Padre José Palmar: Güiria sí somos todos

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La zona porteña de Güiria, la afamada caribeña que formó parte la “Tierra de Gracia” del oriente venezolano es triste noticia de llanto, dolor y muerte. Güiria donde nacieron deportistas célebres como Luís Bethelmy, Cesar Farías y Ezequiel Carrera; Güiria la ciudad que vio nacer al político Luis Piñerúa Ordaz, y al legendario perezjimenista Pedro Estrada. Güiria la cuna del más aguerrido caudillo del oriente venezolano como lo fue el prominente Horacio Ducharme, cuya piel facial con barba después de su muerte sirvió de escarnio público para los enemigos de la Revolución Libertadora a principios del siglo XX. Güiria en otrora fue la puerta de entrada de los Trinitarios hacia Venezuela.

Güiria fundada en el día la Inmaculada Concepción por frailes capuchinos un 8 diciembre del año 1767. Güiria lo más atlántico de Venezuela. Güiria la bahía gasífera por naturaleza. Güiria lo más parecido a la geografía y economía marabina del Estado Zulia.

Güiria la concha arenosa de la perla de oriente. Decir Güiria era decir viento, pescado, gas natural, playas, coco, cacao, tabaco, pesca, ganado y cazabe. Güiria era la primera entidad petrolera de la llamada costa afuera de la extinta PDVSA destrozada por los criminales chavistas.

Güiria surtía de gas al oriente venezolano, proveía de pescado a la región del Caribe Amacuro y era el puerto más apreciado del Golfo de Paria. A Güiria la ha convirtieron en zona porteña de hambre, de miseria y abandono. Hoy para Trinidad y Tobago es el patio trasero y el más rechazado de sus vecinos. El ideal de todo güireño hacía 100 años era estudiar en el colegio “San Jorge” de la isla de la Trinidad y trabajar en alguna empresa de la industria petrolera en el puerto de Güiria. Hoy ese ideal de “gracia” se esfumó por la mezquindad étnica, hoy ese sueño de hermandad se aniquiló por la avaricia nacionalista de unos hijos de emigrantes que no entienden de caridad sino de maldad.

Hoy esa unión de pueblos se murió por la ponzoña de muerte del mal llamado “socialismo del siglo XXI”. Para  Trinidad y Tobago, la puerta de Venezuela ahora es el portón putrefacto de Miraflores y el único aliado es el idiota cucuteño que usurpa el poder en Venezuela.

Para Trinidad y Tobago los únicos que valen como seres humanos son sus socios del narcorégimen chavista. El resto de los venezolanos somos enemigos de guerra, al que ni agua se le puede dar. Al gobierno de Trinidad y Tobago se les olvidó que esas islas antes que fuesen de los emigrantes renegados de la India, China, Siria, Líbano, África y  Europa, era la tierra nativa de los indígenas “kalugos” o llamado “indios colibríes”, a quienes los colonizadores los exterminaron a punta de bayoneta y pólvora. Pueblos aborígenes que sus abuelos indostánicos extinguieron sin misericordia ni compasión.

A Trinidad llegó el odio racial de la India; a Trinidad llegó el egoísmo asiático de los chinos; a Trinidad llegó la rabia violenta del Medio Oriente; a Trinidad llegó el complejo racial de la África verde; a Trinidad llegó la mente conquistadora de la Europa invasionista; a Trinidad llegó el desprecio humano que se cosechó en los galeones de los corsarios, bucaneros y piratas que por siglos saquearon nuestras costas del Caribe. 

Hoy habría que quitarle el nombre que Cristóbal Colón el 31 de julio de 1948 le dio como la “Tierra de la Santísima Trinidad”. Un estado que desprecia al ser humano y condena a muerte a indefensos no merece ser llamado con el nombre del augusto Dios Uno y Trino.

Si el navegante genovés volviera a esa tierra la llamaría: “Tierra de la tristísima crueldad”.

