Hugo Delgado: El poder de la mentira

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Acostumbrados a “mamarle gallo a los demás”, y utilizar la mentira como estrategia de información, Cuba ha logrado dilatar la salida del chavismo del poder en Venezuela. Durante 60 años, Fidel Castro logró meterse en el juego del comunismo internacional, liderado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y China, y diseñar su plan para mantenerse en el mando, ganándose el título de maestro en esa materia.

Un pescador en “cholas y shorts” que captura a mercenarios, en Playa Macuto un domingo cuando es el día más concurrido de la semana, identificados con documentos personales e incluso un carnet la oficina antidrogas de Estados Unidos (DEA); una sospechosa extradición desde Colombia del jefe de la Operación Gadeón (el chavista Cliver Alcalá Cordones) que antes de montarse en el avión que lo condujo a EEUU dijo que Juan Guidó sabía de sus andanzas; un supuesto contrato firmado por el presidente encargado, Juan Guaidó, con la empresa de seguridad Silvercorp; Patricia Poleo entrevista en Miami al supuesto jefe de la operación Gedeón, Jordan Goudrou, dando detalles de la incursión; una invasión que llegó de Colombia en peñeros a travesando las corrientes del Caribe; la denuncia a Luke Denman, un supuesto miembro del equipo de seguridad del presidente norteamericano Donald Trump, involucrado en el operativo; las denuncias de culpabilidad del fracaso del acto militar contra Guaidó y Leopoldo López; la acusación infaltable contra Colombia y su presidente, Iván Duque, y el ex presidente, Álvaro Uribe, etc., etc., etc. Son retazos de una historia que hace soñar a los trasnochados chavistas con su propia Bahía de Cochinos 1961.

Ahora completan el guión cubano. Ya tienen decenas de magnicidios, invasiones y bloqueos que impiden el progreso a la heroica revolución. Eternos elementos justificadores que solo tapan la ineptitud y corrupción de ambos regímenes, mientras sus respectivas nomenclaturas viven como reyes, y el sufrido pueblo deambula entre la miseria, la frustración, la desilusión y entregada a la causa de sus propios verdugos.

Ambas revoluciones viven en una eterna mentira. Falsean sus cifras de desarrollo social y económico, para proyectar un modelo que solo oculta su fracaso. Luego de 60 años, los cubanos no pueden extrapolar nada diferente a pobreza y atraso, igual que la colonizada Venezuela, destruida en medio de su mayor bonanza petrolera. Pero qué hace difícil una salida a esta crisis venezolana, si los nefastos resultados están a la vista.

La oposición venezolana evidencia su falta de unión y objetivos concretos: No es suficiente denunciar la naturaleza dictatorial de los regímenes de Nicolás Maduro y del extinto, Hugo Chávez; esa mayoría social carece de fuerza real, su fatalismo y depresión, provocan resignación ante un gobierno ilegítimo, impidiendo la formación de una plataforma contundente con verdadera opción de poder.

La gran interrogante es por qué se le ha complicado a Estados Unidos alcanzar la meta de derrotar al régimen chavista, sabiendo que es el pivot desestabilizador de Latinoamérica, obedece a los intereses del comunismo internacional y es una demostrada amenaza para su seguridad. La advertencia de las dificultades para la consecución de sus intereses estratégicos, la advertía el politólogo Joseph Nye en1990: “…los estadistas han comprendido que poder significa fuerza económica y militar. Pero hoy muchas cuestiones internacionales ofrecen resistencia a una solución basada en los métodos clásicos. Al aumentar la complejidad de la política mundial, parece disminuir la capacidad de las potencias para lograr sus fines”.

Lo que sucede con este escenario multipolar es que mientras Estados Unidos negocia utilizando las nuevas fuentes de poder como la interdependencia , la estructura del sistema internacional y los valores culturales, China, Rusia, Cuba e Irán, no piden permiso para cumplir sus metas, obvian el diálogo y la institucionalidad democrática, y logran sus objetivos por las buenas o malas.

Sin embargo, el mismo Nye plantea, en defensa del enfoque realista (concentración dura del poder y uso de la fuerza militar como mecanismo de equilibrio mundial), dice que en política internacional no puede apelarse a instancias superiores para resolver conflictos claves; además, en el terreno de lo que denomina autoayuda “la fuerza es una carta de triunfo costosa reservada para los casos extremos”, pues los estados saben a lo que se exponen cuando la dejan de lado. Este comentario del politólogo de la Universidad de Harvard, se ajusta a lo que está haciendo el gobierno de Trump, por eso obvian la opción militar como solución, pero el tiempo se agota y los pobres resultados pueden revertir la estrategia.

Para los estrategas de Washington también es importante no solo el uso de la fuerza militar sino también considerar otros factores como el uso de las comunicaciones y la tecnología (guerra informativa y espionaje) para definir las estrategias que les permitan lograr sus metas, en este caso, resolver el problema de seguridad que representa Venezuela. El asunto crítico es determinar hasta qué punto se puede posponer la solución, mientras el conflicto se complica.

La complejidad se agudiza porque también confluyen factores como la interdependencia económica, el poder privado, el nacionalismo, el protagonismo de los estados débiles (observen la pasividad de EEUU cuando Hugo Chávez crea Petrocaribe para comprar la conciencia de los pequeños gobiernos caribeños que lo afectaron en las decisiones de la OEA y la ONU, o como sucede con la amenaza militar de Corea del Norte o Irán), y la interdependencia de las naciones para resolver asuntos como la salud (Covid 19), la ecología (calentamiento global) y la inmigración ( cuatro millones de venezolanos desplazados son problema para la región).

La opción de diálogo en estos momentos es nula y el enfoque realista, como explica Nye, toma fuerza. La Operación Gadeón definitivamente engrosará la lista de oscuras intentonas en un país en donde poco importa la verdad, y solo sirvió para ocultar dos hechos graves que ocurrieron simultáneamente: los grandes decomisos de drogas venezolanas por parte de la flota de Estados Unidos en el Caribe, la ola de allanamientos por narcotráfico en Falcón y Carabobo y las sospechas de la presencia del Cartel mexicano de Sinaloa en el Zulia. Y el segundo suceso, fue la muerte de más de 50 reos en el penal de los Llanos. Pero los temores persisten en las cabezas de la nomenclatura rojita, las gruesas recompensas ofrecidas por el Departamento de Justicia no dejan dormir tranquilo a más de uno.

@hdelgado10