La región latinoamericana tuvo un 2019 convulsionado. Venezuela, comenzó siendo noticia por su crisis institucional y democrática ante las pretensiones del chavismo de imponerse a la fuerza pese al descontento popular.
Las sociedades del sur del continente, a la par, han protestado exigiendo cambios en las decisiones que los gobernantes, sean de izquierda o de derecha, impulsan. En medio de todo, el poder de las redes sociales ha mantenido la interconectividad en los países de la región y todo el mundo ha estado atento a lo que ocurre en el continente del tercer mundo.
Los debates televisivos, aunque importantes y representativos en cada nación, parece que están obsoletos, término que usó el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, para referirse a la Organización de Naciones Unidas, en la 74 Asamblea General. El mismo presidente hablaba de la importancia de las redes sociales. “Aunque no lo queramos aceptar, la red se vuelve cada vez más el mundo real y este formato de asamblea, cada vez más obsoleto”, dijo el mandatario.
El poder de las redes lo han entendido muy bien los representantes del régimen de Nicolás Maduro, quienes, durante la gobernanza de Hugo Chávez impulsaron una “hegemonía comunicacional” para controlar los principales medios de comunicación y así influir en la sociedad, la cual ha tenido que burlar la censura e informarse a través de distintas plataformas: una de ellas, las redes sociales.
Maduro no ha podido bloquear las redes pero sí entendió la influencia que tienen en la ciudadanía. El régimen ha creado laboratorios digitales, que se encargan de posicionar temas en Venezuela, pero también en otros países. En 2017, se creó la “Red Patria”, la cual, según su propia descripción, es una plataforma que brinda herramientas que facilitan la interconexión entre distintos movimientos sociales.
Las recientes protestas generadas en Ecuador y Chile parece que tuvieron el sello venezolano. En varias oportunidades representantes del Gobierno de Lenin Moreno, denunciaron presencia de militantes del chavismo en las acciones de calle que lideraron indígenas en contra del aumento de la gasolina y en Chile, el Gobierno denunció una campaña mediática por redes sociales para promover el “hashtag” #RenunciaPiñera.
La intención del régimen venezolano era posicionar etiquetas en la red social Twitter e influir de manera directa en la sociedad que protestó en contra del Gobierno del presidente Sebastián Piñera y las medidas económicas que se habían empleado. Unos 43 mil 129 tuiteos salieron desde Venezuela en contra de las autoridades chilenas. “De 10 tuits que se generaron fuera de Chile, seis fueron desde el país petrolero”, reseña un informe presentado por las autoridades chilenas en medio de las protestas.
El documento reseña que se determinó la inconsistencia en los perfiles digitales. Las personas que supuestamente denunciaban, no tienen comportamiento normal en la red, lo que significa que las cuentas de los usuarios pudieron haber sido creadas recientemente o, la única intención es propagar información referida a la contingencia nacional.
La ideología predomina
No solo Venezuela tuvo el peso en el contexto de protestas chilenas. Según un texto elaborado por autoridades de Estados Unidos, desde cuentas provenientes de Rusia, se publicó 9% del contenido que se auditó. El documento reza que estos perfiles pueden estar vinculados directamente al Kremlin, acusación que el Gobierno ruso desmintió.
Rusia y China han sido dos países determinantes en la política latinoamericana, particularmente en la venezolana, epicentro del comunismo en la región. Desde hace algunos años, China impulsa un proceso de alianzas, a través de distintos préstamos con un objetivo: Apoderarse de los recursos naturales y de la información; caso de ello, además de Venezuela, están Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina. Unos 141 mil millones de dólares se han destinado a la región latinoamericana desde el año 2005, según el Banco de Desarrollo Chino y Banco de Exportaciones e Importaciones.
La interconectividad supera las limitaciones y logra que las sociedades accedan de forma instantánea a las informaciones. Para el consultor político experto en América Latina, Amaury Mogollón, las redes sociales no se pueden desestimar y sobreestimar y originan que las sociedades sean interlocutoras, en lugar de solo receptoras.
“América Latina es un territorio difícil de manejar. Pueden decirlo gobiernos de izquierda y de derecha. Una cosa sí está clara, las manifestaciones son reflejadas con imágenes, mensajes, videos que los ciudadanos mismos publican y eso le da la vuelta al mundo en 30 segundos”, sostiene.
Conmoción por redes sociales
Para Mogollón, las redes sociales construyen de manera rápida gráficas e ideas, además de los bots, que masifican la información, tal como la denuncia que sostiene Chile sobre Venezuela. “Los mensajes negativos pueden hacer mucho daño y en esta época en la que América Latina parece un polvorín, es preciso un poco de mesura”, advierte.
