La difusión y viralización de ‘fake news’ a través de perfiles falsos en las redes es uno de los grandes problemas que tenemos que afrontar como sociedad.
El papel disruptor que tienen las tecnologías no solo se limita al ámbito empresarial. Como ciudadanos, también estamos ante un panorama repleto de posibilidades y, cómo no, amenazas.
Uno de los aspectos que puede beneficiarse o verse perjudicado es el propio sistema democrático. De hecho, las redes sociales ya se han posicionado como el medio de comunicación política por excelencia, como evidenció Juan Luis Moreno, socio y director de Innovación de The Valley, en la presentación de su informe Política, redes sociales y democracia.
Fake News Omnipresentes
Otro de los eventos que ha tratado este asunto últimamente ha sido el Mundo Hacker Day, que acogió una mesa redonda titulada Democracia hackeada: ciberseguridad, redes sociales y manipulación de procesos electorales en la nueva era digital. En el debate, las noticias falsas y su viralización fue uno de los temas centrales. Carlos Loureiro, hacker y criminólogo, fue uno de los participantes y nos ha aclarado cuáles son dos de las grandes amenazas de cara a unas elecciones. Por un lado, las fakes news, que “lo que buscan es engañar”. Pero también, por otra parte, existen estrategias que buscan “crear desconfianza en las personas con la finalidad de incitar a una serie de comportamientos o incluso provocar un cambio inesperado en la intencionalidad de voto”, como ocurrió con las filtraciones en las elecciones norteamericanas que ganó Donald Trump.
Un «Ejército» de Robots trabajando
Ahora bien, ¿cómo se propagan estas noticias falsas a través de las redes? El hecho de que existan lo que se conoce como ejércitos de bots (perfiles falsos) tiene mucho que ver. Loureiro afirma que estos ejércitos “cumplen una función específica: la difusión masiva de la noticia con la finalidad de alcanzar a un mayor ámbito de personas y que estas a su vez la difundan”.
La intencionalidad perversa de quienes ejecutan estos planes es más que evidente, pero nosotros, como ciudadanos, también tenemos parte de culpa. “Si las personas no contrastan las noticias y las difunden, a su vez están funcionando como colaboradores de los bots”, comenta Loureiro.
¿Censura o control necesarios?
Llegados a este punto, se nos presenta la necesidad de controlar los contenidos en las redes, en aras de proteger nuestra democracia. Ahora bien, este control debe ser acorde a las necesidades que tenemos, porque “muy fácilmente podríamos caer en la censura”, asegura Loureiro.
Uno de los asuntos que más dudas suscita es quién debe ejercer y aplicar ese control. Loureiro lo tiene claro: “Si se delega esa responsabilidad en las plataformas sociales, le estaríamos dando un poder realmente preocupante, porque nos encontraríamos plataformas de redes sociales ejecutando labores propias de un Estado o, incluso, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad”.
Para evitar esto, “el único intervencionismo que cabría esperar es que los Estados consideren como una amenaza seria la difusión de fake news y asuman su responsabilidad”, aclara Loureiro. Además, ha resaltado que habría que perseguir estas actividades “como delictivas” y afrontar la eliminación directa de noticias relacionadas con el terrorismo, como “el Estado Islámico”.
Influencia en la esfera política
En las redes también se ve un activismo político muy intenso, y quizá se pueda sobredimensionar el ruido que genera. En cambio, esta actividad en redes (muy sectaria, con nichos concretos de opinión) ha modificado las estrategias de los partidos políticos. Sobre esto, Carles Ramió, catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), opina que “los partidos políticos cometen un error, que es identificar la opinión pública digital con la opinión pública real”.
Como no puede ser de otra manera, la opinión que se genera en Twitter no representa la totalidad del universo convocado a unas elecciones y hay que ser conscientes de ello. “Solo representan a una parte pequeña de la sociedad. Algunos políticos han tomado una decisión en base a la opinión de las redes, pero luego se ha visto que no era la opción mayoritaria (esto ha pasado en Cataluña). Lo que ocurre es que las redes no son un sondeo. Son una parte importante, pero no la más significativa de la sociedad”, concluye Ramió.