Eugenio Montoro: Los gazapos del director

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No tenemos la menor idea de quién popularizó el referirse a los errores que cometemos nombrándolos igual que a los conejos pequeños. Tal vez lo eligió buscando en la ternura y simpatía de esos animalitos la comprensión y la disculpa, pero lo cierto es que, universalmente, “gazapo” es el equivalente a una pelada de bola, al decir de por estos lares.

            Muchos gazapos son yerros del hablar y el escribir y la mayoría se convierten en chiste como aquél de “ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contario” o aquella que dijo “lo faliz” (sic) que se sentía por animar en el Miss Venezuela, pero en esta ocasión vamos a referirnos a los gazapos de dirección que son menos chistosos pues generalmente se traducen en problemas que afectan a muchas personas o que ocasionan pérdidas de dinero.

            En las organizaciones bien establecidas y en paz ocurren pocos gazapos, pero cuando las cosas se agitan por situaciones novedosas o de emergencia o se deben tomar decisiones rápidas en conjunto con otras organizaciones, los orejones aparecen felices.

            Un ejemplo reciente. Posiblemente se planificó con todo cuidado el delicado asunto de abrir las estaciones de servicio de gasolina con nuevos precios. Se había tomado la decisión de cobrar usando tarjetas de débito mediante puntos portátiles inalámbricos en la misma gasolinera, pero lo cierto es que, el día de arranque, ninguna de las estaciones, en Maracaibo, tenían el aparato y debieron improvisar. Algunas no cobraron, otras pedían el pago en efectivo en bolívares, pero, como los bancos están cerrados y limitados los billetes, aceptaban el pago con dólares en efectivo. Esto no es de extrañar, pues el régimen es bastante malo planificando las cosas buenas, pero, en compensación, es bastante bueno planificando las cosas malas. El soborno, la trampa, el engaño, la amenaza, la tortura, el robo, la mentira, entre otras pequeñeces, las hacen de una manera sobresaliente.

            Seguramente cuando los directores y gerentes planificaban el cómo se haría este vergonzoso “retorno a la gasolina” decidieron lo del cobro mediante el punto de venta portátil y así debe haber quedado escrito en alguna minuta y transmitido a todos los organismos regionales, pero el astuto gazapo hizo que las maquinitas no apareciesen.

            Los gerentes de poca experiencia y los gerentes maduros sin fogueo en situaciones complejas, creen que, como decía en su fino humor Manuel Caballero, “hablando de la cosa se soluciona la cosa” y suponen que lo acordado en una reunión es ya una realidad grabada en piedra. La necesidad de repasar los detalles de cada plan, el asignar los responsables precisos y el imaginar situaciones que podrían surgir para preparar planes alternos, no le vienen a cuento a estos gerentes muñeco de torta que viven la fantasía del aprendiz.  

            En nuestro recuerdo, desde que apareció el cinturón de seguridad en los vehículos, las autoridades han exigido su uso bajo amenaza de severas multas a los que “anden desabrochaos”. En varias ocasiones se ha anunciado que a partir de tal fecha “el que no utilice el cinturón será sancionado con……”. Lo cierto es que al poco tiempo la vaina pasa al olvido de las autoridades y también de los conductores.

            ¿Como explicar que no se pueda establecer algo tan sencillo como el uso del cinturón de seguridad? Este gazapo ya es casi un conejo gigante. Se mantiene el esquema, la decisión de escritorio se estima suficiente para que se implante, pero la realidad del repetido gazapo dice que no lo es.

            Este punto es de mucha importancia para los planificadores del Plan País, como un todo y para cada componente del plan. Hasta ahora lo que tenemos son decisiones de escritorio y, por tratarse de una situación inédita, centenares de gazapos están esperando salir para arruinar los planes. Tal vez es buena hora para repasarlos, pensando en lo que puede salir diferente o en lo que puede fallar. En la claridad de las respuestas a esas preguntas y en el desarrollo de escenarios alternos está la garantía del éxito.

            Por ejemplo, todos los planes requieren de dinero y una pregunta anti gazapo es quien lo está procurando, cuanta seguridad existe de tenerlo a tiempo y qué hacer si no se consigue todo lo necesario. Otro aspecto transversal es el de la seguridad, quién se está ocupando de esto, cual es la probabilidad de que la seguridad sea precaria y como reforzarla en cada sector.

            Anticipar gazapos es una parte importante de la planificación. La generación de alternativas es una enorme ventaja para salir victoriosos en la difícil tarea de recuperar a Venezuela pues, de lo contrario, podríamos pasar como gerentes piratas a la histeria (digo, a la historia).

                                                                              Eugenio Montoro