De acuerdo a lo considerado por el también director de la consultora Acción Política, considerar que Venezuela es el epicentro de campañas negativas, es sobrevalorar al chavismo, pero aclara que el aparato comunicacional del régimen ha atacado a las democracias de la región desde la permanencia de Hugo Chávez en el poder.
“Si las campañas presidenciales de países de la región muchas veces se centraron en el tema de Venezuela y fueron exitosas, caso de Duque en Colombia y de Piñera en Chile; pero además los ciudadanos de esos países dicen no querer “convertirse en Venezuela”, ¿cómo va a tener el aparato comunicacional de Maduro tal incidencia?”, argumenta Mogollón.
El experto habla de responsabilidad a través de las redes sociales porque a su juicio se juega la estabilidad de América Latina. Considera que hay liderazgos peligrosos sea cual sea la corriente filosófica. “Estamos en riesgo, parece que el mundo no se da cuenta y creo que aún hay tiempo de recapacitar”.
Resentimiento de un continente
Complejos narcisistas o déficits en la autoestima son rasgos de personalidad que tienen vínculos con el resentimiento, dice Carmen Arteaga, profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela., al citar a especialistas en psicología. “Desde la ciencia política, puede decirse que aquellos liderazgos que manejan una clave populista o bien propugnan el establecimiento de sistemas de tendencias totalitarias, sistemáticamente tienen como eje discursivo la existencia de un agravio”, dice, al argumentar que el resentimiento surge como consecuencia lógica y se manifiesta en toda la narrativa.
Para la experta, América Latina es tierra fértil para propuesta políticas populistas. Arteaga considera que pareciera que para las clases políticas criollas, el apelar al resentimiento como estrategia discursiva no es novedoso y está presente desde el nacimiento mismo de las repúblicas latinoamericanas.
La función del odio
George Orwell, en su novela 1984, ejemplifica cómo es un Estado autoritario, donde los poderes responden a un individuo y habla del odio como alternativa para castigar a quien piense distinto. Para la profesora Arteaga, la variable “odio” cumple funciones tanto prácticas como ideológicas. “En lo práctico, favorece la consolidación de un estado de vigilancia y de terror, al justificar la persecución de personas etiquetadas como enemigos de la nación. Ideológicamente, es el combustible que alimenta al proyecto político. Lo legitima – al menos en el plano propagandístico- ya que a través del resentimiento/odio se sostiene la lealtad al líder redentor, por parte de sus fieles y se justifica la exclusión o persecución de sectores críticos al régimen. Se construye el argumento de que los fracasos manifiestos del régimen se deben a la conspiración de los enemigos”, explicó.
Problema de origen
En la medida en la que no se aborden los conflictos en la región, difícilmente se podría tener un resultado favorable para las democracias de América Latina. Arteaga considera que políticos como Evo Morales, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Rafael Correa, forman parte de un proyecto de largo alcance que trasciende naciones y se radica en La Habana.
El fantasma de la dictadura chilena, finalizada en la década de los 90, parece regresar durante el mes de octubre. Las protestas en ese país han generado que el continente centre su interés en un país que había demostrado ser ejemplo de reinstitucionalización de la democracia y de referencia económica para quien devenga salario mínimo. Argentina, país que había castigado al Kirchnerismo al darle el triunfo a Mauricio Macri en 2015, vuelve a la izquierda, pero una izquierda que al menos, hasta ahora, antes de tomar posesión, parece ser crítica a regímenes como el de Nicolás Maduro.
Mientras tanto, Rusia no abandona la región y se enfrenta a Estados Unidos, el principal oponente de regímenes totalitarios. Según información de Bloomberg, un total de 315 millones entre dólares y euros, en efectivo, fueron enviados a Venezuela desde Moscú. La encomienda se hizo en seis partes desde mayo de 2018 y abril de 2019.
El dinero llegó directo al Banco de Desarrollo de Venezuela, Bandes, sancionado por el Gobierno del presidente Donald Trump.
Mientras el poder de las redes sociales avanza con información que perjudica a las democracias electas de la región, el resentimiento está presente con un objetivo: permanecer en el poder pese al sufrimiento de las sociedad, sumado al apoyo financiero de potencias como China y Rusia, mientras Estados Unidos, solo rechaza los regímenes a través de sanciones, porque la opción militar parece lejana.
@myriarte19 / Tiempo Latino