Hay que decirles a los actuales trinitarios –que son los tataranietos de los europeos, africanos, árabes y sobretodo de los descendientes de los esclavos de la dinastía gupta de la India- que si un güireño quiere ir a su isla, no es para estudiar en el “San Jorge”, ni para robarle los dólares trinitarios a nadie, ni para desplazar del trabajo a ningún trinitense. Si algún güireño se lanza al bravo mar con su familia para llegar a las costas del golfo de Paria que limitan con Trinidad, es para salvar sus vidas y proporcionales una calidad de vida a sus hijos. Les indico que esa estancia en Trinidad es muy temporal, cuando la Justicia del Divino Juez se haga presente en Venezuela, todos regresaremos a reconstruir el país hecho añicos por los delincuentes amparados por el gobierno trinitario y por una caterva de gobiernos ladrones, terroristas y narcolavadores que conforman la Media Luna del terror. 

Hoy Trinidad nos expulsa como reos de muerte. “La vida es una pelota” me decía un sacerdote vicentino amigo que me dio clases de filosofía en el Seminario de Caracas. Nos enseñaba el Padre Eliseo Villafruela CM: “Lo que hoy está abajo, mañana con la gracia de Dios estará arriba, y lo que hoy está arriba, mañana por nuestros errores pudiera estar abajo”.

Por siglos fuimos el puerto feliz de millones de migrantes que salían huyendo de cientos de países por las guerras, epidemias, tragedias y hambruna. Hoy nos toca a nosotros los venezolanos estar abajo. Ya empezó a moverse la pelota, porque como solía repetir mi abuelo Jesús Pastor: “el mundo da muchas vueltas y Dios que está arriba siempre mira hacia abajo”. Estamos llorando la muerte de decenas de venezolanos que se ahogaron en el mar del desprecio y bebieron de las aguas de la inmisericordia, pero sepan trinitenses y pueblos del mundo entero, que a pesar de que muchas naciones –a las que considerábamos hermanos- nos han maltratado con odio xenofóbico, Venezuela siempre tendrá sus costas libres de odio, Venezuela siempre tendrá sus puertos abiertos para ustedes, Venezuela siempre les ofrecerá su plato de comida, Venezuela siempre será la tierra para que el extranjero se sienta en su casa y nunca le falte nada. Actualmente tenemos hambre, sed y enfermedad. Mañana nos recuperaremos, seremos nuevamente la tierra bendita que el mundo conoció no solo por las mises, o por el petróleo,  por los grandes ligas del beisbol, o por la gloria de nuestro insigne sistema nacional de orquestas; tampoco nos conocerán  por la mala fama de nuestros dirigentes políticos, corruptos y narcotraficantes.

A los venezolanos nos van a conocer por lo que siempre nos conocieron, por el espíritu hospitalario y el amor humanitario que por casi 500 años hemos ofrecido al planeta entero. Fuimos la nación libertaria que no solamente luchó por su libertad, sino que forjamos la libertad de otras naciones. Hoy ningún pueblo extranjero nos liberará, nos toca hacerlo a nosotros mismos, sin nuestros partidos, sin nuestros dirigentes, incluso, sin nuestros militares, pero si con la gallardía de siempre y la valía de nuestra gente.

Desde Boca de Dragón hasta Puerto España hay que navegar 100 kilómetros de marejadas encontradas y  de oleajes que chocan contra las embarcaciones. Cada metro de mar es un desafío a la muerte, cada zumbada con la embarcación pesquera es un reto de sobrevivencia, cada gota de agua salada es una lágrima de dolor por la tierra que se deja atrás, pero todo ese peligro y sufrimiento lo soportan con solo pensar que al llegar a tierra ajena encontraran paz, alimento y salud. Descansen paz nuestros güireños difuntos.

Cuando mueren los justos solemos decirles: ¡vuelen alto! En este caso, les diremos mis hermanos sucrenses, hijos de Santa María Inmaculada, y devotos de la Virgen del Valle: ¡Naveguen lejos! Como nos dice Jesús el Señor: “Remen mar adentro” (San Lucas 5,4), y que lleguen al puerto seguro de la vida eterna. Amén. Dios y la Virgen les bendigan a todos. ¡Paz y Bien!

@padrejosepalmar