Termina el 2019, sin novedad. Comienza el 2020 con un golpe parlamentario. Uno que otro contratiempo producto de las sanciones impuestas por los aliados de la oposición, preocupó al gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro, hijo del chavismo que durante dos décadas ha controlado el poder, violando toda norma legal y humanitaria, destruyendo cualquier obstáculo opositor que presentara amenaza a sus intereses y todos los indicadores económicos que garantizan el bienestar de los ciudadanos y soportan el funcionamiento de cualquier país.
La magia que acompaña la revolución ha tenido dos fuertes aliados, especialistas en mantenerse y controlar el poder: los cubanos y los rusos. El manual aplicado durante décadas de gobierno en esos países, le ha facilitado a los dos maestros asesorar al chavismo, garantizar las materias primas (petróleo por ejemplo) y conociendo a sus contrincantes demócratas, le han “agarrado el tiro”, como dicen en el argot popular, para manipular las leyes y explotar sus debilidades, reflejadas en esos términos etéreos como libertad, soberanía, voto popular, derechos humanos, legalidad de origen y cuanto artificio conceptual soporta a las democracias.
El golpe parlamentario, en complicidad con diputados corruptos de la oposición, entre ellos el tarifado de la comisión de contraloría y miembro de Primero Justicia, Luis Parra, demuestra una vez más de qué están hechos los políticos venezolanos. Durante 20 años afloraron todas sus bajezas morales de los políticos, sin importar las consecuencias sobre un país devastado por la corrupción, la ineficiencia, el despilfarro y la irresponsabilidad ciudadana. Queda poco espacio para el asombro ante la barbarie, y diciembre fue una prueba de la apatía de su población hacia sus males, más preocupada por el petro, el pernil, las hallacas, la “caña”, la caja del Clap y el bonche.
Venezuela cierra el año en medio de una tragicomedia. El Producto Interno Bruto volvió a decrecer por quinto año consecutivo, sumando 35%, cifra que en cualquier país del mundo provocaría la caída de un gobierno. El desempleo ronda el 44%. Las exportaciones petroleras cayeron por debajo del millón de barriles diarios, solo repuntando en noviembre, producto de la actividad de cuatro empresas extranjeras, no de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
La producción nacional petrolera en noviembre se recuperó y alcanzó a exportar un millón de barriles diarios. Rusos y chinos actuaron diligentemente para cobrar sus respectivas deudas, las cuales superan los 100 mil millones de dólares; el resto del incremento lo compartieron la estadounidense Chevron y la española Repsol. Los compromisos del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro (aunque ya el antecedente lo había generado Hugo Chávez) colocaron en manos foráneas el control de la industria petrolera nacional.
La hiperinflación de diciembre 2019 dejó boquiabiertos a los venezolanos. Pero ya el Fondo Monetario Internacional la había proyectado en 200 mil % para todo el año y en el 2020 la estima en 500 mil %. En el último mes se infiere que las causas posibles del inusual comportamiento sea el impacto del desconfiado petro, la especulación en los precios, desatada luego del bono que otorgó Nicolás Maduro a funcionarios públicos y pensionados; y el efecto que también genera la remesa familiar que inundó de dólares la economía local, ocasiona una presión en los precios de los pocos productos nacionales y los importados, un crecimiento totalmente divorciado de la productividad local.
Las cifras negativas serían dramáticas en cualquier país, pero en Venezuela nada ocurre. El chavismo entendió bien el modelo petrolero y el control del Estado Todopoderoso, cimentado en tiempos de Acción Democrática y Copei, que generó una dependencia enfermiza de los venezolanos por la dádiva pública, y -a su vez- facilitó el control de los recursos públicos y de las instituciones democráticas.
Venezuela encara el 2020 sin grandes perspectivas de cambios. El chavismo, respondiendo al guión ruso y cubano, demostró en 2019 de lo que son capaces. Mostró su poder de influencia en la política latinoamericana, su irrespeto a cualquier norma, su poca prestancia a negociar y se fortalecieron ante la débil efectividad de las sanciones a funcionarios chavistas, demostrada –por ejemplo- en la complicidad de España y de los mismos Estados Unidos, países convertidos en los paraísos de muchos funcionarios del oficialismo.
¿Qué pasará ahora con la elección del nuevo presidente de la AN, Luis Parra, cuando su escogencia es írrita? ¿Qué harán las naciones que reconocieron y siguen haciéndolo, al presidente encargado, Juan Guaidó? Lo cierto es que la reincorporación de los diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), las sanciones del Tribunal Suprema de Justicia (TSJ) contra varios parlamentarios opositores, la detención y exilio de otros; unido a las compras de algunos diputados de Primero Justicia, Voluntad Popular, Cope, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, le permitieron -por ahora- salirse con la suya a Maduro y sus cómplices.
El nuevo objetivo rojito es ganar legalidad a través del asalto a las instituciones democráticas (universidades y la AN entre otras). La oposición nunca dimensionó el daño que le causó al chavismo cuando ganó la AN, restándole legitimidad a sus decisiones, y mucho menos supo aprovechar la gran ventaja que obtuvo nacional e internacional. La liquidación física de Hugo Chávez, cada vez se reafirma ésta hipótesis, favoreció el radicalismo que necesitaba La Habana para controlar totalmente al país, colocando una marioneta perfecta para que responda incondicionalmente a sus intereses. Lo experimentó con Salvador Allende en Chile, hasta llevarlo a su muerte, y lo está haciendo en Venezuela.
¿La gran interrogante es cómo con todos los factores económicos y políticos adversos, el chavismo se mantiene en el poder? Es un efecto del realismo mágico, muy de boga en estos países latinoamericanos, inmortalizado por Gabriel García Márquez en su Macondo de Cien Años de Soledad. De lo contrario, la fuerza de la razón ya hubiera acabado con la tragicomedia socialista que vive Venezuela.Zona de los archivos adjuntos