Yrmana Almarza: Final Feliz

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Hola amigos… Paso a contar la historia que vivió mi colega Gustavo Perozo, de Maracaibo-Estado Zulia. Es muy importante que ustedes conozcan lo que le pasó para que tomen notas.

Gustavo… Junto a su pareja y sus dos chamos decidieron irse. Las razones sobran para abandonar Venezuela. Se pudo la segunda semana de mayo de este año. Salieron por Paraguachón. Usaron las trochas o los caminos irregulares para llegar a Colombia. Su viaje por tierra empezó el 12 de mayo a las tres de la madrugada y en la primera parada: el puente sobre el Río Limón, funcionarios de la Migración Venezuela les arrebataron 90 dólares porque no pudieron quitarles los 200 que les exigieron por los cuatro. «A pesar de estar todo en regla dijeron que los documentos eran falsos  y que si no le pagábamos, no seguíamos. Les dimos 90 dólares, todo nuestro dinero en ese momento. Los funcionarios de Migración no quisieron agarrarnos el dinero, se hicieron los desentendidos. El chófer que nos hacía el viaje fue quien recibió el dinero y se lo entregó a otro tipo y nos dejaron seguir», me contó de manera directa Gustavo Perozo. «Es horrible sentir que tu destino está en manos de un funcionario público que te obliga a pagarle para que puedas, circular libremente en tu país, porque nosotros estábamos aún en Venezuela». Al llegar a Paraguachón tomaron una trocha. «Es lo más feo que he visto. No te imaginas la cantidad de personas que hay metidas en esas trochas. Su actitud siempre es negativa, te abordan de manera agresiva, te hacen sentir de entrada que si no haces lo que ellos te piden, te harán daño. Mi esposa abrazó fuerte a los niños y me miraba asustada. La trocha da miedo». En la voz de Gustavo se siente la angustia de recordar aquello. «Son indígenas, la mayoría, controlan el paso irregular para llegar a Maicao. Nos pedían hasta los zarcillos que llevaba mi esposa que eran de fantasía. Cada 150 metros tienen mecates de extremo a extremo en el camino y en cada mecate hay que pagar. El chofer puso al resto de los pasajeros a pagar para poder seguir hasta que llegamos a un punto en donde el chofer pagó un monto en pesos y al carro le pintaron un número y una palabra en Wayunaiki -idioma Wayuu-, para que pudiera seguir por un tramo de la trocha que nos llevó a La Raya». Una vez en La Raya, esa línea imaginaria que define los territorios entre Colombia y Venezuela, Perozo junto a su familia agarraron un carro particular que los llevó hasta Valledupar. No pudieron entrar al terminal terrestre de Maicao según, porque grupos irregulares habían quemado unos transportes y los buses no estaban viajando a ningún destino. Pudieron llamar a unos parientes en el exterior y una vez en Colombia, donde funcionan muy bien los giros internacionales, recibieron los recursos para paliar la raspada que le echaron los de Migración Venezuela y el chofer «de confianza que nos recomendaron». El jueves 13, a las 10.30 de la noche llegan a Bogotá y van directo al Aeropuerto El Dorado para tomar su vuelo, el día 14 a las cinco de la mañana para su destino final: Paraguay.

Migración Colombia… Gustavo y su familia no tuvieron problemas con esta instancia pero cuando fue a chequear sus boletos con la línea aérea le dijeron que ellos, no se montaban en el avión porque sus pasaportes estaban vencidos. «Quedé loco, como cuando te dan un golpe y te aturdes. No entendía por qué la trabajadora de la línea aérea me decía eso». Gustavo logró comprar sus boletos aéreos desde Bogotá hasta Asunción por Internet. En línea, enviaron todos los requisitos que la aerolínea solicitó y una vez cumplido todos los pasos, incluidos el pago de los cuatro boletos, imprimieron sus ticketes con destino a su nueva vida pero la empresa aérea les impidió abordar. Gustavo habló con Migración Colombia quien le dijo que las normas y condiciones de abordaje son exclusivas de cada empresa y en eso, ellos no se meten. Gustavo fue con la gente de Aeronáutica Civil y le regalaron unos contactos para hablar con la empresa de manera directa y poner su reclamo pero ese día, esa noche, Gustavo estaba sin dinero y con una familia en una ciudad desconocida. «Teníamos hambre, sed, los niños… los niños nos pedían comida y tenían frío. Bogotá es muy fría». Entre llamadas y llamadas, una familia los auxilió y les dieron abrigo.

