La Ruta Baüer: Tras la diáspora venezolana (Primera entrega)

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El 19 de febrero de 2019, Gustavo Baüer Grimán inicia su periplo fotoperiodístico en Maicao, departamento de la Guajira (Colombia), una localidad considerada básicamente comercial, llena de contradicciones, refugio de actividades legales e ilegales, rica en diversidad étnica (wayuu, medio oriente, costeños, venezolanos, etc.)  ¿Por qué esta población? Es la puerta de entrada a la costa de Colombia y el punto de partida más fácil por vía terrestre hacia su interior y el sur del continente: Ecuador, Perú, Argentina y Chile, principalmente. 

La frontera de 2,219 Kms. Se inicia en Castillete Guajira y termina en la Piedra del Cocuy en el Amazonas. La huída es opción para quienes en medio de la angustia de un país arruinado deciden buscar nuevos horizontes. En sus morrales y maletas, cargan lo básico, los niños, esos héroes silenciosos parecen no inmutarse ante la irrevocable decisión de quienes deciden su destino, Atrás quedan otros atrapados en la incertidumbre, solo esperanzados en “la remesa”  enviada por sus padres o hermanos mayores” que colocará el plato de comida en la mesa. Es el dilema de dividir la familia, de abandonar a sus seres queridos y todo por lo que trabajó en su vida.

Los que quieren sellan en el eje Paraguachón-Maicao. Por aquí se desangra Venezuela. Al salir de la frontera, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) colocó un centro de atención primario para quienes huyen; más adelante el “Barrio La Mano de Dios”, se extiende para dar cobijo a cientos de  refugiados que decidieron invadir el antiguo relleno de la limítrofe población. Quieren estar cerca de su país, de su familia. Emigrar no es fácil, eso está comprobado. Aquí comienza la Rutabauer.

Los carros por puestos mueven pasajeros durante 24 horas al día, nunca paran. Saben moverse con la delincuencia y las autoridades policiales, guardias nacionales y el ejército que controlan la zona. Es una simbiosis anárquica en la cual prevalecen solo intereses, no hay nada personal.

En vista de la cercanía a la fecha del intento de ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela por el eje San Antonio del Táchira (Venezuela) – Cúcuta (Colombia), el sábado 23 de marzo de 2019, Gustavo Baüer Grimán se desplaza hacia la capital del fronterizo departamento del Norte de Santander. Recoge impresiones del histórico momento, sin dejar de lado el objetivo principal de tocar el lado humano de la  diáspora venezolana.

Posteriormente se traslada a la capital de Santander, Bucaramanga, ahí  encuentra diversas experiencias de personajes venezolanos con diferentes niveles académicos y necesidades, complejas situaciones, expectativas, aciertos y fracasos que enriquecen la experiencia de quienes huyeron.

Así vivió su periplo por la capital de la república Bogotá; el centro industrial, comercial y financiero, Medellín (Antioquia), la bella y emblemática ciudad histórica, Cartagena de Indias (Bolívar), la pujante Barranquilla (Atlántico), el balneario turístico Santa Marta y el centro de la etnia guajira, Riohacha. Un recorrido   de 3.077 kilómetros cubiertos entre el 19 de febrero y el 11 de marzo de 2019, cuando retorna a Maracaibo, estado Zulia-Venezuela, luego de recoger las múltiples vivencias de soñadores venezolanos que buscan mejores condiciones de vida.

Hugo Delgado @hdelgado10

Alcabala próxima a Paraguachón, la puerta para la huída.
Programa Mundial de Alimentos, una solución a la mano.
Los ojos inocentes en el barrio La Mano de Dios (Maicao-Colombia).
La interminable fila de inmigrantes en Parguachón.
La Mano de Dios, el barrio de los venezolanos en Maicao.
El embarazo no tiene fronteras: venezolana en el barrio La Mano de Dios (Maicao).
Los niños dejaron su patria.
Esperando la ayuda humanitaria nunca llegó.
Esperando la noche en una plaza de Bucaramanga.
El rostro de la despedida: dolor y lágrimas