Luego de haber arrasado con los partidos políticos opositores como opináramos la semana pasada, el régimen prepara su ofensiva final contra centrales sindicales y sindicatos libres en nuestro país, culminando su objetivo trazado desde 2003 de debilitar, fragmentar y pulverizar todo vestigio sindical que no le sea afecto al régimen.
¿Por qué esperó tanto para rematar su faena? No lo ha hecho debido a la vigilancia permanente que la OIT ha ejercido en materia de convenios de trabajo desde el arribo del poder de Hugo Chávez en 1999, a tal punto que en 21 años ha enviado a Venezuela más de 10 misiones, de contacto directo, de expertos, de alto nivel, hasta que se hastió y finalmente acordó en 2018 la presencia de una Comisión de Encuesta en el país, ante las reiteradas burlas y desconocimientos de los convenios laborales, la cual permanece en ejercicio hasta la presentación del Informe final ante la Conferencia Anual de la OIT. Adicionalmente la alta Comisionada de DDHH de la ONU Dra. Michelle Bachelet elaboró en 2019 informe condenatorio de la violación reiterada de los derechos humanos y sindicales, decidiendo establecer una oficina permanente en Caracas.
A pesar de la vigilancia internacional, las tiranías y esta en particular de corte estalinista, conocen que el principio del fin de la URSS y sus estados satélites de Europa del Este se originó en la acumulación de fuerza laboral por los sindicatos clandestinos, debiendo por tanto sujetarlos o eliminarlos a toda costa, para lograrlo ha aprobado una estrategia la creación de los Consejos Productivos de Trabajadores (CPT).
A fin de darle cobertura jurídica manipuló la interpretación de los artículos 497 y 498 del DLOTTT, para promoverlos a partir de la fraudulenta Asamblea Constituyente mediante ley constitucional de marras que autoriza a conformarlos desde febrero de 2018, tanto en el sector público como el privado. Desde ese momento hasta el presente tenemos un Ministerio del Trabajo y a un Ministro surgido de la ristra de adulantes del régimen, vestido de verde oliva recorriendo el territorio nacional expandiendo los CPT, aprovechando que el país entero está distraído con la cuarentena, buscando gasolina, el gobierno de emergencia nacional, la impostura del CNE o con la inhabilitación de partidos políticos.
El modus operandi es fundar estos organismos comisarios del régimen, quienes por ley asumen las funciones del sindicato, con una investidura paramilitar ya que reciben entrenamiento bélico miliciano y reportan directamente a la ZODI de cada región, con un descaro que no evaden sus macabras intenciones de sustituir definitivamente a los sindicatos y tomar a las empresas, incluso con “atribuciones legales” de supervisar costos de producción y precios de productos, película que hemos visto y se ha saldado con la pérdida de miles de puestos de trabajo estables y dignos.
Recientemente un federativo petrolero de la FUTPV anunciaba alarmado: “Con los Consejos Productivos de Trabajadores el gobierno pretende liquidar los sindicatos y privatizar PDVSA”, informando que en foro realizado el pasado 08/06/2020 en el auditorio de Guaraguaguao en el Estado Anzoátegui, dos generales eran los ponentes promotores de los CPT”, apoyados incluso por la Central Bolivariana de Trabajadores. Nada más cercano a los camisas negras de Mussolini, a los sindicatos verticales franquistas y al Frente Alemán del Trabajo nazi.
Sabemos que el régimen del “presidente obrero” se la tiene jurada a los sindicatos y a los trabajadores, con la imposición del Memorando 2792 de octubre 2018, suspendió de facto las negociaciones colectivas, el derecho a huelga y la libertad sindical integralmente. A eso le añadimos la prisión de sindicalistas, como informa Provea entre noviembre y diciembre de 2018 fueron detenidos 16 sindicalistas, entre ellos Rubén González y Rodney Alvarez, y ahora con la pandemia se ha dado a la tarea de hostigar y detener a periodistas, a profesionales de la salud y a ciudadanos en general que protesten el mal estado de servicios públicos.
Mientras esto sucede tenemos lamentablemente un sindicalismo disperso, debilitado, fracturado y enfrentado en querellas interminables y subalternas, que no comprende que el monstruo dictatorial, mantiene a la vuelta de la esquina sus sustitutos, debiendo ser su respuesta inmediata la unidad sindical y gremial para enfrentar a estos organismos parasindicales de la dictadura.
Es hora que el sindicalismo venezolano enmiende la plana histórica y tarea aún no resueltas, para que actúe en consecuencia de forma autónoma frente al partido politico y al Estado, lo que significa que piense primero como trabajador antes que el color del partido donde milite, ya que hasta ahora ha sido tristemente lo contrario.
Froilan Barrios Nieves