Si bien es poco probable que el régimen autoritario de Maduro sea reemplazado por un poder político radical, como ocurrió en Afganistán, el fracaso del Estado creará un vacío que intentarán llenar grupos irregulares armados, provocando así una mayor crisis en la región
La administración Biden, junto con las agencias militares y de inteligencia de Estados Unidos, se han mostrado sorprendidos por los avances alcanzados por los talibanes a su llegada a Kabul, la capital afgana, y posteriormente con la toma del poder en ese país.
El rápido colapso del gobierno afgano respaldado por Estados Unidos fue una completa sorpresa para Washington.
El asesinato [magnicidio] a principios de julio de 2021 contra el presidente de Haití, supuestamente por mercenarios colombianos; y las violentas manifestaciones antigubernamentales durante seis semanas consecutivas en Colombia, aliado cercano de Estados Unidos, también han tomado por sorpresa a la administración del presidente Joe Biden.
Los anteriores eventos destacan que Biden, a pesar de hacer campaña como un experto en relaciones internacionales, los hechos demuestran lo contrario, que Biden carece de un genuino entendimiento de muchas de las apremiantes crisis geopolíticas que a su vez amenazan la estabilidad de la región y que requiere de una atención urgente de Washington. Uno de esos dilemas es la difícil situación de Venezuela, que alguna vez fue la democracia más rica y estable de América Latina.
El miembro de la OPEP, que alguna vez estuvo entre los mayores exportadores de petróleo del mundo, hoy está al borde del colapso tras décadas de corrupción y malversación por parte del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La potencial implosión del Estado venezolano se está acelerando debido a a varias razones: Las sanciones de Estados Unidos, el precio del petróleo que es cada vez más débil, y el fracaso de la columna vertebral económica del país, la industria del petróleo.
Esta confluencia de eventos mencionados han desencadenado una profunda crisis económica, aparentemente irreversible para Venezuela, que ha sido descrita como el «peor colapso» económico sin que haya una guerra.
Esa crisis, está causando un inmenso sufrimiento al pueblo venezolano. Las estimaciones indican que más del 90% vive en condiciones de pobreza y que más de cinco millones de venezolanos han huido del país, en su mayoría han emigrado a las naciones vecinas, en particular Colombia. Esa situación ha creado el segundo peor desastre humanitario en el mundo.
La afluencia masiva de refugiados económicos y políticos a los países vecinos, en particular Colombia, está exacerbando la agitación social ya existente en la región. En Colombia, los refugiados venezolanos compiten por trabajo en un país con una tasa de desempleo de dos dígitos, donde más del 50% de la población trabaja de manera informal y más del 42% vive en condiciones de pobreza.
La implosión económica de Venezuela significa que Caracas está a las puertas de la bancarrota, incapaz de financiar servicios públicos básicos, eso incluye a las fuerzas de seguridad, capaces de mantener el monopolio de la violencia en el territorio del petroestado [nación cuya economía depende del petróleo].
A medida que el Estado se desintegra progresivamente, retirándose de remotas regiones del país, varios pueblos y ciudades más pequeñas han quedado aisladas del Estado. La presencia de grupos armados irregulares están interviniendo para llenar el vacío.
Uno de de esos grupos irregulares, es el Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), de corte marxista, con una fuerza estimada de 1.500 hombres ha establecido una presencia significativa en Venezuela. El grupo guerrillero, tolerado durante mucho tiempo por [Hugo] Chávez y ahora por [Nicolás] Maduro, opera en los estados de Amazonas, Apure, Bolívar, Táchira y Zulia controlando lucrativas rutas de contrabando, narcotráfico, extracción ilegal de oro y la extorsión.
En muchas comunidades donde no existe presencia gubernamental y opera el ELN, las guerrillas se han convertido en una especie de estado de facto, haciendo «justicia» y proporcionando servicios públicos básicos. La floreciente presencia del ELN en Venezuela puede atribuirse a la incapacidad de Caracas para controlar su territorio y frenar las actividades del grupo. A medida que se expande el poder del ELN, pueden beneficiarse aún más de lucrativas actividades ilícitas, en particular la cocaína, así como el tráfico de armas y la minería ilegal.
