Hugo Delgado: La vital alianza prensa-democracia

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Los canales de comunicación son vitales para la sociedad democrática. Sin ellos difícilmente la información fluirá, afectando el razonamiento lógico, la vigilancia a quienes ejercen funciones públicas, y el encuentro de la verdad a través del razonamiento, tal como se planteo con la Ilustración, base de la democracia y el capitalismo.

Palabra escrita, alfabetismo, educación, prensa, discusión de ideas, razonamiento y verdad, fueron los componentes del eje fundamental propuesto por la Ilustración, para el ejercicio de un sano capitalismo y una verdadera democracia, como propuestas para afianzar la libertad y la creatividad del individuo. Claro está, que este modelo de sociedad no es una meta en sí mismo, es un básicamente un proceso, y es por esta razón que la experiencia de hoy  es producto de un esfuerzo histórico de más de dos mil años.

Como proceso se ha alimentado progresivamente de diversas formas de pensamiento filosófico y experiencias de ejercicio del poder y de gobernabilidad en distintas civilizaciones, hasta desembocar en la cultura euro centrista, en la cual confluyeron el capitalismo y la democracia alimentada por la ilustración.

Autores clásicos han contribuido de una u otra forma en este proceso, desde el Platón (La República) y Aristóteles (Política) en la antigua Grecia (2400 A.C), y la antigua República romana, pasando –entre otros- por Nicolás de Maquiavelo (El Príncipe), Thomas Hobbes (Leviathan), John Locke (Ensayo sobre el entendimiento humano), Jeremy Bentham (Una introducción a  los principios de la moral y la legislación), Juan Jacobo Rousseau (El contrato social), David Hume (Tratado de la naturaleza humana), Edmund Burke (Reflexiones sobre la Revolución Francesa), Carlos Marx (El Manifiesto Comunista) y John Stuart Mill (Consideraciones sobre el gobierno representativo)

Ese cúmulo de experiencias históricas fue asumido por la cultura occidental, como norte de su sociedad motivada a la doble hélice capitalismo y democracia.  En esa relación fue fundamental  el flujo de información, del conocimiento, la discusión de ideas, la construcción del saber con métodos que garantizaron la calidad de la investigación y los resultados científicos que han colocado -en manos de la humanidad-,  el patrimonio de saberes más grandes que ha tenido.

Pero en el interior del sistema se gestan las enfermedades que obligan a la sociedad actual a buscar sus curas. El escritor, Juan Luis Cebrián (19-11-2018) lo advierte: “Aunque no se ponen en duda los beneficios de Internet y su carácter inicialmente democrático, muchos creen que la democracia está amenazada por las nuevas tecnologías debido a que su propia estructura responde a la del mundo analógico y el tsunami digital ha de llevársela por delante”.

La prensa de la mano de la alfabetización y la educación de la sociedad permitió  el flujo de las ideas, su discusión, el razonamiento y el alcance de la verdad. Era lógico que el binomio democracia-capitalismo produjera escenarios complejos, con su intrínseco impacto en el desplazamiento del hombre hacia los grandes centros urbanos, la ampliación de las libertades, la creación de mercados atípicos y nuevas relaciones laborales, autogobiernos basados en complejos sistemas de funcionamiento que responden a los requerimientos  individuales, grupales, nacionales y mundiales.

Con la aparición de la televisión, la relación idea-discusión-razonamiento-verdad, se complicó por lo costoso para acceder a ella, afianzando la perversa alianza de los poderes político-económico; esa tendencia se agudizó con el Internet, concebido inicialmente como reconfortante de la democracia, pero el tiempo se encargó de enterrar ese mito, al punto  que ese medio estimula  la mentira, la fragmentación y el trato emotivo de la verdad

El mercado de la ideas de desvirtuó. Las grandes democracias comienzan a mostrar grupos con poder político, económico y social, controladores de la información, profesionales de la manipulación de la imagen y expertos en el manejo psicográfico del receptor (identificación  de la susceptibilidad selectiva hacia atractivos diseñados a la medida del individuo), como dice Al Gore en su obra El ataque contra la razón. Es evidente el desfase que causa el deterioro de la discusión de los asuntos públicos, la fundamentación de sus metas y leyes –por ejemplo-, y del seguimiento a las acciones de sus gobernantes, y de su muro de contención basado en la libertad de prensa.

El miedo, el partidismo, el populismo, la postverdad, la corrupción, el secretismo, y la tiranía, son imágenes recurrentes en las democracias de hoy. Esa crisis advertida por Platón, resume un sistema que se derrumba por sus propias contradicciones; en un proceso en  el cual de “la aristocracia nacería la oligarquía y de ésta, la democracia que -a su vez- daría luz a la tiranía”.

El clásico autor griego también señala que “ Si la libertad a cualquier precio es el único objetivo”, se produce un exceso de la misma que produce facciones y una multiplicidad de perspectivas, cegadas –en su mayoría- por intereses estrechos, lo que genera -entonces-  líderes complacientes y halagadores que pueden convertirse en tiranos. Otra consecuencia es la histeria colectiva que se forma, afectando la autoridad y cediendo ésta a un posible demagogo estafador que cultiva los miedos para posicionarse como salvador.

La proyección platónica no se equivocó. Pero también es cierto que  la democracia evolucionó creando y fortaleciendo el imperio de la ley,  instituciones y organismos, reduciendo así las desigualdades y los indicadores de la violencia, mediante  el diálogo y la concentración del uso de la fuerza para resolver asuntos locales e internacionales.

Evidentemente, la democracia demanda de mayores responsabilidades a los gobernantes en materia de igualdad, la rendición de cuentas de sus gestiones y la penalización de la corrupción. Igualmente, los líderes también tienen una gran tarea: construir los sistemas que engranen –principalmente- a los medios electrónicos (televisión e Internet) para conducir la discusión y flujo de las ideas en un rejuvenecido mercado abierto, que propicie el razonamiento objetivo y menos emotivo, de los temas públicos; y una educación adaptada a las nuevas demandas de conocimiento, capaz de lograr una verdad que regule y facilite el funcionamiento de la sociedad.   

@hdelgado10