019 a menos de 2.000%, lo que según los estándares de Maduro es un éxito”.

Además, el uso de dólares ha ayudado a simplificar el envío de remesas, mientras que ha aliviado las dificultades de las familias de clase media. En la actualidad, en todo el país, se están reabriendo casinos. En la burbuja relativamente rica del este de Caracas, las tiendas de divisas venden de todo, desde ropa de esquí de diseñador hasta jarabe de arce orgánico.

6- A diferencia de otros regímenes autoritarios, como Corea del Norte, Venezuela todavía pretende ser una democracia, diferencia The Economist, al explicar que al comienzo de la campaña de este mes, Maduro imploró a la gente que participara. No obstante, su régimen también ha demostrado que, cuando corre el riesgo de perder una elección, está dispuesto a hacer trampas, ignorar los resultados o ambas cosas.

Una mujer camina junto a un mural sobre el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, el 8 de noviembre de 2021 en Caracas (Venezuela) (EFE/Miguel Gutiérrez)

“Esta táctica no solo ha permitido que el régimen sobreviva, sino que parece haber convencido a muchos venezolanos de que la democracia no funciona. En una encuesta realizada en octubre por la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, la mitad de los venezolanos dijo que la democracia era su forma de gobierno preferida, una caída de 18 puntos porcentuales desde que Maduro asumió el cargo”, concluye el semanario.

The Economist