“Si queremos conocer nuestro pasado miremos el presente que es su consecuencia; si queremos conocer el futuro miremos el presente que es su causa.” Proverbio Oriental.
Fué Victor Frankl, quién sobrevivió a los horrores de los campos de concentración nazis que nos legó esa frase de contenido poderoso que dice que “la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida.” El hombre se ha preocupado no sólo por sobrevivir, sino por vivir el presente que lo impulsa y su deseo de trascender.
Pensar en el futuro y sus incertidumbres es preocuparse por darle un sentido más profundo a nuestra vida, es proponerse con dignidad y firmeza uno o varios objetivos muy concretos que ayuden, por ejemplo, a restablecer la fortaleza interior para vencer los obstáculos y las dificultades que impiden el ejercicio pleno de la libertad.
La fe en el futuro, en un futuro mejor, nos impulsa a acumular fuerzas y nos da el asidero espiritual necesario para detener la pérdida de confianza y además, creer que es posible, junto a otros, superar la quiebra moral y material de un país. En ese sentido, Margaret Mead nos anima al decirnos que “nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado.”
Por eso es bien importante el legado que nos han dejado otros pensadores, sobre todo aquellos cuyas vidas han sufrido los más vergonzosos vejámenes en aquellos pueblos sometidos por la insanía mental de un Hitler, Mussolini, Stalin, Kim Il Sun o Castro que quisieron hacer creer que la felicidad futura no es posible sin la existencia del líder, aunque a Venezuela se le quiera empujar a tener su período tétrico en la historia con Chávez y sus demoníacos seguidores.
Para asegurar un futuro de bienestar y prosperidad es imperativo impedir el avance destructor de los bárbaros en el presente y sus ideas caducas. Se hace necesario construir las bases de un futuro orientado sobre el esfuerzo creador de nosotros mismos, aún cuando hay mucha gente en el mundo pensando en cómo será ese futuro. En la revista The Economist, prestigiosa publicación inglesa, se hacen “predicciones” para “el futuro que nos espera”, muy interesantes y al mismo tiempo preocupantes desde la perspectiva de las circunstancias que vivimos en el presente, sin embargo, hay que tomarlas en cuenta porque ese es el futuro que nos aguarda y nos obliga a tomar acciones ya.
En un resumen de 20 puntos que hace la mencionada revista, tomaré por razones de espacio y tiempo, dos de ellos que considero importante resaltar. a) “Las casas se vuelven más tecnológicas y adaptadas al trabajo diario. Muchas empresas se dedicarán a solucionar las necesidades de trabajar desde casa. La casa cambia de ubicación. Hoy se puede vivir fuera de una gran ciudad, trabajar igual y generar el mismo valor. La ubicación física pasa a un segundo término para las empresas, pero a un primer término para los trabajadores.”
b) “La educación nunca volverá a ser igual. Será presencial pero tecnológicamente adaptativa. Cada quien lo que necesita. Estudiar offline y online será lo normal. Las escuelas y universidades se transformarán en un sistema híbrido para siempre. Se regresa al esquema de contratar gente muy preparada para llenar puestos importantes, pero se aceptarán candidatos sin título universitario para puestos menos importantes si tienen la experiencia necesaria.”
Reflexionemos y actuemos porque la vida nos cambiará. Hay muchos temas sobre los que hay que pensar y que nos obligarán a transformarnos, adaptarnos y darle sentido nuevamente a nuestras vidas, o corremos el riesgo de quedarnos impasibles, rumiando nuestro atraso, y esperando que la muerte nos atrape alelados por la inacción. Valoremos el tiempo. Urgen los cambios en el país.
Neuro J. Villalobos Rincón