Ludmila Vinogradoff: Cilia Flores, la mano que mece la cuna de la corrupción en Venezuela

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Cilia Flores es la primera dama de Venezuela pero en los hechos no lo parece. No hay rastros de ella ocupándose de la infancia, las embarazadas o las obras sociales como por tradición suelen hacer las esposas de los Presidentes y Jefes de Estado. Ella solo cuida a su propia familia.


La “primera combatiente”, como la llama su marido Nicolás Maduro (cuya reelección a la Presidencia el 10 de enero de 2019 fue rechazada por fraudulenta por la oposición y gran parte de la comunidad internacional), ha enriquecido a su voluminosa familia a la que se sumaron una legión de parientes, funcionarios y testaferros leales e incondicionales. A todos los ha colocado en diferentes cargos clave de la administración pública mientras el país se hunde en la ruina y la miseria.


Entre 2006 y 2011, cuando Flores era presidente de la Asamblea Nacional, se le llegó a contabilizar unos 47 familiares suyos en la nómina del parlamento. 


Su sentido matriarcal la llevó a instalar una fortaleza privada con 14 casas para sus tres hijos Walter, Yosval y Yosser Gavidia Flores y sus descendientes, parientes y guardaespaldas. La calle Tacarigua de Cumbres de Curumo, una urbanización de clase media al sureste de Caracas y aledaña al Fuerte Tiuna, donde tiene la residencia presidencial, fue cerrada para tener mayor seguridad y privacidad, señala la investigación del portal digital Armando.Info. Las casas habrían costado entre 800.000 y 1,5 millón de dólares cada una.


Su círculo íntimo y familiar, marcado por un pacto secreto de silencio y lealtad, se ha multiplicado por cinco veces y se ha extendido tanto dentro como fuera de Venezuela, cuidando la riqueza que ha logrado acumular a lo largo de los 22 años que lleva el chavismo-madurismo en el poder.


Nadie se atreve a dar un estimado de la magnitud de su fortuna personal pero todos suponen que debe ser colosal, dada la corte de familiares que la rodean y los 800.000 millones de dólares que se han despilfarrado durante la era chavista, según Transparencia Venezuela.


La más poderosa
La primera dama Cilia Adela Gavidia Flores nació hace 64 años en una humilde familia en el estado Cojedes (centro del país) y creció en el populoso barrio de Catia en Caracas. Hoy es la mujer más poderosa y codiciosa del país, la que mueve los hilos del poder político y económico en la sombra, la que pone y quita a los funcionarios en los cargos claves, la que participa en los Consejos de Ministros y en las sesiones parlamentarias sin necesidad de figurar en su directiva porque es “la mano que mece la cuna de la corrupción”, afirma a Clarín el investigador Alejandro Rebolledo.


Le gustan las joyas, las carteras, los vestidos de firma y los tacones bajos para bailar más cómoda la salsa con su corpulento marido en los actos públicos, a quien conoció cuando visitaba al ex golpista Hugo Chávez en la cárcel de Yare en los años 90, a quien ayudó a salir de prisión como abogada.

También le gusta visitar las islas caribeñas, Panamá, República Dominicana y sus paraísos fiscales donde tiene a buen resguardo parte de su inmensa fortuna.
Su sobrino favorito, Carlos Erick Malpica Flores, nombrado por Cilia en 2014 como Tesorero de la nación, director del Fondem y viceministro de Finanzas, lamenta haberse retratado en una discoteca de la isla caribeña de Saint Barth, bañado del champán rosado Moet Chandon.


Pero las imágenes no interrumpieron su «función pública». Su tía siguió colocándolo en los mejores negocios de la ruinosa economía venezolana como la recolección de basura Fospuca, denunciada por Armando.Info.


Otro caso de nepotismo es el de la presidente del Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), Magaly Gutierrez Viña, que fue la nuera de Cilia. Ya se divorció de su hijo pero quedó un nieto de la pareja presidencial del Fuerte Tiuna, al que la primera combatiente cuida que su futuro esté asegurado con el seguro social de todos los venezolanos.


En una entrevista con la periodista Milagros Socorro, el político venezolano Carlos Tablante denunció que un contratista del IVSS, el empresario Edward Velásquez, fue secuestrado en las puertas de la institución luego de haber cobrado en efectivo entre 1 y 3 millones de dólares por proveer equipos médicos a la institución.


“De hecho, unos días antes de su secuestro había firmado un contrato con el Seguro Social, presidido por Magaly Gutiérrez Viña, nuera de Cilia Flores, anomalía muy común dentro de esa estructura de nepotismo y corrupción que ha ido degradando a la administración pública venezolana hasta ser sustituida por una cleptocracia”, dice Tablante.


Tras 10 años de relaciones y para formalizar la unión presidencial ante el indeciso Maduro, Cilia logró llevar a su pareja ante el registro civil en julio de 2013, justo tres meses después de jurar como Presidente de la República. Los casó Jorge Rodríguez, entonces alcalde de Caracas y actual presidente de la Asamblea Nacional chavista.
En público, Cilia muestra visiblemente que domina a Nicolás porque dirige su narrativa aunque comparte muchas cosas con él. Ella es la que conduce la política madurista y la que gestiona los recursos para mantener a la familia en el poder, opina el investigador Alejandro Rebolledo.


Brujería y esoterismo
Entre los aspectos extraños que unen a la pareja presidencial de Fuerte Tiuna  es la brujería y el esoterismo, lo que le da cierto aire maléfico a la relación. Ambos son devotos de la secta india Sai Baba, de los babalaos cubanos, y de los paleros venezolanos (los que escarban huesos en los cementerios), dice el periodista David Placer en sus libros “Los brujos de Chávez” y de “El dictador y sus demonios”, referido a Maduro y a su reina consorte.

Otro delito que le costó que Estados Unidos la sancionara y dañara su imagen en el plano internacional fue el caso de los «narcosobrinos».


En noviembre del 2015 sus sobrinos e hijastros de Maduro: Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Campo Flores fueron encarcelados y condenados por la justicia de EE.UU. por traficar más de 800 kilos de drogas a ese país.

Desde su trinchera del Parlamento, en su cuarto debut como diputada por espacio de 22 años, Cilia se dispone ahora a reformar 34 leyes para reforzar el régimen de Maduro, controlar y exprimir las instituciones de toda Venezuela y liquidar cualquier disidencia y oposición que la desafíen. 

@ludmilavino/ El Clarin de Argentina