Austin se vistió de galerones, flores y rosarios. Con gran entusiasmo y piedad se celebraron las festividades en honor a la Virgen de Valle por sus 100 años de patrocinio del Oriente Venezolano. Durante nueves días la comunidad mariana de la capital de Texas disfrutó la preparación de la fervorosa fiesta al estilo Margariteño con la novena en honra y reflexión hacia la figura de la Madre de la Iglesia.
Todo fue muy sencillo pero con la plenitud del sentimiento criollo. La imagen de la Virgen Del Valle, llamada cariñosamente como “Vallita”, se trasladó de casa en casa, de patio en patio y de altar doméstico a grutas familiares. Siempre reinó durante la novena la unidad familiar y la devoción Mariana. Llegó el esperado día de la reina de los mates y protectora de los pescadores, cuya fecha coincide con cuatro fiestas religiosas, el 8 de septiembre se celebra litúrgicamente la Natividad de María Santísima a nivel de la Iglesia universal.
Además el 8 de septiembre se festeja la memoria de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Incluso el 8 de septiembre se recuerda la primera aparición de la Virgen de Coromoto en la ciudad de Guanare en 1652 en las riberas de los ríos Guanaguanare y Tucupido en los llanos venezolanos.
Y en el estado insular de Nueva Esparta al oriente venezolano se celebra la tradicional fiesta de la Virgen Del Valle, que en este año 2021 arribaba al centenario de su patrocinio como madre y protectora celeste de todas las ciudades y pueblos del territorio oriental de Venezuela.
Las familias Margariteñas, gentilicio con el que se llama al nacido en la Isla de Margarita ciudad donde está la Basílica Menor en honor a la Virgen Del Valle, junto a otros residentes venezolanos en Austin organizaron la novena y la misa solemne para festejar tan histórico onomástico religioso.
La misa se realizó en la sede del Centro Venezolano de Austin, ubicado en la zona central de la capital texana. Es un lugar muy sencillo, humilde y austero, pero cargado de sentimientos encontrados y de recuerdos de añoranzas.
Todo comenzó con la llegada de la imagen de la Virgen Del Valle adornada con sus margaritas blancas y rosas rosadas dignas para una doncella virginal llena de pureza y santidad.
Los globos y banderas engalanaban el ambiente y la música folclórica de galerones, coplas y poesías se dejaban escuchar entre miradas de nostalgia y emociones que se vestían de lágrimas y sonrisas.
Comenzó la misa presidida por el Padre José Palmar, sacerdote venezolano en el exilio, que se había trasladado desde la ciudad de Orlando en Florida hacia la capital del estado de Texas.
La Misa con sabor a liturgia venezolana y con espíritu margariteño se inició con un coro de niños venezolanos que entonaban los cantos tradicionales de las misas católicas de fervor Mariano.
Un centenar de venezolanos se congregaron con emoción piadosa y con alegría espiritual. Muchos con sus franelas con Vallita y otros con sus rosarios adornando su humanidad.
Fue una Eucaristía con el calor venezolano y con la Piedad caribeña de aquellos indios guaiqueríes primeros custodios de la imagen de la Virgen de Cubagua como antes se le llamaba a la Virgen Del Valle, que en su historia ha tenido cinco nombres.
Su primer nombre fue Virgen de la Concepción, llamada La Purísima; su segundo nombre fue Virgen de Cubagua; luego se llamó Virgen de la Tempestad, por salvarse milagrosamente de un maremoto; después Virgen de los guaiqueries; más tarde en la guerra de la independencia se le llamó Virgen Patriota hasta que recibió el actual nombre de Virgen Del Valle por encontrarse en templo Basilical en el Valle del Espíritu Santo en Margarita.
Fue una misa de unidad venezolana y de comunión de comunidades. Se unieron margariteños con chiquinquireños, emprendedores con cultores, artistas con militares en el exilio, músicos con poetas y sacerdote con feligreses. Fue una noche sin celos ni diferencias, una fiesta sin mezquindad ni egoísmos, una misa que añoró nuestras misas de aquellas parroquias de nuestros pueblos, barrios y urbanizaciones populares. Austin se convirtió en un pedazo de Margarita. Austin sabía a majarete de coco, a paledoña andina y a empanada de nuestras abuelas, pero sobretodo Austin se llenó del manjar eucarístico del cáliz de la salvación y del pan único y partido del banquete de la redención en Cristo Jesús.
Terminó la Misa y comenzó el cumpleaños feliz con torta de cinco pisos y concierto de violín. Nadie se quería ir, ninguno quería regresar a la rutina del estrés diario de una vida de trabajo y más trabajo. Los abrazos y bendiciones se mezclaban con música venezolana y deleite de comida criolla.
Los 100 de Vallita en Austin que se soñaron con una sencilla misa en el patio de una casa de margariteños y mexicanos, donde lo que se pensaba era para una docena de personas, y que al final se les iba a repartir el tradicional arroz con pollo de nuestras fiestecitas de casa, terminó con un fiestón a casa llena en el dowtaun de Austin con Eucaristía y galerones para María.
La gente se marchó con la promesa de vivir esta magia espiritual muy pronto en la cercanas fiestas de la Virgen de Chiquinquirá que se celebrarán en la ciudad de San Antonio Texas. De Vallita a la Chinita fue el slogan de despedida.
@padrejosepalmar desde Austin, Texas