En estos días de revueltas políticas, los venezolanos ven con mayor desesperanza su porvenir. Una hiperinflación aniquiladora de toda posibilidad de vida digna, corrupción galopante, la mentira como arma de opinión pública, una delincuencia desenfrenada e impune dejan una estela de pérdida de cualquier sentido de justicia y Estado de derecho, y lo más aterrorizante, una población totalmente a la deriva que huye de una realidad envolvente como sea y a cualquier costo.
El doble homicidio sucedido en Perú recientemente, en el que están involucrados venezolanos como víctima, autores materiales e intelectuales, son reflejo de una descomposición social, más allá de la económica, que coloca a la otrora orgullosa sociedad venezolana incluyente y con mayor movilidad del continente, como una sociedad peligrosa, lo decía recientemente, uno de los estudiosos de la criminalidad, el sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, Roberto Briceño León.
En Venezuela, dice Briceño quien dirige la Organización No Gubernamental Observatorio Venezolano de la Violencia, ocurrieron por cada 100 mil habitantes 81 muertes violentas en 2018, a esta cifra se une la impunidad, por cada 100 casos, solo 8 son resueltos; con estas cifras el país se convierte en el país más violento de Latinoamérica.
En 2017, las cifras cerraron en 26.616 muertes violentas, la tasa se ubicó en 89 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. En el siguiente año hubo un ligero descenso, pero lo preocupante de esta tendencia, dijo Briceño, son las causas que han profundizado el fenómeno. Desde hace 20 años el discurso violento, la falta de respeto ciudadano, la exclusión social, la impunidad y la corrupción judicial, especialmente, han generado consecuencias como el auge del delito.
Haciendo un análisis comparativo entre 2017 y 2018, Briceño León, explica que el «exterminio» de los delincuentes a manos de policías podría servir de hipótesis para explicar la disminución de la tasa de homicidios, así como el hecho de que numerosos delincuentes han emigrado, puesto que sus actividades dejaron de ser rentables en Venezuela, un país que atraviesa una severa crisis económica. Sin embargo, lo acontecido en Perú, la muerte violenta al año pasado de 41 mujeres de nacionalidad venezolana en distintos países, y otros casos relacionados con hechos delictivos, están generando una atmósfera xenofóbica y de percepción delictual generalizada de la masa inmigrante.
En vísperas de la 74 asamblea general de la Organización de Naciones Unidas y la 30a. reunión de cancilleres , a realizarse en Nueva York, Venezuela se ha convertido en el tema central, básicamente porque el éxodo de aproximadamente 4 millones de sus habitantes se ha convertido en un gran problema de seguridad para la región. Están saturando los servicios públicos (salud principalmente), incrementando las tasas de prostitución y delitos, ingresando a cárteles narcotraficantes y grupos guerrilleros, y han diversificado las acciones fraudulentas migratorias.
Según las proyecciones entre 2919 y 2020, la diáspora se incrementará sino se resuelven los problemas políticos y económicos, llevando a cuesta las cargas sociales que están provocando que una población delincuente que oscila entre 15 y 25 años descargue todas sus frustraciones y resentimientos más allá de sus fronteras.
Hugo Delgado