Los pasaportes… El día 15 de mayo, Gustavo fue de nuevo a El Dorado. No durmió. Pasó la noche en un sillón de los vecinos que lo recibieron. «Me puse todos los documentos en las piernas y los miraba y los volvía a mirar. Con esos pasaportes compramos los boletos a la línea aérea en su propia página, ¿cómo es que ahora no nos servían para abordar el vuelo? A lo que amaneció me fui al Aeropuerto y encontré las mismas respuestas: no, no, no. En el aeropuerto hay WiFi gratis por 30 minutos. En esa media hora hice como 100 llamadas de auxilio rogando a Dios que me contestaran dentro del tiempo». Gustavo llamó a la colega de prensa de la Embajada Interina de Guaidó en Bogotá. Llamó al abogado de la Embajada. Llamó a una abogada en Derechos Humanos, al jefe de prensa de Migración Colombia, a una periodista muy reconocida en Bogotá, a la sede de la línea aérea en Estados Unidos, a la gente que lo estaba esperando en Paraguay para contarles por qué no habían arribado, pero el 15, a Gustavo le tocó volver al lugar donde lo cobijaban con malas noticias: no se logró nada. El día 16, acudió a todas las ONG a las que pudo ir, caminando. El dinero no lo acompañaba. Contó su historia y la respuesta siempre la misma: estás en manos de la línea aérea. Le tocaba a él, una lucha nada sencilla. En país extraño, ajeno a él, solo, sin dinero, sin apoyo. Se amarró a la fe. Su alma se arrodilló y clamó al Señor. «Yo sólo decía Dios mío, Dios mío, qué locura es esta Dios mío. Me regalaron cientos de links de organizaciones que ayudan a migrantes para contar lo que estaba viviendo y ver cómo me ayudaban a resolver, pero esto era un asunto entre la aerolínea y nosotros. Entre tanta gente, me hicieron ver que la línea violaba nuestros Derechos e incumplía el acuerdo de viaje pues si los pasaportes sirvieron para comprar los boletos también debían servir para abordar pero en Bogotá, se negaban a dejarnos subir al avión. «. El 15 de mayo fue sábado. En El Dorado los agentes de la línea aérea le explicaron que el domingo no haría nada y el lunes 17, era festivo en Colombia así que cualquier trámite o gestión sería en línea. Le dieron un número de una chica de la línea aérea que se encargaría de su caso y de esta manera le decían a Gustavo que no sería hasta el día 18 cuando volverían a retomar su situación. «Sentí que el mundo se caía a mis pies. Yo estaba literalmente preso en Bogotá cuando ya debía estar en Paraguay. Me moví apegado a todos los Acuerdos Internacionales Humanitarios. Le dije a la línea aérea y le mostré la declaratoria de Paraguay en la que dice que nos recibe con los pasaportes vencidos pero ellos no aceptaron eso. Todo el mundo me escuchaba pero nadie me daba ni una esperanza. Me tocó regresar a donde nos albergaron y decirles que no había logrado resolver nada». Gustavo quedó que no quería ni tomar agua en aquella casa donde los tenían porque él entendía los grandes gastos en los que estaban incurriendo sus benefactores. Lo que debió ser un lugar de paso en su viaje, se convertía en una residencia no deseada sin fecha de salida. «Mis vecinos nos daban fuerzas y ánimos pero yo me moría de la vergüenza. Éramos cuatro bocas más sobre la mesa, cuatro personas gastando agua, electricidad que en Bogotá es muy costosa. Nos enviaron ayuda del exterior pero caímos en cuenta que el monto debía ser bien administrado así que lo dejamos para poder moverme yo de un sitio a otro y seguir haciendo las diligencias que se necesitaban». Gustavo intentaba calmarse. Oró mucho. Habló con Dios, con su amada Virgen del Rosario de Chiquinquirá. Puso su desespero y angustia en manos del Todo Poderoso y a la mejor abogada del cielo elevó sus suplicas. «Ya no sabía qué más podía hacer. Me decían que podía demandar a la línea aérea pero yo no sé cómo es eso de demandar legalmente en un país extranjero y sin un medio para hacer ninguna gestión legal. Me sentí muy mal».

Él es fiel… El martes 18 de mayo, con fecha del 17, Gustavo recibió de sus amigos en Paraguay un boleto especial para subirse al avión. «El Gobierno de Paraguay le envió a la aerolínea en Bogotá una carta». Era una declaración de acogida y una orden para que ya no les impidieran el libre tránsito sino que más bien, les facilitaran llegar al Paraguay a todos, como grupo familiar. «Dios obró. Dios nos recató. No pensamos que esto pasaría. Nuestra gran aliado fue el Gobierno de Paraguay. Hizo sentir e hizo valer su compromiso con quienes escapamos de la Dictadura en Venezuela y buscamos en su país refugio. Yo no tengo palabras para expresar la grandeza de esa carta en la que Paraguay expresa su inmensa solidaridad internacional y cómo con esa carta, Paraguay nos muestra que sí cumple con sus compromisos internacionales de proteger y acoger. Paraguay no sólo se puso la mano en el corazón por nosotros, hizo posible lo que en Colombia todos nos daban como imposible». La carta, en manos de la funcionaria de la línea aérea que tenía su caso fue una bomba de tiempo. La empresa aérea entendió perfectamente cada letra de la carta y a Gustavo le tocó preocuparse por repetir la prueba del Covid de todos, en un país donde la salud no es gratuita y es muy costosa, pero muy costosa.

