“La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común.” Papa Francisco.
Este artículo lo escribí en un momento que podría describir como un estado de ánimo entre la esperanza y la indignación. Es el día de acción de gracias en los EE.UU que tiene connotaciones históricas, y a pocos días de haber terminado de leer con detenimiento la recién publicada encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco, que está referida a la fraternidad y la amistad social, en la cual expresa, siguiendo a San Francisco de Asís, lo esencial de una “fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.”
Para mi las encíclicas son documentos para la historia, es la voz de la iglesia cristiana dirigida al mundo, a todos los seres humanos cristianos o no, con un mensaje coherente, consistente y cuidadosamente elaborado, decantado y filtrado. Cada párrafo es una enseñanza cargada de principios y valores y definiciones precisas para quienes pretenden seguir a Cristo, aunque estoy convencido, como Soren Kierkegaard, que es imposible, aunque también irrenunciable, ser cristiano, porque habría que parecerse a él y ser capaz de los más grandes sacrificios y de los más nobles actos de bondad. Las encíclicas son una fuente renovadora de esperanzas.
Desgraciadamente y casi de forma simultánea irrumpe la noticia de que el gobierno de Trinidad y Tobago lanzó al mar a 29 venezolanos de su territorio por considerarlos indeseables, dieciséis niños y 9 mujeres entre ellos, que no fueron deportados porque ni siquiera se siguió este procedimiento, fueron arrojados al mar sin ninguna consideración a su condición, ni a derechos humanos, es más, podríamos decir que no fueron tratados como humanos. El trato ultrajante lo certifican los medios de comunicación y merecieron el repudio mundial.
Mientras esa tragedia ocurría el silencio del régimen usurpador contrastaba con la atronadora defensa de Alex Saab así como de las trompetas del animado festejo del cumpleaños del demonio mayor, quien danzaba desacompasadamente, utilizando niños en ese festín macabro mientras sus áulicos aplaudían obligadamente.
Para completar la indignación, dos reptiles despreciables con forma de personas, aparecieron con sus hijos para cantarle un feliz cumpleaños al objeto de su adoración en un video que se hizo viral por lo vergonzoso y ruin.
Dios quiera que la experiencia vivida en su primera infancia por todos los niños involucrados en estos hechos indignantes no cause un trauma intergeneracional en ellos. Los venezolanos hemos sufrido bastante con el resentimiento social que transpiran los delincuentes circunstancialmente en el poder. Roguemos a Dios que las enseñanzas de la encíclica no se tornen en delirios divinos ni en sueños que se rompen en pedazos.
Neuro J. Villalobos Rincón