Leído el análisis de Jesús Seguías del 12 de junio de 2020, en el Diario de Las Américas, con gran argumentación sostiene que la acción militar de Estados Unidos en Venezuela es difícil que se dé. El sueño de muchos venezolanos, especialmente los reyes del dedo de Miami, se cae, como opción para terminar con la pesadilla chavista. Sin embargo, la presión militar, económica y diplomática, norteamericana continuará hasta que las partes se pongan de acuerdo en una salida difícil, pero civilizada.
El Presidente de la firma encuestadora Datincorp explica que las experiencias en Vietnam, Libia, Irak y Afganistán, dejan poco espacio para que Estados Unidos emprenda una acción militar para sacar del poder a Nicolás Maduro, ellos tiene la capacidad, sin duda, pero y ¿después? El chavismo sabe, por experiencia cubana, que no deben cruzar la línea amarilla para evitar la salida de fuerza. En esas lides, Fidel y Raúl Castro, han sido grandes maestros. Por tanto, esa opción es descartada.
Conocida las experiencias bélicas norteamericanas se extraen conclusiones interesantes, en el caso vietnamita lo que no lograron por la fuerza, lo hicieron con la inversión y la convirtieron en un centro manufacturero; en los otros tres, se demostró que luego de la intervención, se generó un vacío de poder que ha producido miles de soldados muertos por la guerra asimétrica, e impedido estabilizarlos.
Venezuela no es la excepción. Hugo Chávez se preparó para la guerra asimétrica, dejó ingresar a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN); a grupos extremistas del medio oriente y preparo a paramilitares locales, para ejecutarla. La inteligencia norteamericana lo sabe.
La salida en Venezuela será negociada. Desde el presidente Donald Trump, hasta el encargado Elliott Abrams y el secretario de Estado, Mike Pompeo, lo han dicho. El 30A de 2019, la pata de la mesa que falló fue Diosdado Cabello. De acuerdo con las declaraciones de estos funcionarios norteamericanos, ya habían negociado con Mikel Moreno del ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el propio Maduro, y públicamente lo reconoció, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López.
Al dejar fuera de las negociaciones a Cabello, era obvio que iba a buscar su espacio de negociación para no ser el chivo expiatorio de la violación de derechos humanos, narcotráfico y corrupción. Inmediatamente asumió un rol más activo, se reunió en La Habana con Raúl Castro, y se convirtió en el vocero del chavismo a través de su programa de televisión “Con el mazo dando”. Tenía que colocarse en posición negociadora.
Acercándose las elecciones de noviembre 2020 y con el peligro de perderlas, el presidente Trump, debe “venir de atrás” para alcanzar algo con el caso Venezuela y reivindicarse con la comunidad latina, atrapando –por ejemplo- un pez gordo chavista para advertir que sus medidas de legales no son solo palabras (caso Alex Sabb primo colombiano del fiscal general, Tarek William Saab). Igualmente deberá superar el escollo del Covid-19, y contrarrestar la violenta campaña demócrata suportada con la muerte de George Floyd, que ha colocado a Joe Biden como líder en las encuestas.
Es un momento crucial para Estados Unidos, y por extensión para Venezuela, porque en su lucha, a raíz de la pandemia china, se quedó sola acompañada por Colombia en algunas ocasiones. Es decir Washington es su único respaldo contundente, que aún en plena crisis mundial cercó navalmente el Caribe para reducir el tráfico de drogas; y con el envío de tropas al vecino país, busca limitar las operaciones de narcotráfico de la guerrilla en el sur oriente y la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela. Sin duda estas operaciones militares están afectando lavado de narcodólares a la economía local.