El 25 de mayo… Gustavo y su familia le dieron los buenos días al mundo desde Asunción luego de 12 días cargados de tormento, angustias e incertidumbre. Como hombre y como periodista esta experiencia lo ha hecho crecer, aprender y ya no le queda ninguna duda: para Dios no hay imposibles. «Gracias a Dios por todas las personas que nos ayudaron porque todos hicieron posible que hoy estemos aquí, los cuatros, tranquilos, empezando nuestra nueva vida, pero esto no se lo deseo a nadie, se siente una impotencia horrible que te apaga hasta la voz». Y es que no todos los que han estado en situaciones similares, consiguen el apoyo tan poderoso del Gobierno receptor. Hoy, él ya está trabajando. A Gustavo los únicos que no lo ayudaron fueron los funcionarios del Gobierno Interino de Venezuela en Bogotá. Así tal cual como lo leen, Gustavo aún está esperando que la periodista y el abogado de la Embajada a cargo de Tomás Guanipa lean los mensajes que envió, porque sus desesperadas llamadas jamás las atendieron. «El Gobierno interino es ficticio. Tiene una Cancillería ficticia. Un Embajador ficticio. Todo es ficticio», me confiesa Gustavo y estoy de acuerdo con él. Los buscamos y no los encontramos. Cuando los necesitamos, no están. Se les llama y no responden. El interinato sólo sirve para ellos mismos. Así que ya sabemos, en Venezuela los enchufados son rojos pero fuera de Venezuela, los enchufados son los azules.

Ahora sí, vamos con los cuentos…

El chavismo… Va a primarias para escoger sus candidatos rojos a las elecciones que celebrarán el 21N. Se vuelven a poner el disfraz de la Democracia. El olor a guerrilla, a narcotráfico los obliga.

Mover… El Movimiento Venezuela Revoca, introdujo ante el nuevo Consejo Nacional Electoral la petición para hacer un Referéndum Revocatorio, junto a otros grupos de la sociedad civil, contra Nicolás Maduro. Esperemos a ver qué tipo de fruto va a dar esta semilla.

En el Zulia… Más de uno sonríe y camina con las manos metidas en los bolsillos mientras silban una hermosa melodía y se retiran en silencio. «Le hicieron la encerrona a Prieto y cayó», le cuentan a #LaMadame. Prieto ha perdido la paz. Luís Caldera, me aseguran, ya recibió la llamada; será el candidato a la Gobernación. Gente de Prieto riega por donde puede que el sureño ha sido ratificado pero no, no es cierto. Le han recomendado irse de Venezuela o esconderse donde no lo encuentren porque de seguir desobedeciendo a Caracas, le sonarán en las manos las esposas. Está cada día más solo. El audio de Gian Carlo DiMartino, eterno candidato que jamás llega ni a las postulaciones, fue una concha de mango que Prieto pisó. Tras su divulgación Prieto enfureció y lleno de ira lanzó graves amenazas e insultos a quien no debió, demostrando de nuevo que él, él de política no sabe y convenciendo a Caracas que lo mejor es salir de él, que da mucha más ganancia darlo de baja. ¿Puede el Zulia levantar las banderas de fiesta? ¿Llega a su fin la era Prieto? Con Omar también se va Casanova y otros tantos Alcaldes rojos del Zulia.

