El principal epidemiólogo de la Casa Blanca advirtió que el futuro de la propagación del coronavirus en EEUU dependerá de cómo los estadounidenses se comporten durante este fin de semana festivo por la celebración del “Labor Day” (Día del trabajo, que se celebra este 7 de septiembre). El experto recordó que en los anteriores días festivos como el ‘Memorial Day’ y el ‘4 de Julio’, los casos aumentaron, situación que espera no se repita en ‘Labor Day’.
“Sabemos por experiencia previa a medida que se adentra en el fin de semana festivo, el 4 de julio, Día de los Caídos, hay una tendencia de la gente a ser un poco descuidada con respecto a las medidas de salud pública. Quiero aprovechar esta oportunidad para casi suplicarle a la gente de este país que se dé cuenta de que todavía necesitamos rodear esto con nuestros brazos y reprimir este tipo de oleadas que hemos visto”, declaró Fauci.
Si la gente vuelve a celebrar sin precauciones, podría alterar el progreso que los EEUU están haciendo en la reducción de las infecciones de Covid-19 y dejar a la nación en una posición más precaria a medida que se acerca el otoño, dijo el viernes el principal especialista en enfermedades infecciosas del país en una entrevista. “No queremos entrar en la caída con una mano atada a la espalda porque tenemos otra oleada con la que tenemos que lidiar”, dijo Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, a STAT.
El Labor Day llega cuando los estudiantes ya comenzaron a regresar a las escuelas y universidades; y cuando ya han surgido brotes en varias universidades. Fauci señaló como signo de preocupación el aumento de los contagios entre los jóvenes de estados como Montana, Dakota del Norte, Michigan, Minnesota y Iowa. Los expertos advierten que aunque esta población suele tener casos más leves de Covid-19, algunos de ellos sí necesitarán ser hospitalizados. Además, según los expertos, una mayor propagación entre una población hace que sea más probable que el virus llegue a personas vulnerables, incluyendo a los ancianos.
Estados Unidos, que ya supera los 6.100.000 casos confirmados de coronavirus y las 185.000 muertes por la enfermedad, tiene por ahora tres vacunas en ensayos clínicos de la fase 3, desarrolladas respectivamente por Moderna y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID); por Pfizer y BioNTech; y por AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
El presidente Donald Trump adelantó esta semana que podría haber una vacuna muy pronto, incluso antes de las elecciones. Se pronunció así un día después de que los gubernamentales Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, en inglés) confirmaran que han pedido a todos los estados del país estar preparados para distribuir a finales de octubre o principios de noviembre una posible vacuna contra la COVID-19.
El propio Fauci ha dicho recientemente en entrevistas que es posible que haya una vacuna disponible para ciertos grupos incluso antes de que acaben los ensayos clínicos, en caso de que los datos preliminares sobre su eficacia y seguridad sean abrumadoramente positivos.
Los documentos, publicados por el New York Times y cuya autenticidad confirmaron los CDC a la cadena CNN, se enviaron a los 50 estados del país y a las autoridades de cinco ciudades: Nueva York, Chicago, Filadelfia, Houston y San Antonio. Los CDC subrayaron que su plan todavía es “hipotético” y que simplemente busca empezar a organizar el gigantesco esfuerzo de planificación y movilización que deberá ponerse en marcha si la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) aprobara el uso de una vacuna este año.
Sus directrices describen escenarios en los que una o dos posibles vacunas puedan estar listas antes de fin de año, y mencionan la posibilidad de que haya un máximo de 3 millones de dosis de ambas disponibles para finales de octubre, hasta 30 millones para finales de noviembre y hasta 45 millones para diciembre.
Las vacunas, cuyo fabricante no se identifica, deberían administrarse en dos dosis separadas por tres o cuatro semanas, y se distribuirían de forma gratuita y primero a ciertos grupos considerados de alto riesgo, incluidos los trabajadores sanitarios. También tendrían prioridad para recibir la vacuna las personas mayores de 65 años, los indígenas y otros integrantes de “minorías raciales y étnicas”, además de los privados de libertad, de acuerdo con los documentos a los que tuvo acceso el New York Times.
EFE