Aparte de la pandemia que afecta al mundo en estos tiempos, existe otro virus letal que afecta al 70 por ciento de los venezolanos ubicados en una especie de purgatorio del escepticismo. Me refiero a la siniestra epidemia del antitodo, un terrible padecimiento cuyos síntomas están caracterizados por no estar de acuerdo con nada, por no creer en nadie, atacar a quien intenta cambiar algo y perder la esperanza en el futuro del país de dónde se origina está cruenta epidemia.
Hay enfermos radicales que destruyen cualquier posibilidad de conseguir un antídoto eficaz para este terrible mal que afecta a la mayoría de los venezolanos. Existen los que se imaginan una invasión de un antivirus con formas de portaaviones y drones no tripulados sin planes, ni fechas en el calendario, también los que dejan de creer en las soluciones y destruyen a los pocos que las proponen. Es una pandemia muy delicada dónde nadie se pone de acuerdo mientras damos el paso adelante al borde del abismo.
Los antitodo atacan cualquier alternativa y tienen delirios de ser los dueños de la verdad y son la verdadera arma secreta de quienes quieren que todo siga igual y hasta peor, porque no hay nada mejor para la propagación del virus que entretener con la supervivencia extrema.
La gravedad de un antitodo es evidente cuando alguien a estás alturas del partido, como Angel García Banchs cree que Donald Trump va a repetir en la Presidencia de los Estados Unidos. Terribles características trágicas de quién puede terminar creyendo lo que se repite vehementemente a todos por las redes y concluye como alguien que se enamora solo.
Al revés del Covid-19 que se contagia por el contacto personal, el antitodo tiene sus mayores fuentes de contagio en las redes sociales. Cuentan que los guerreros del teclado pueden ser portadores bulliciosos de este virus.
Por allí se habla de unas gotitas milagrosas que se anexarán en las cajas CLAP para que el antitodo sea de todos como aquella infructuosa promesa petrolera.
Quizás nos lleguemos a curar del antitodo cuando entendamos, como lo escribió el poeta portugués Fernando Pessoa que la esperanza es un deber del sentimiento. Serán los corazones tercos los que algún día menos lejano de lo que los antitodo creen, los que nos liberarán de este virus. Así tendremos un antídoto contra los antitodo y nos curaremos en salud y como nación. Amén.
@amossmith