Siempre lo mismo… El audio de DiMartino es más de lo mismo que usan los rojos. Aunque no es descabellado pensar que lo pusieron a rodar con autorización de Caracas, su contenido es parte de ese mea culpa que los rojos siempre hacen para ablandar a sus bases cuando el cuero está seco. Reunificar la unidad roja y crear un duo dinámico que le dé al PSUV una nueva victoria en el Zulia es el chiste de siempre. Reconocer que la oposición puede ganar para decirles a sus bases que se pongan la pilas porque si los azules ganan, ellos se joderán para siempre y que de ganar los azules, es culpa de los actuales jerarcas rojos que no lo han hecho bien; siempre culpando a otros y colocando la responsabilidad sobre los brazos de otros. DiMartino habla de una foto en la que  opositores se juramentan ante la ilegítima Asamblea Nacional, dando legitimidad a la Dictadura para ablandar las sanciones internacionales, lo que también es estrategia discursiva de guerra porque esa línea de texto es la que los pericos rojos van a repetir y los votantes azules escuchar para desalentar el voto opositor. Se asume fórmula con Luís Caldera, desatando los demonios en Omar Prieto porque pone sobre la mesa que Prieto va, pero para afuera. Habla de que para el próximo año habrá referendo contra Maduro y señala que el chavismo está hundido por errores propios y por eso hay que salvarlo, para rectificarlos. Por último pide unidad roja y no dejar escapar esta oportunidad electoral, ayudando a los cuadros rojos que han estado abandonados por la gestión del Zulia y de Maracaibo para ver si salvan lo que el PSUV perdió en manos de sus dos hijos rojos rojitos que sólo han servido para destruir al estado en su totalidad y construir nada más un piso de oportunidades para ellos. En DiMartino no creo y menos en esas ofertas de poner su nombre a la orden. En lo que creo es la estrategia comunicacional del chavismo, esa que reconoce ante su base que lo ha hecho mal, para que la base que actúa por fuerte convicción, usen ese perdón de combustible para la batalla que mantendrá a la cúpula roja en la cúspide.

Haciendo futuro… Les comparto un poco del trabajo que han hecho dos migrantes venezolanos en Panamá para abrirse un espacio comercial fuera de nuestras fronteras. Con el apoyo de un programa para extranjeros que se llama Migrando Al Emprendimiento, MAE, Luis Venegas y su esposa Paola, crearon los untables @vallearribapty. Son cremas comestibles para toda la familia en varios sabores. Entrar a su cuenta de Instagram es abrir la puerta a una historia de lucha, tesón y constancia que nos dejan ver que querer es poder. Estos emprendedores, encontraron grandes aliados en organizaciones como OIM. Para Luis y Paola, sus creaciones son sus proyectos de vida. https://www.instagram.com/tv/CO_mcl-BBj5/?utm_medium=copy_link y hoy, su historia es considerada una inspiración para quienes también luchan por encontrar un espacio productivo rentable, lejos de casa. Activados Panamá, fundación que apoya a los migrantes venezolanos en la tierra del Canal que une a dos mundos, ofrece acompañamiento a las ideas de los migrantes que buscan medios de sustento en suelo panameño. El esfuerzo de estos dos chicos es un ejemplo inspirador que demuestra lo valientes que somos los venezolanos, acercándolos al trabajo en equipo, a conocer las reglas del juego para mantener un emprendimiento y hacerlo crecer, para formarlos en modelos de negocio, finanzas, mercadeo digital y otras cosas muy valiosas para quienes deciden que el camino sea hacia el éxito. @vallearribapty, meriendas untables veganas, 100 por ciento naturales, sanas y sin aditivos químicos, un producto venezolano, hecho a mano, con el corazón y a la orden de los panameños. ¡Síganlos!

Especulación… José Luís Alcalá: el nombre que me dan para candidato a la Gobernación por el Nuevo Tiempo. No me dieron nombre para Maracaibo aún, en el partido del rancho con sol.

Nada fácil… En todo el país hay problemas severos y muy serios. Los venezolanos están vendiendo sus casas por cuatro lochas sólo para irse del país, para emigrar. Compran los oportunistas rojos y sus cercanos pero no todos tienen la suerte de vender sus casas. Muchos inmuebles se dejan a cargo de un vecino, son abandonados y otros, como los de Misión Vivienda, el Gobierno se los arrebata a quienes se han ido del país porque entendieron que no hacen nada con una casa y sin comida en la nevera y sin dinero en los bolsillos que pueda pagar al menos una comida al día. El venezolano no le tiene miedo al Covid. Le tiene miedo a morir de hambre en un país en el que no se le puede pedir ayuda a un vecino o a un hermano porque están más jodidos que uno mismo. Quienes viven bien de las remesas son cada día menos. No hay agua, no hay gas, no hay combustible, ningún dinero alcanza para medio comer. El dicho aquel de, si no te enfermas vives bien en Venezuela se acabó. La burbuja explotó. No era más que un espejismo. Lo único real es que el Chavismo va a soltar plata este año no sólo por los bonos paupérrimos que otorga a través del Carnet de la Patria, sino a la calle para las elecciones del 21 de noviembre. Pero la pregunta que yo me hago es, cómo va a lograr la oposición que la gente vote por ellos, porque los rojos van a comprar sus votos como siempre los han comprado, pero ¿y los azules? ¿Le echarán un fiao a los rojos? Nos leemos la semana que viene. Los abrazo y bendigo. Mantengámonos sanos.

Los Cuentos de La Madame

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