Como es costumbre, el año inicia con pronósticos, una manera de rendir homenaje al eterno retorno. El riesgo de este reinicio es olvidar, o minimizar, los procesos que han venido dándose con anterioridad. En otras palabras, si bien simbólicamente el inicio de un nuevo año marca la posibilidad de una nueva etapa, lo cierto es que hay fuerzas que ya han condicionado lo que pasará en este nuevo período. ¿Y qué nos dicen esas fuerzas? Lo primero es que, a diferencia de lo que muchos piensan, el Gobierno tiene una estrategia clara. En el 2020, a pesar del Covid-19, lograron el objetivo de retomar el control de la Asamblea Nacional, con dudosa legitimidad, pero tomaron un espacio importante, aunque sea simbólicamente.
El otro proceso que parece continuar irremediablemente es la estrategia errática de la oposición, lo que inevitablemente genera divisiones. Un claro ejemplo de esa falta de visión es el no haber diseñado una estrategia clara sobre las elecciones parlamentarias, un evento que lucía con altas probabilidades de ocurrencia. El año se pasó entre discusiones estériles, una estrategia construida sobre supuestos errados o, en el mejor de los casos, poco probables, y sin alternativas. Todo esto fue creando las bases para un debilitamiento del liderazgo de Guaidó, y por lo tanto del “cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. El 2020 fue un año de retroceso para la oposición, de eso no cabe duda.
Con una oposición debilitada, y particularmente quienes lideraron la estrategia de los últimos dos años, vuelve a surgir otro sector de la oposición cuya apuesta es la vía electoral, particularmente orientados a ocupar espacios en Gobernaciones y Alcaldías. Esa misma oposición se negó a participar en las parlamentarias, o al menos guardó silencio frente a los que llamaron a la abstención. El gran reto será articular un discurso que justifique participar en elecciones locales. En ese contexto, todo parece indicar que habrá elecciones, que la oposición de nuevo se encontrará dividida frente a este evento, y que los resultados no traerán ninguna sorpresa, y por lo tanto pasará mucho para que no pase nada.
El otro gran tema del 2021 será el económico, y todo parece indicar que la devaluación de la moneda y la inflación seguirán siendo los principales protagonistas, continuando con su tarea de destruir el trabajo asalariado. Las consecuencias de esto no es otra que la proliferación de la economía de sobrevivencia, por lo general bajo la forma de emprendimientos, pero por lo general orientada el comercio y por lo tanto no en la generación de bienes. Otra característica de este tipo de economía es su baja productividad, y por lo tanto poca generación de valor económico. Esta realidad podría enfrentarse al espejismo de una mejoría por la “economía de bodegones”, con la cual algunos creen ver una recuperación.
En el plano económico y político, los cuales están relacionados, se está dando un nuevo equilibrio de poderes, cuya base económica gira en torno a actividades extractivas (oro), ilegales (drogas, contrabando), y las remesas. Estas fuentes de ingresos generan cierta liquidez a sectores muy reducidos, particularmente a grupos vinculados al eje gobierno – militares, que son a su vez los que controlan el poder. En este sentido, en Venezuela, desde el punto de vista de la economía política, se ha venido configurando un sistema fundamentalmente extractivo, ilegal, de baja productividad, en el que una élite captura la riqueza, dejando al resto de la población marginada y empobrecida. Al combinar todos los elementos anteriores, el 2021 luce para Venezuela como un año de consolidación de la estructura político – económica que se ha ido conformando durante los últimos años. Con una oposición que ha pasado a un segundo plano en la lucha por el poder, la atención debe estar en las fuerzas internas de la cúpula dominante y sus contradicciones. Es ahí donde puede abrirse en el corto plazo una rendija que permita plantearse una nueva configuración de poder, en la que algún sector que quiera tomar el poder negocie algunas condiciones con factores internacionales que se traduzcan en algún tipo de mejora para la población en general.
@lombardidiego