Los disidentes de las FARC, que están involucrados en actividades ilícitas similares a las del ELN, también están expandiendo su presencia en Venezuela a medida que el Estado se debilita y continúa desmoronándose. Se trata de los grupos de las FARC que se negaron a reconocer el acuerdo de paz de 2016 con el gobierno de Colombia, y han expandido su presencia en la frontera entre esa nación y Venezuela.
Los enfrentamientos, a principios de este año, entre disidentes de las FARC y las fuerzas de seguridad venezolanas, en el estado de Apure, cerca de la frontera con Colombia, han puesto de relieve la creciente fuerza de los disidentes de las FARC en el territorio venezolano. Usando tácticas de guerrilla clásicas, perfeccionadas durante años de batalla contra el ejército colombiano, los disidentes de las FARC han derrotado al ejército venezolano.
Esos eventos enfatizan aún más cuán débil se ha vuelto Caracas y la incapacidad del gobierno para mantener efectivamente la soberanía del territorio nacional de Venezuela. Esto no se limita solo a regiones remotas, el régimen autocrático de Maduro también está perdiendo constantemente el control de Caracas en los suburbios al oeste de la ciudad que se han convertidos en zonas virtuales de guerra, bandas armadas luchan contra las fuerzas de seguridad por el control del territorio.
En el último incidente reportado, ocurrido en julio de 2021, aproximadamente 300 pandilleros armados libraron batallas campales con la policía. Existe un consenso creciente, entre analistas y académicos, de que el régimen de Maduro está perdiendo constantemente el control del poder en Venezuela. La agencia Reuters citó a Alexander Campos, investigador de la Universidad Central de Venezuela, quien dijo: «Cada vez es más evidente que Maduro está perdiendo el control dentro y fuera de Caracas».
La catástrofe financiera en Venezuela provocada por la casi colapsada industria petrolera, columna vertebral de la economía, ha llevado a la bancarrota a Caracas, esto hace casi imposible que el régimen de Maduro mantenga el control del país.
Mientras la oposición esta fuertemente dividida, que junto a las duras sanciones estadounidenses, parecen incapaces de derrocar al régimen autoritario de Maduro, sin embargo, existen crecientes temores de que Venezuela finalmente implosione, dejando un Estado fallido debido a la crisis económica. Si Venezuela no puede reconstruir su columna vertebral económica destrozada, la industria petrolera, que requerirá una inversión de hasta $200 mil millones, entonces es probable que el Estado finalmente implosione.
Las fuertes sanciones de Estados Unidos que separan a Venezuela de los mercados mundiales de capital y energía hacen que sea imposible para Caracas adquirir el capital requerido, ya sea a través de exportaciones de petróleo o financiamiento internacional. Esas duras medidas están disuadiendo las inversiones que se necesitan con urgencia por parte de las grandes empresas energéticas occidentales, que son las únicas compañías petroleras que poseen el capital, la tecnología y la experiencia necesaria para reconstruir la destrozada industria petrolera de Venezuela. Por estas razones, la crisis económica de Venezuela se profundizará, aumentando el riesgo de que el Estado colapse.
Si bien los Estados fallidos no son contagiosos, fomentan un mayor malestar civil, agitación política y conflictos en los estados vecinos. Como Afganistán ha demostrado en repetidas ocasiones, el vacío dejado por un Estado fallido proporciona refugio a grupos terroristas y criminales al tiempo que crea un entorno ideal para que los regímenes extremistas tomen el poder. Si bien es poco probable que el régimen autoritario de Maduro sea reemplazado por un poder político radical, como ocurrió en Afganistán, el fracaso del Estado creará un vacío que intentarán llenar grupos irregulares armados, provocando así una mayor crisis en la región.
El caos ascendente en Venezuela es lo que está contribuyendo al interés de Maduro de buscar un arreglo con Washington para aliviar las sanciones y así evitar el colapso de Venezuela.
Por: Matthew Smith/ Oilprice