Donald Trump ha anunciado este viernes un plan público-privado para acelerar la creación de una vacuna contra el coronavirus. El presidente estadounidense ha explicado en una comparecencia en los jardines de la Casa Blanca que el Gobierno federal invertirá en la producción de las vacunas más prometedoras y que ya existen 14 candidatas. “Estamos intentando obtenerla para finales de año, quizá antes”, ha afirmado el mandatario, en contradicción con el pronóstico de los expertos de salud, que calculan que no podrán desarrollarla antes de un año o 18 meses. De todas formas, Trump defendió que “con o sin vacuna” el país “está de regreso”.
El doctor Moncef Slaoui, nombrado para liderar la operación, también se mostró optimista. El exejecutivo farmacéutico afirmó en la rueda de prensa que recientemente había visto datos alentadores de un ensayo clínico no publicado de una de las posibles vacunas y que los resultados le hicieron sentirse «aún más seguro” de que es posible suministrar “unos cientos de millones de dosis de vacuna para fines de 2020″. El objetivo es tener disponibles 300 millones de dosis en enero del próximo año, un número suficiente para proteger a prácticamente toda la población estadounidense. Slaoui será el principal asesor del plan y el general Gustave F. Perna será el principal oficial de operaciones.
El plan ha sido bautizado como Operación Warp Speed, que podría traducirse como “enormemente rápido”, y sin duda esa es la idea de un proyecto que desafía los plazos de la ciencia: nunca una vacuna ha estado disponible para el público de manera generalizada en un periodo de tiempo tan corto como el que se proponen.
El anuncio se produce cuando las muertes por la pandemia superan las 300.000 en el mundo y los investigadores luchan por desarrollar una vacuna contra el virus. “No quiero que la gente piense que todo depende de una vacuna”, sostuvo Trump, y, citando casos anteriores, se aventuró a decir que aunque no encuentren una vacuna en un futuro cercano, el virus “desaparecerá en algún momento, desaparecerá”. El epidemiólogo Anthony Fauci, que asistió por primera vez con mascarilla a la rueda de prensa del mandatario, no habló. Pero ha apuntado en varias ocasiones que debido a lo eficaz que es el virus a la hora de propagarse de un ser humano a otro, no cree que exista la opción de que la covid-19 “simplemente desaparezca”.
El optimismo para desarrollar una vacuna en apenas unos meses más también choca con las proyecciones de Rick Bright, experto en enfermedades infecciosas del Gobierno estadounidense, despedido a mediados de abril. “Mucho optimismo se arremolina alrededor de un plazo de tiempo de entre 12 y 18 meses, si todo va perfectamente”, afirmó Bright este jueves en una comparecencia en el Congreso. “Nunca hemos visto nada que vaya perfectamente. Mi preocupación es que si nos damos demasiada prisa, y recortamos pasos críticos, puede que no tengamos una evaluación correcta de la seguridad de la vacuna”, agregó.
Estados Unidos se enfrenta al “invierno más oscuro de la historia moderna” si sus líderes no coordinan una respuesta ante un esperado rebrote del coronavirus hacia el final del año, advirtió también Bright. La proyección de un sombrío panorama llega cuando Trump está presionando a los Estados para que reabran y vuelva a activarse la economía, mientras que las autoridades científicas levantan una bandera roja al levantamiento precipitado de las medidas restrictivas. El doctor Fauci ya ha alertado de que apresurar el proceso puede provocar muertes y sufrimiento que se podría evitar. “No vamos a cerrar el país por cinco años”, aseveró Trump esta tarde.
Antonia Laborde / El País de España