Froilán Barrios: 109a Conferencia de la OIT y la recuperación del trabajo en tiempos de Covid

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Cuando vemos como las terrazas y cafés abren a plenitud en el hemisferio norte, en concreto las economías más desarrolladas del planeta, en la Unión Europea, EEUU, Canadá, se percibe un ambiente de fin de pandemia en un contexto de superación del claustro que se sufrió en 2020, quedando un reto pendiente en como se recuperan los millones de empleos perdidos.

En cuanto a América Latina la situación es diferente, en un contexto de escenarios sombríos, de crecimiento de la desigualdad social, económica y de agravamiento de la pandemia, que pronostican un 2021 de retrocesos, de aumento de la pobreza general y de caída de la riqueza nacional, es el resultado que vive una región donde cada país con sus gobiernos se batió al detal, sin una estrategia continental que pudiera enfrentar la tragedia humanitaria.

En tal sentido, el reciente Informe o Memoria presentado a la 109a conferencia de la OIT que viene de finalizar el 19/’6/2021, por el director general Guy Ryder es contundente, al resaltar los rumbos que deben ser promovidos en esta difícil etapa de la humanidad, que marcará las políticas públicas de los diferentes estados del mundo.

En su contenido destaca que la pandemia de COVID-19 ha transformado radicalmente el futuro de la humanidad, por lo menos a corto plazo. Ahora, la OIT dedicará todas sus energías a promover una recuperación centrada en las personas de una crisis sin precedentes, que ha asolado el mundo del trabajo desde que la Conferencia se reunió por última vez en 2019, utilizando como hoja de ruta la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo. Se destaca que en el 2020 no hubo conferencia mundial y ésta la 109ª es la primera que se realiza en forma digital.

Entre los datos más reveladores la OIT estima que, a consecuencia de la COVID-19 y de las medidas adoptadas para contener su propagación, las horas realmente trabajadas en ese año disminuyeron cerca de un 9% en todo el mundo, en comparación con el último trimestre de 2019, lo que equivale a una pérdida de 255 millones de puestos de trabajo a jornada completa. Esta alarmante cifra evidencia que, en lo que respecta al trabajo, el impacto es cuatro veces mayor que el de la crisis financiera de 2008.

Así también, el desglose de esas cifras permite hacerse una idea más precisa de la situación real de los trabajadores. Cerca de la mitad de las horas de trabajo perdidas puede atribuirse a la pérdida de empleo: 33 millones de personas se quedaron sin trabajo y muchas más —81 millones—abandonaron el mercado laboral y permanecieron inactivas. La otra mitad corresponde a las personas que trabajaron menos horas, o incluso ninguna, pero mantuvieron la relación de trabajo

Igualmente señala que, desde una perspectiva regional, las Américas han sido manifiestamente la región más afectada, con una pérdida de horas de trabajo del 13,7 por ciento, cuando en las demás regiones esta cifra se situó entre el 7,7 y el 9,2 por ciento. En esa misma línea, la pérdida de horas de trabajo se acusó particularmente en los países de ingresos medianos bajos, donde fueron del 11,3 por ciento, cuando en todos los demás grupos de ingresos no superaron el promedio mundial.

Esto ha derivado en la existencia de desigualdades extremas tanto dentro de los países como entre ellos. Esas desigualdades son flagrantes por lo que respecta a la distribución de las vacunas y, por tanto, a la capacidad de los países para luchar contra el virus

Entre tanto la preocupación de la OIT se centra en recuperar el trabajo digno, en Venezuela los rumbos de la tiranía madurista van por otro camino, sin otro aliciente que no sea la demagogia de justificarse en el poder, así las cifras extraoficiales de la pandemia indiquen lo contrario, al confrontar una amarga realidad donde solo el 2% de la población ha recibido vacunas, dejando a una población desprotegida a merced del mortal virus.

En realidad, estamos en el último lugar del continente americano en aplicación de vacunas a la población que demuestra la indolencia e indiferencia del régimen en atender a la población sobreviviente en nuestro país.

Froilán Barrios Nieves