Parece que solo existen dos modos de combatir la desinformación. La primera a través de mecanismos coercitivos desde el estado y la segunda delegando la misión de acabar con las noticias falsas a las grandes plataforma online. La primera genera estados represivos que se creen con el derecho de imponer la realidad a sus ciudadanos. La segunda da un poder inimaginable a plataformas como Facebook o Twitter al tiempo que se las señala como responsables de la desinformación. Ambas son erróneas y si no es así no se comprende porque la desinformación sigue campando a sus anchas.
Un ejemplo más de esta tendencia es la nueva deriva que ha tomado Twitter. Por un lado la red social ha anunciado que recuperará la función normal de retuitear, es decir ya no deberemos dar doble click para retuitear una información. Esta medida fue pensada por la red social para incentivar el pensamiento crítico.
Si por un lado elimina esta disposición que tenía cierto sentido, por el otro ha anunciado que directamente eliminará aquellos contenidos que sean consideradas desinformación relativa al coronavirus. Al mismo tiempo alertará sobre aquellas informaciones “potencialmente engañosas”.
Estas nuevas modificaciones vuelven a poner a la palestra el mismo debate de siempre: ¿cercenar la libertad de expresión es adecuado para combatir la desinformación o genera más desinformación? Sin duda los experimentos de Facebook y Twitter en esta línea no han dado demasiados resultados.
Pero, con todo lo dicho, la pregunta sigue siendo la siguiente: ¿y si no deben hacerlo estados o redes sociales quién se encarga? Lo cierto es que el único modo de combatir la desinformación es procurando una mayor transparencia tanto de estados como de plataformas sociales y eso solo se consigue desde la sociedad civil organizada. En este sentido debe ser ella quien presione a gobiernos y redes sociales para que sean transparentes y no escondan bajo el control de las llamadas fake news su voluntad de controlar la información.
Tecnonews