“Me asombro tanto cómo es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.” Jorge Luis Borges.
En verdad es asombroso, inaudito, inverosímil, que haya gente venezolana, que se dicen opositores a la tiranía por demás, que critiquen la fuga y la salida del país de manera espectacular llevada a cabo por Leopoldo López. Yo desearía que no hubiera un solo preso injustamente por pensar distinto o decir lo que cree en contra de los que usurpan el poder, o peor aún, por ser una víctima propicia de un teatro de lo absurdo montado por el régimen para acallar o privar de libertad a quienes se le opongan.
Imaginémonos encerrados en cuatro paredes sin la más mínima consideración humana y vigilados por los cancerberos del régimen durante 24 horas , todos los días de la semana, los 12 meses del año. Degradante y brutal. Cuando la soledad se apodera del alma, que es lo que al final buscan los tiranos, sólo la fe en Dios y la esperanza que nace de uno mismo puede hacer posible el milagro de mantenernos con vida.Testimonios existen y afortunadamente, muchos han vivido para narrar su calvario. Todo el que logre fugarse de las fauces de un régimen, bienvenido sea a la libertad. Merece nuestro aplauso y solidaridad.
A pesar de sentirnos como “forasteros existenciales” donde quiera que estemos, es preferible luchar en libertad con restricciones, que dentro de los estrechos límites de un encierro injusto, o dentro de las mazmorras de un régimen reconocido mundialmente como tiránico. De eso no cabe la menor duda, sólo que Leopoldo libre representa un peligro y a la vez un alivio para la dictadura y una competencia para los mezquinos intereses de otros que ya contaban con que su ausencia neutralizaba su perfil presidenciable.
Quienes oímos su rueda de prensa el 27-10-2020 desde España, pudimos observar que los golpes en la vida, enseñan. Notamos un Leopoldo reposado, sin ánimo de venganza, ni destilando odio. Envió un mensaje de unidad y su disposición a seguir en la lucha por una Venezuela libre del despotismo. Dijo lo que está dispuesto a hacer y negó la posibilidad de formar un gobierno en el exilio. Fué un mensaje conciliador y sin estridencia, puso en evidencia lo que ya Paulo Coelho ha expresado: “las palabras son para pesarlas, no para contarlas”, propias de un hombre que ha madurado y que ha tenido la oportunidad de valorar a la familia en libertad.
No hay que ser mezquinos; no es una apología a Leopoldo López, que la merece, es una apología a la libertad del ser humano y un canto a la esperanza de quienes añoramos volver con un sentimiento renovado a la Patria libre y democrática, donde el respeto, la tolerancia y la solidaridad puesta de manifiesto en nuestro peregrinar por el mundo, se ponga al servicio de la reconstrucción de la sociedad venezolana; donde las fugas aunque sean justas, no sean necesarias ni consuman nuestros pensamientos; donde la felicidad de la familia sea una verdadera opción y nuestra máxima preocupación, para que siguiendo las palabras del Papa Francisco en oración “ nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza sembrada en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén”.
Neuro J. Villalobos Rincón
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