Hugo Delgado: Secuelas de una venganza

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Luego  de la muerte del general iraní Qasem Soleimani, jefe de las fuerzas Quds y coordinador de varios grupos clasificados por  Estados Unidos como terroristas, comienzan las especulaciones a transformarse en realidad. Claro que la advertencia del país de los ayatolhas  de desatar la venganza contra EEUU, por su autoría en la muerte del temido militar, no  dejó claro si la guerra iba a ser convencional o de baja intensidad, incluyendo atentados.

En el segundo tipo de venganza es en la que radica la preocupación para Norteamérica. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center de New York y a las oficinas del Pentágono  lo demostraron. Una operación con mínima inversión, desde adentro, relámpago y  sincronizada, causaron más daño que un bombardeo con misiles o una guerra convencional.

La amenaza es una realidad. La casi inmediata reunión anti terrorista realizada en Bogotá (20 de enero de 2020) y la sorpresiva salida de Venezuela hacia Colombia del presidente encargado y jefe de la legítima Asamblea Legislativa, Juan Guaidó, (19 de enero de 2020) para conversar con el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el mandatario de Colombia, Iván Duque, no son casuales. Al encuentro también asistieron  el secretario adjunto interino para el Hemisferio Occidental, Michael Kozak, y el enviado especial para Venezuela, Elliot Abrams.

El miércoles 23 de enero de 2020, capturan en Dallas, tres presuntos terroristas de Al Qaeda, de nombres Al Raefee, Tuameh Tuameh y Al Harari Al Harari, quienes supuestamente nacieron en Cartagena y sacaron el pasaporte el mismo día en la Guajira, el 21 de noviembre de 2016. Los tres sirios salieron de Venezuela rumbo a Colombia en donde les dieron cédulas y pasaportes, sin embargo, según la cadena de noticias CNN  (24 de enero de 2020) la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza no confirmó el hecho.

De ser cierto este suceso es grave y presionará al gobierno de Donald Trump para detener la creciente influencia de Cuba, Rusia e Irán, principalmente, en América, y en especial en Venezuela, país abiertamente anti norteamericano, con un gobierno vinculado a organizaciones terroristas y narcotraficantes, una llave perfecta que funciona hace varias décadas, impulsada por el fallecido dictador habanero, Fidel Castro.

Si Trump no toma acciones efectivas en los próximos días, tendrá graves problemas para lograr su reelección presidencial, programadas para el 3 de noviembre  de 2020. De ocurrir algún atentado terrorista en Estados Unidos, la opinión  pública endosará su responsabilidad por no tomar medidas a tiempo, conociendo la amenaza existente desde Venezuela y Cuba, con el apoyo de la Rusia de Vladimir Putin, Irán, Siria u otro país que apoye grupos extremistas.

No es casualidad que se hiciera la reunión anti terrorista  en la Escuela de Policía Francisco de Paula Santander de Bogotá, sede donde el 17 de enero de 2019  ocurrió el atentado  perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional, con la modalidad  “suicida”, típica de las acciones de los grupos islamistas, en el que hubo 22 muertos.

Otro asunto que cada día ratifica las denuncias de vínculos de sectores políticos de izquierda de España con Venezuela y sus socios del Foro de Sao Pablo,  en cuyos objetivos originarios se incluye a la madre patria en los planes para establecer de forma común  el socialismo. Al nuevo vicepresidente ibérico, Iglesias y a otros miembros de su partido Podemos se les acusa de recibir financiamiento de Hugo Chávez, de Bolivia y Ecuador, cuyos orígenes son del narcotráfico y la corrupción.  El incidente de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en el aeropuerto de Barajas en Madrid, en el que intercedió el ministro de Fomento, José Luis Abalos, pone en duda la cooperación internacional del gobierno izquierdista de España, presidido por Pedro Sánchez.

Según el diario El País de España (24 de enero de 2020), “cuando el avión aterrizó en Barajas, la tripulación quiso bajar a tierra a descansar. En ese momento, Delcy Rodríguez, solicitó de manera insistente abandonar el avión, lo que motivó que una de las personas presentes en el aparato llamase a Ábalos para que mediase. El ministro Ábalos llegó entonces al avión junto con un comisario de policía, quien informó a la vicepresidenta venezolana que no podía bajar y que, si lo hacía, tendría que ser detenida al tener prohibido el acceso a la UE”.

La angustia del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro  es evidente. Lo ocurrido en España, Las sanciones económicas y políticas a los jerarcas chavistas,  la detención de los presuntos miembros de Al Qaeda en Dallas, la incorporación del  embajador de Cuba al Consejo de Ministros de Venezuela, los atropellos y amenazas a los diputados legítimos de la Asamblea Nacional, son algunos hechos que demuestran el nerviosismo del régimen.

A los asuntos políticos, se une la crisis económica reflejada por una caída por quinto año consecutivo de la producción 35 %, una tase de desempleo del 44%,  una hiperinflación  incontrolable del 200 mil  %, una desordenada dolarización producto de las remesas y de un peligroso  lavado de dinero que ya convirtió al país en un paraíso para las operaciones ilegítimas.

En un escenario complejo, impregnado por vientos borrascosos, Venezuela encara un 2020 escéptico. El repunte del liderazgo de Juan Gauidó resulta positivo para la oposición democrática, pero las acciones del ilegítimo Nicolás Maduro, desde su trinchera formal del Estado, genera  amenazas permanentes, con detenciones arbitrarias, compras de conciencia, acciones judiciales manipuladas contra sus oponentes, sus alianzas con el eje cubano-chino-ruso-iraní, son factores que dificultan la salida pacífica.

La salida sorpresiva de Juan Guaidó hacia Bogotá, y luego su periplo por Estados Unidos,  España, Francia, Gran Bretaña, Canadá y Suiza, visitando los principales centros financieros y de poder de occidente, forma parte de una agenda de reconstrucción y apoyo a su gesta. La ruta democrática sigue vigente, el apoyo interno es indiscutible, solo falta afianzar el externo y materializar las propuestas, una tarea nada fácil en un país escéptico, bonchón, desconfiado y desmembrado por la diáspora de más de 4 millones de venezolanos.

En su reciente artículo “Hay que combatir el miedo al futuro” (El País, 19 de enero de 2020), Fernando Vallespín,  escribió «Un mapa del mundo que no contenga el país Utopía no merece siquiera un vistazo», decía Oscar Wilde. A esta afirmación subyace la idea de que necesitamos el aliento de llegar a este lugar misterioso para, una vez alcanzado, embarcarnos de nuevo a la búsqueda de otro mejor”..

Considerando lo planteado por Vallespín, sería interesante analizar lo que llevó a Venezuela al estado deplorable que vive y a su incapacidad de superar su agónico modelo rentista petrolero. El reto es retomar la política como medio para construir el futuro,  el mito del progreso y sobre todo no dejarse paralizar por el miedo. “Pero, sobre todo, recuperemos la política. No esa política de salón a la que estamos acostumbrados, parroquial y de luces cortas. Lo que ahora necesitamos es una política épica de dimensión planetaria, previsora y eficaz”.

@hdelgado10