Llega esta fecha, en un domingo, parecido a un lunes; que, igual puede ser miércoles. Así transcurre o parece transcurrir nuestro país. Pero, solo es una percepción, seguramente están pasando cosas que no vemos.
Aquel 19 de Abril de 1810, formó parte de un proceso, con antecedentes, por la Libertad y la Independencia. Sería, once meses después que se declara y varios años mas, para que se lograra. Los «hechos históricos » tienden a funcionar como los relojes: marcan las horas, pero no lo que sucede en esas horas. En realidad, se recuerdan en fechas y cifras; pero, se trata de personas, hombres y mujeres con rostros, ideas, pasiones, esperanzas y ambiciones.
El 19 de Abril de 1810, se nombró una Junta defensora de los Derechos de Fernando VII, el Rey depuesto por Bonaparte. Fue un acto importante, más no definitivo, pues nos mantenía bajo la tutela de España. Seria el 5 de Julio de 1811, cuando siete de las diez Provincias, dieran el salto cualitativo de declarar la Independencia. Luego, vendría la Guerra.
Este pequeño resumen, como ven, no permite saber de del entramado de ese tránsito. Igual pasará con nuestro presente, cuando se narre lo acontecido. En aquella época, como ahora, hubo quienes procedieron o propusieron políticas de soluciones tímidas; hubo, quienes actuaron con mayor atrevimiento. Siempre será así ¿Cuál seria el proceder de ahora? Respetando los tiempos, 1810 y 2019, tienen algunas similitudes. No pretendo convencer a nadie, mucho menos una disertación histórica de coyunturas. Asumo que es una muy particular visión, con mis ojos, siempre miopes y con astigmatismo. Así, digo: por encima de las dificultades, de las necesidades, de las ambiciones naturales, debe prevalecer la Libertad y la Democracia. Podemos hacer acuerdos, treguas, negociaciones, en Oslo, Dominicana, Timbugtú. Pero, sin plantearse la democracia, no pasaremos de ser una sociedad tutelada por los militares y aterrada por bandas delictivas en poder del Estado. Quien crea que podemos vivir con «islotes democráticos » juega con cartas escondidas y, retrospectivamente, apoyando a Fernando VII. Pudimos haberlo creido y argumentado, hace 10 o 15 años atrás; hoy, es imposible.
En ese sentido, fortalecer el liderazgo de Guaidó es una tarea fundamental; diría hasta de sobrevivencia para los ideales democráticos. No por ser Juan Guaidó; mas, por haber construido un apoyo sin precedentes; entre ellos, el de USA y la UE. Es mi interpretación que, a estas alturas, sin tales apoyos, no podemos.
Como respondí a un buen amigo, por el chat privado: el temor que me concita la propuesta de la llamada «tregua» no es ella, en sí misma; se trata de que los venezolanos, lleguen a internalizar la idea y la costumbre de que se puede vivir tutelados; sobre todo, que la democracia no es necesaria.