Hugo Delgado: Ganadores y perdedores

500

Abro este escrito con profundo sentimiento de pérdida. En esta época de pandemia, cayeron víctimas del virus chino, Covid-19, personajes cercanos: Mi tía, Margarita Arévalo de Babilonia, en la ciudad de Sahagún (departamento de Córdoba-Colombia); el padre de mi gran amiga y docente de la Universidad del Zulia (LUZ), Jenny La Rotta, el señor Edgar La Rotta, en Washington la capital de Estados Unidos; y el señor, Omar Finol (padre), también miembro de la comunidad de jubilados de LUZ, en la ciudad de Miami (Florida), los dos últimos atendidos eficientemente por el sistema de salud norteamericano, lamentablemente la letalidad de la enfermedad hizo inútiles los esfuerzos médicos por mantenerlos con vida. Paz a sus almas.

Luego de este homenaje espiritual, referimos al tema central que el chavismo, manejado desde La Habana, colocó en la mesa de juego de Venezuela, desde que perdieron las elecciones en diciembre de 2015. Las nuevas parlamentarias programadas para el venidero 6 de diciembre de 2020 intensificaron las acciones desestabilizadoras. La gran interrogante es si se darán o no. La segunda está relacionada con la precaria legalidad que la sustenta, primero porque el convocante, el brazo ejecutor del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro, el Consejo Nacional Electoral (CNE) fue nombrado por un írrito Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que se abrogó el derecho luego de quitar las atribuciones a la legítima Asamblea Nacional (AN) y además, cortó el traje a la medida de Nicolás Maduro, escogiendo unas directivas de partidos opositores para que le hicieran la comparsa al régimen, porque sin duda arrasarán en el proceso decembrino.

En resumen, es un proceso totalmente ilegal. Ir a la contienda es legitimar algo que está mal concebido, pero este es el país de la dimensión desconocida y todo puede suceder: Venezuela tiene un Presidente reelecto en un proceso irregular; una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada írritamente para hacer contrapeso a la AN; un TSJ y un CNE que también tienen similar condición. Todos funcionan en una mezcla que también cuenta con una AN democráticamente electa y respaldada por las grandes potencias económicas y democráticas; y un gobierno interino, presidido por Juan Guaidó, azotado por dudosas decisiones jurídicas, el fuego cruzado por los dólares rojitos que han intentado dividirla y posiciones y ambiciones contradictorias de los distintos grupos que la componen.

Los llamados a participar de uno de los críticos más férreos del régimen, como lo es la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), y del dirigente del partido Primero Justicia, Henrique Capriles, dan la razón al régimen en sus intenciones legitimadoras, en medio de un proceso abiertamente manipulado y controlado por el írrito Ejecutivo, sin contar que los miembros de PJ no le darán un cheque en blanco para garantizar su participación en la hipotética contienda. Claro está que luego de la aclaratoria de Estados Unidos y la comunidad democrática internacional de no reconocerlas, se deja precisado que la salida de la crisis venezolana será por otra vía, lo precisaron todos sus voceros e incluso el encargado, Elliot Abrahams, aclaró a la polémica opositora, María Corina Machado, que no habrá salida militar.

Negada la opción de fuerza, es importante revisar las políticas de Estados Unidos para resolver sus asuntos internacionales. Su concepción del beneficio y progreso mundial ha modificado sus posiciones nacionalistas, cosmopolitas y mercantilistas, impulsando un modelo diferente a la estrategia de “suma cero”, como lo afirma el catedrático de la Universidad de Harvard, Robert Reich (revista Facetas #4 1990), en la que “yo me beneficio en detrimento de otros”; contrario a lo que está haciendo China con sus intenciones imperialistas de dominar el mundo, expoliando los recursos naturales para alimentar su industria y población de más de mil 300 millones, e imponiendo un sistema político centralizado, coercitivo y corrupto.

Por otra parte, políticamente, escribió, Joseph Nye Jr., de la misma universidad, la complejidad del mundo de hoy dificulta la capacidad de las potencias para alcanzar sus fines y la rapidez de las soluciones es más difícil. Estados Unidos desarrolla una estrategia diferente al del “cowboy” de los siglos XIX y XX, cuando resolvía por la fuerza sus asuntos, esa profundización se observa después de las experiencias de Vietnam, Irak y Afganistán. Su tendencia –dice el catedrático- es a “buscar nuevas fuentes de poder”: manejo de la interdependencia de la estructura internacional y los valores comunes; es más proclive a utilizar en su “espectro de la coerción”, los instrumentos del poder que abarcan las notas diplomáticas, las sanciones económicas y el costoso uso de la opción militar.

Por tanto la tesis bélica de MCM y sus aliados de Miami es difícil que se dé. Igual es cuestionable la opción de Capriles y del llamado de la CEV, si se ve desde el punto de vista de los beneficios para el régimen. Otro punto poco referido es la confrontación de intereses entre rojitos, la anarquía generalizada y sus efectos angustiantes: Hiperinflación, dolarización desordenada y forzada, extorsión, delincuencia, impunidad, caos en los servicios básicos y corrupción generalizada.

También es cierto que las hachas de guerra de la oposición se sacaron radicalmente, como si estos grupos supieran o presienten algo que se aproxima y los obligan a reaccionar con fiereza, para no quedarse por fuera de la gran comilona postchavista. Sin embargo, en la parcial claridad de Estados Unidos, el escudero de su estrategia e intereses, Juan Guaidó, va a mantenerse firme y recibiendo los golpes duros del régimen, mientras protegen al ungido que se encargará de manejar el poder en la posteridad. Una participación posible solo se garantiza si hay negociaciones (en las que habrá avances y frustraciones) y se cambian las reglas electorales y políticas, dando transparencia nacional e internacional. Desde el 30 A de 2019, Maduro y su banda mostraron sus fisuras, incluso aceptaron la versión de sus conversaciones con EEUU, solo faltó contactar a Diosdado Cabello, luego sí lo hicieron. Es mi hipótesis personal.

@hdelgado10