- Siempre nos negamos a aceptar que los venezolanos éramos los nuevos cubanos. Los que viven al “norte del sur”. Y sí, en muchos casos peor que los cubanos en su isla, por aquello de la inseguridad y el encono chavista contra los ciudadanos.
Pero los del Sur de Florida nos manteníamos duros. «Qué va, tenemos otros antecedentes, otra historia, otra…»; «Hoy hubo una marcha de un montonón de personas»; «Hay peleas entre Maduro y Diosdado»…
- Pero debo aceptarlo, hay que confesar que sí: lo somos. Cuando llegué en 2009 los cubanos nos ofrecieron un prospecto muy claro de cómo serían los acontecimientos: no habrá elecciones libres, los militares no se voltearán, quebrarán la economía, la gente emigrará en masa… y nosotros: «¡No, qué va, somos venezolanos!»
Que si la tradición democrática, que no somos una isla, que la sociedad civil, etc, pero todo se ha cumplido al dedillo. Y muchos inmigrantes venezolanos ya hemos aprendido: el realismo mágico se ha evaporado, los pajaritos preñados han sido esterilizados.
- De los cubanos emigrantes hay mucho que aprender, su diáspora ya tiene casi 60 años. Pasaron por todas las etapas: el “mientras tanto”, el “esto va para largo”, el “vamos a concentrarnos en el nuevo país”, el “hay que separar un presupuesto para ayudar a los de la isla” y, por supuesto, el “aquí nos quedamos”.
Los cubano-estadounidenses entendieron que la dictadura castrista, en el marco de una guerra fría muy tensa, no se iría e hicieron algo muy inteligente: se concentraron en su nueva vida. Se ayudaron entre sí, crearon un sólida red de apoyo, se integraron al sistema sanguíneo norteamericano y lograron un notable poder político con alcaldes, funcionarios importantes en el Sur de Florida, Texas y otros estados, congresistas como los hermanos Díaz-Balart, como Ileana Ross-Lehtinen o nacidos aquí de familias cubanas, como Marco Rubio.
El poder económico y político cubano en Florida ha sido clave para la presión que se ha hecho desde Washington a la isla y, no lo duden, a Venezuela. Los cubanos han extendido su influencia hacia las acciones políticas que han puesto a la dictadura madurista en su peor condición.
Hay mucho que agradecer y aprender de esta emigración que ahora es parte integral de la península floridiana y otras zonas de Estados Unidos. Y siempre nos lo dijeron.
- Ahora nosotros, los venezolanos, nos hemos convertido en los aguafiestas de la cuadra. Somos como el Batman que cachetea a Robin cuando algún latinoamericano con gobiernos del Foro de Sao Paulo en el poder, nos dice:
«La empresa privada es fuerte»
«La Constitución actual…»
«Nuestra tradición democrática…»
«No vale, no creo»
«Mi país no es Cuba»
¡Esa sí es una verdadera hermandad cubano-venezolana!
Ahora somos parte del comité de bienvenida de los ingenuos, de los que confían en «la palabra» de líderes populistas, quienes no ven comunismo detrás de la máscara socialista de tantos. Lo que muchos venezolanos han sido pero ya, creo, no seremos jamás.
Se atribuye al filósofo español Jorge de Santayana la frase: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. Se suele también decir como: “Quien no aprende de la historia…” con el mismo final. Aprendamos del pasado, escuchemos, nos evitará transitar caminos duros que podrían evitarse o mitigarse.
Y si usted es inmigrante de cualquier país latinoamericano en problemas, escuche a los que pasaron por ahí. Tenemos cosas bien interesantes que contarle.
@nuneznoda