El viernes 12 de junio de 2020, el ilegítimo TSJ designó a la nueva directiva del Consejo Nacional Electoral, órgano deslegitimado que había asumido la responsabilidad de maquillar las elecciones y ejecutar el mandato de Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro. Se escogieron miembros de esa instancia judicial (Indira Alfonzo, presidenta de la Sala Electoral, y su ex presidenta , Gladys Gutiérrez), uno de Acción Democrática, José Luis Gutiérrez (sobrino del secretario de ese partido, Bernabé Gutiérrez) y otro que afirma “estar de acuerdo con la posición de Juan Guaidó”, Rafael Simón Jiménez (vicepresidente).
En su declaración inicial (La Patilla 13-06-2020), Jiménez (quien apoyo con el Movimiento al Socialismo a Hugo Chávez, luego se convirtió en crítico del régimen) enfatizó en el rescate de la credibilidad electoral, prepararse para las elecciones y su amistad y apoyo a Juan Guaidó. De esta aclaratoria se desprende que el presidente de la Asamblea Nacional, luego de ratificar su diálogo con el chavismo, está al tanto de las negociaciones y, a su vez, Estados Unidos conoció esta salida negociada.
La amenazante versión de Jorge Rodríguez de divulgar el contenido de las 19 reuniones que hubo con el grupo de los cuatro partidos mayoritarios, puede ser un mensaje para el chavismo extremo opuesto al diálogo, o no estar de acuerdo con la designación del nuevo CNE, a pesar de tener –supuestamente- tres de sus piezas controlando la nueva directiva. Meses atrás hubo una versión que indicaba que los hermanos Rodríguez eran la puerta del diálogo que Estados Unidos dejó abierta y el tiempo dio la razón.
Técnicamente (indicadores económicos y aceptación) el gobierno ilegítimo está caído. Ya lo decía Moisés Naim (Vienen Tiempos Interesantes, El País de España 22 de julio de 2018) “aún en las dictaduras, el deterioro de la situación económica tiene consecuencias políticas adversas e impredecibles”. Ese deterioro estructural que colocó a Venezuela en posición de Estado o Sociedad fallida, corrió su arruga pero no la pudo ocultar.
El mismo Naim, el 20 de julio de 2018 en “Las tentaciones de López Obrador”, refiere al daño del chavismo, señalando que “el continuismo es una amenaza mucho más peligrosa que el populismo. Lo que hundió a Venezuela no fueron las políticas populistas de Chávez y Maduro, sino lo mucho que han durado. El Estado fallido que es incapaz de alimentar a su gente, darle medicinas, protegerla del crimen o cortar la inflación más alta del mundo es el resultado de haber tenido al mismo régimen, haciendo lo mismo, por 20 años…Décadas de mal gobierno de una misma camarilla que detenta todo el poder lo destruyen”.
La falta de un líder opositor y una propuesta coherente ha impedido la salida del chavismo. A diferencia de la generación del 28, en esa gesta estaba Rómulo Betancourt y el objetivo era la democracia, ahora a los arquitectos de la política tienen el reto de armar la Venezuela post petrolera, no solo para solventar sus graves problemas, sino para darle rumbo hacia el nuevo modelo de país. La contradicción de la oposición, que puede aglutinar al 80% de críticos de Maduro, debe revertirse. Como dice el SJ, Arturo Sosa Abascal (citado en El Macondo latinoamericano, Junio29 de mayo de 2018), si se asume la primicia que “pensar el país es una acción política absolutamente imprescindible para quienes concebimos la política como el fruto de decisiones humanas responsables, referidas a personas concretas que toman decisiones sobre el quehacer colectivo”.
El individualismo opositor obligó a Estados Unidos a respaldar, de forma unánime, a Juan Guaidó, y enfatizar en la polémica y contradictoria vía negociada como medio de solución. Hay que seguir la pista a los futuros actos del CNE, del gobierno de Maduro, de la AN, la AD de Ramos Allup, las operaciones antinarcóticos en el Caribe, el destino del testaferro Alex Sabb y de los intereses económicos extraterritoriales que ven los negocios en la era post petrolera. Al final se sabrá si estos hechos están o no interconectados.
Hugo Delgado-Periodista @hdelgado10